#42

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Cuando abrí los ojos, el atardecer se colaba por mi ventana, mire mi reloj digital y divise las 6:47 p.m. aún tenía tiempo suficiente para arreglarme para la "cita". Me metí a la ducha y después de 30 minutos salí envuelta en una toalla, busqué en mi closet que ponerme para al final escoger lo mejor que pude. Me maquillé y definí aún más mis espesos rizos. Me miré al espejo y me di cuenta que me extrañaba a mí misma, aunque de verdad no había cambiado mi forma de vestir, desde que había tenido a Chris no me había puesto uno de mis hermosos bustier o había dejado ver mi piercing, de hecho, la nana y la enfermera de Chris no sabían que lo llevaba ni mucho menos el tatuaje a excepción del que tenía en mi brazo. La noche era colusora, era una noche de aun, casi otoño. El claxon de un auto sonó afuera y Carmen entro como de rayo a mi recamara.

- Señorita ya...-me miro de pies a cabeza- ¡Wow! -yo sonreí ante su cara.

- ¿Tan mal me veo?

- Claro que no Bárbara. Se ve usted hermosa, aunque no sabía que llevaba un arete en el ombligo. ¿Cuándo estuvo embarazada el doctor no le dijo que debía quitárselo?

- En realidad no, solo me lo quitaron cuando fue el parto y ellos mismo me lo volvieron a colocar unas horas después. Ahora no más preguntas, me tengo que ir. Nos vemos más tarde-baje casi corriendo. Por alguna razón aun sentía esas estúpidas mariposas en el estómago.

Cuando abrí la puerta ahí estaba Jason recargado en su auto. ¡DIOS! Se veía hermoso.

- ¡Wow! -abrió la boca-eso es a lo que yo llamo una tigresa-bromeo.

- Cierra la boca Bradley.

- Hola preciosa-dijo besando mi mejilla una vez que estuve cerca de él.

- Hola castaño.

- Tengo algo para ti-dijo sacando una bolsita de terciopelo rojo de su chaqueta. Saco el pequeño arete de la bolsa y lo puso frete a mis ojos. Era un piercing de plata con el mismo símbolo que tenía el collar que Chris mis había dado -∞-, era muy bonito.

- ¿A qué se debe esto? -pregunte desconcertada.

- Lo mande a fabricar para ti hace tiempo... hace juego con el dije que te dios Chris y se verá precioso en tu ombligo-dijo encogiéndose de hombros- ¿puedo ponértelo? -yo solo asentí y Jason se arrodillo frente a mí para retirar el pequeño arete que llevaba y reemplazarlo por aquel signo que tanto amaba. Él tenía razón, se veía precioso en mi ombligo-me gusta-lo observo sonriendo.

- A mí también-dije divertida-gracias castaño-dije una vez que estaba incorporado frente a mí. Lo abracé y le di un beso en su linda mejilla.

- No hay de que Barbie. Ahora ¿nos vamos? -dijo abriéndome la puerta de su BMW negro. Yo asentí y subí al lugar del copiloto.

Después de 10 minutos de camino entre risas, llegamos a un lugar parecido a un restaurant, pero no era simplemente eso, aparte de restaurant era un antro bastante conocido en lugar, tenía dos entradas, una para el restaurante y una para el antro –la cual tenía una larga fila de adolescentes- y según Jason dentro del restaurant–que fue donde entramos- también había una entrada directa al antro –por la cual pasaríamos más tarde-. El restaurant era bastante bonito y elegante, una mesera nos dirigió a una mesa en la terraza. Jason retiró la silla para mí y él tomó la de enfrente. Ambos cenamos divertidamente ya que Jason contaba chistes muy buenos y aún mejor eran las muecas que hacia cuando se dio cuenta que la mesera le coqueteaba descaradamente, yo moría de risa y en ocasiones la mujer de unos 27 años me fulminaba con la mirada. Pensar que Jason le regresaría sus coqueteos era como imaginar que Pocoyo dejara de molestar a pato o que Ely dejara de ser rosa. Una vez que la mujer se retiró ambos estallamos en carcajadas provocando que todas las miradas del restaurant se enfocaran en nosotros. Ambos sentimos aquellas miradas de reproche así que prácticamente salimos corriendo por las escaleras que dirigían hacia el antro que se encontraba en la planta de arriba. Ese lugar estaba infestado de gente bebida y otras bailando.

TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora