Capítulo 9

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Capítulo 9

Esta noche además de soñar con Alexander algo maravilloso pasó, soñé con mi padre y más feliz no pude estar.

Estaba recostada en mi cama, pero no en la del hospital, sino en la cama de mi casa, de mi hogar, mi habitación rosa y purpura con estrellas platas colgando del techo, justo como la recordaba. Acababa de despertar de un sueño y bajaba las escaleras para así adentrarme en el baño y mirarme fijamente en el espejo y empezar la rutina diaria, pero al hacerlo me di cuenta que en el reflejo, justo detrás de mí estaba mi padre, giraba eufórica para comprobar que era él y efectivamente mi padre estaba ahí, conmigo.

Su sonrisa se ensanchaba y con los ojos llenos de lágrimas me lanzaba sobre él, lo besaba y su aroma paternal inundaba mis fosas nasales.

─ papá, papá, ¡estás aquí! ─ grité emocionada, ver a mi padre, volverlo a ver es algo maravilloso, mi corazón que estaba roto en mil pedazos desde el momento en que murió, inmediatamente sanó, se unieron todas las piezas y volvió a estar lleno de amor y felicidad, mi padre mi gran y maravilloso padre está aquí conmigo, ahora, está presente y no es un cuerpo inerte dentro de una caja de madera, no es un cuerpo pálido y sin vida, sino todo lo contrario, sus pómulos altos y sonrosados, su perfecta sonrisa y su rígida postura está aquí, sique aquí, pareciera que nunca se hubiera ido.

─ claro que estoy aquí ─ respondió seguido de una carcajada de orgullo y sus ojos literalmente se iluminaban, automáticamente mi mente guardo esa imagen de él.

─ papá, ¿Qué crees?, he conocido a alguien, se llama Alexander, él es muy bueno conmigo─ dije con toda la libertad del mundo, expresarle mis sentimientos a mi padre no es algo que me diera pena, podía confiar en él, sabía que me escuchaba, sabía que estaba siempre conmigo, sabía que me apoyaba.

─ lo sé, ¿acaso crees que no estoy cuidando a mi linda niñita?

─claro que si, solo quería que lo supieras, pero te me has adelantado ─ y entonces reía, lo abrazaba, así era mi padre, risueño y predecía todo. Estaba feliz de que estuviera aquí de nuevo, el iluminaba mi mundo, mi cielo se engrandecía y me absorbía manteniéndome en una profunda paz, en mi máximo estado de confort, mi padre simplemente era la cura, y la respuesta para todo. Tomaba su mano y ambos salíamos del baño, inmediatamente llegaba mi hermano y al ver a mi padre comenzaba a llorar, reía y lo abrazaba con uno de esos típicos abrazos de hombres, pero lleno de cariño, podía apreciar como la muralla que Ansel había construido a su alrededor cuando él murió se derrumbaba y la misma paz que me inundaba a mí lo inundo a él.

─ pero ¿cómo? ─ preguntaba Ansel.

─ no se y no me importa, lo importante es que esta aquí─ respondí, ahora estábamos completos.

Ambos charlábamos con papa hasta que él dijo:

─anda, anda tu Ansel tienes que ir a trabajar y tu Cara a tu revisión.

─ ¿vendrás conmigo? ─ pregunte con ilusión, que papá conociera a Alexander era una perfecta idea, y eso solo me había sentir más completa, por fin podría ver lo fabuloso que es mi enfermero, le daría el visto bueno y sería bienvenido a la familia, pero eso no pasó.

─ no puedo, tengo la intención de visitar a unos amigos, pero yo te cuido, anda, ve tranquila─ y aunque sus anteriores palabras y su rechazo a mi oferta me desanimo un poco, su contestación que ahora me daba hizo que mi autoestima de nuevo se elevara hasta los cielos. Ya lamentaría luego no haber tenido a mi padre conmigo los últimos años, ahora celebraría su regreso.

Sonreí y obedecí a mi padre, comencé a subir las escaleras y la mitad de estas regrese con mi él y lo abrace, lo bese en su mejilla y le susurre al oído:

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora