#25

1.4K 49 0
                                    

Corrí lo más rápido que mis piernas me lo permitieron. Detrás de Chris. No podía dejar esto, era injusto para él. Él no se merecía lo que le hice y estaba dispuesta a pedirle perdón, aunque después de esto dudo mucho que su promesa de que pasara lo que pasara siempre íbamos a ser amigos siguiera en pie. Christian corrí mucho más rápido que yo así que cuando pude divisarlo ya había tomado su auto para irse de ahí. A estas alturas ya no importaba nada. Gracias a dios siempre tenía las llaves de mi auto conmigo así que tome mi auto sin importar que mis demás cosas se quedaran aquí. Chris manejaba a límite de velocidad y yo no estaba dispuesta a perderlo de vista. Al cabo de 10 minutos ya estaba aparcando en el edificio donde viven y el Bradley. Bajo de su auto dando un fuerte portazo y corrió hasta la entrada del edificio. Aparqué mi auto detrás del suyo y apoyé mi cabeza en el respaldo del asiento y suspiré. Finalmente me bajé del auto y corrí al elevador marcando el piso #12. Una. Dos. Tres veces toque la puerta, pero nada, coloque mi mano en picaporte dela puerta y por suerte estaba abierta. Entre al conocido departamento y caminé hasta la habitación de Chris donde lo encontré sentado a los pies de la cama con la cabeza escondida entre las piernas.

- ¿Hace cuánto? -preguntó aun si mirarme. Yo suspiré. No tenía valor para confesarle todo. Pero no le diría ni una mentira.

- Desde siempre.

- ¿Antes de mí?

- Sí.

- Dime por qué.

Para el momento, me encontraba temblando internamente. Mi mente sentía interminablemente acuchillada por la culpa. La culpa con la que cargaría de por vida por haber engañado a una de las personas más puras que habían llegado a mi vida después de portarme como una basura. Estaba irremediablemente arrepentida, pero sabía que no servía de nada. Tenía que enfrentar a Chris y lo menos que se merecía era la verdad.

- Fue una semana antes de ser tu novia. Cuando te dije que sí, pensaba dejarlo, pero no pude.

- Lo amas.

- No. –dije sin siquiera pensarlo.

- No fue una pregunta.

- No lo amo. –aseguré temblorosa.

- ¿Entonces porque no lo dejaste?

- No lo sé. –y era verdad. No lo sabía. El jodido magnetismo que me había unido a Jason desde el primer momento no era amor. O eso creía yo.

- No lo entiendo. –Chris negó con la cabeza, aparentemente luchando consigo mismo.

- Perdóname. –dije a punto de quebrarme.

- Quizá fue mi culpa-dijo por fin mirándome a los ojos. Sus bonitos ojos marrones estaban rojos.

- ¿Por qué? –fruncí el ceño aguantando las ganas de abrazarlo y rogarle por su perdón.

- Por ir demasiado rápido. Solo tenía dos semanas de conocerte cuando me lancé sobre ti.

- En ese caso también fue mi culpa por decirte que sí.

- Fue culpa de los dos. –suspiró derrotado.

El gran Christian Miller abatido por una mujer que no lo merecía. Maldita sea. Me odiaba en ese preciso momento.

- No te quiero perder. –mustié con la voz rota. No quería llorar, pero estaba a punto de perder la batalla.

- No lo harás. Nuestra amistad es para siempre ¿lo recuerdas? -dijo señalando el dije que siempre llevaba en mi cuello.

- Sí. –asentí empujando mi tristeza hacia atrás.

- Ya no quiero hablar contigo por hoy. –Chris miraba perdido en sus pensamientos al frente. Yo tragué saliva sintiendo una estaca en el corazón. Sin embargo, no podía rebatir nada, no querer si quiera dirigirme la palabra, era lo menos que me merecía.

Él seguiría siendo mi amigo. Por lo tanto, yo había ganado. El triunfo más amargo de mi vida, con sabor a basura. Mi sabor.

- Te entiendo. Me voy.

Me levanté y me fui de ahí sintiéndome una milésima de gramo mejor, mi lado egoísta siempre tenía que ganar. Esta conversación no había aliviado del todo mi culpa. O más bien nada.

Cuando llegué a mi casa Karina -el ama de llaves- me dijo que tenía visitas. Caminé hasta el salón para encontrarme con Jason quien me abrazó fuertemente.

- Perdóname. Fue mi culpa-dijo mirándome avergonzado y con un toque de tristeza.

- Me siento fatal. –dije sin ganas.

- Lo siento de verdad.

- Ya vale, solo déjame sola. –No me importaba sonar un tanto grosera, no tenía ni siquiera fuerzas para ser cordial con Jason y en el fondo, esperaba que lo entendiera.

- Nos vemos mañana.

Jason salió de mi casa y hasta entonces me dí cuenta que había traído mis cosas del instituto. Me dirigí a mi habitación y me dejé caer pesadamente en mi cama a pensar. ¿Qué había hecho? Acababa de lastimar a un chico de oro. A alguien que me quiso cuando fui la que mis padres querían y que me siguió queriendo cuando me convertí en quien en verdad era. Yo era una basura. No valía ni un centavo partido por la mitad. Aunque dijera que era culpa de ambos yo sabía que toda la culpa era mía.

De verdad esperaba que algún día Chris me pudiera perdonar del todo. No sé con qué cara lo vería mañana y lo días que siguieran. O como les iba a explicar la situación a Noah y a Andy. Esto era una mierda.

TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora