Capítulo 10

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Capítulo 10

Mis lagrimones seguían cayendo y solamente me desplome, me tire al piso sin pensarlo, sin preocuparme por lo que pudiera pasarme y llore, llore con más intensidad que nunca, llore por mi padre, por mi hermano, por mi rabia, por mi impotencia, por mis problemas, por Alexander y lo más importante por mí.

Mire a Lucy, esta seguía de pie en la habitación y mentalmente se devanaba los sesos pensando que hacer, Ansel y yo anteriormente llegamos a tener unas peleas, pero Lucy siempre conseguía arreglarlas, esta vez, nuestra discusión llego demasiado lejos y ella no supo que hacer o como ayudarnos.

Ella me miro y se sentó lentamente en el piso a mi lado, me arrastre para estar más cerca de ella y la abrace, su calor me inundo, no me había dado cuenta que además de estar destrozada por dentro, mi cuerpo estaba helado, el frio me consumía y ya no sabía si su pecho amortiguaba mis sollozos o los temblores de mi cuerpo, con su delgada y blanca mano acaricio mi quebradizo cabello café, me abrazo con delicadeza temiendo romperme y comenzó a cantar, a cantar como mi madre hace muchos años lo hizo. Un recuerdo mamá cantándome ocupo mi pensamiento.

Pareciera que fue ayer. Era diciembre no tenía más de dos años que me habían diagnosticado osteogénesis imperfecta, estaba sola en mi blanca y aséptica habitación, mi padre seguramente estaba en su trabajo y Ansel estaría en el instituto. Mi puerta se abrió y ella entro con miles de bolsas en sus manos, me miro directamente a los ojos y murmuro:

─ya se acerca navidad y esta no es navidad sin un árbol, regalos y una taza de chocolate caliente─ me ayudo a salir de la camilla y comenzó a sacar el contenido de las bolsas que traía.

Series navideñas, adornos, esferas e incluso un árbol de navidad, juntas colocamos las esferas y todos los demás adornos. Recuerdo la felicidad que tenía, lo bien que me sentía, incluso recuerdo el agradable aroma del chocolate que había traído en un termo. Una vez terminamos la decoración y las tazas de chocolate se tumbó en la cama conmigo y me abrazo. Mi cabeza estaba recostada en su pecho y un agradable silencio nos envolvía, solo escuchaba el latido rítmico de su corazón hasta que una suave melodía comenzó a brotar de sus labios, de sus ojos, de su piel, de su alma. Las estrofas, notas y versos con sus altos y bajos, graves y agudos llenaron la habitación, ella cepillaba con sus largos dedos mi aun largo y sedoso cabello, recuerdo que esa noche me quedé dormida en sus brazos y al otro día amanecí sola, pero con un enorme árbol de navidad y muchos coloridos regalos debajo de este. Ese es el único recuerdo bueno que conservo de mi madre, todos los demás son fríos y oscuros como, la vibra que la rodea ahora.

─ soy una estúpida, una estúpida, ¿porque tuve que abrir mi boca?, he perdido lo que más quiero en la vida y todo por mis estúpidos comentarios─ sollocé aun en el pecho de Lucy, me arrepentí de todo lo que dije y lo que le hice sentir a mi hermano, no quería que uno de los pocos seres queridos que tenia se convirtiera en un cruela de vil como mamá, quiero conservar a Ansel tal y como es ahora, no me importa que no me visite pero quiero seguir teniendo una persona en quien confiar cuando realmente lo necesite.

─ no te culpes, Cara, no te diste cuenta, hablare con él y cuando se tranquilice se arreglará todo ¿vale? ─ solo asentí─ ahora debo irme y asegurarme que no haga ninguna barbaridad.

─ ve no te preocupes por mi─ poco a poco nos incorporamos y cuando ella intento salir por la puerta y digo intento ya que tire de su brazo y no lo permití susurre un inaudible, gracias. Solté su brazo y salió, mis ojos se nublaron y me tumbé nuevamente a sollozar, solo que esta vez en la camilla.

Ahora gracias a mi boca absurda y a mi poca capacidad de retención de mis sentimientos arruine la relación que tenía con mi hermano, espero y todo se pueda arreglar, juro que no volveré a abrir mi grandísima boca, ahora me doy cuenta del poder de las palabras. Rece mentalmente porque las cosas se arreglaran y la situación siguiera como siempre y mientras pedía a Dios por mi situación me quede profundamente dormida.

*****

A la mañana siguiente mi puerta se abrió de manera débil, estúpidamente de mi parte creí que sería Ansel y que podríamos arreglar nuestras diferencias y recordar las similitudes del porque somos hermanos, pero como lo dije fue solo una idea estúpida.

Quien estaba en todo su esplendor en el marco de mi puerta era Alexander el cual dudaba si entrar o quedarse donde estaba, no dudo que se haya enterado de mi discusión con Ansel después de su partida, creo que sería inútil que Alex tratara de enmascarar su conocimiento sobre nuestra pelea. Con un simple gesto indiqué que podía entrar, su mirada inquisitiva lo decía todo, solo recordar lo sucedido me eché a llorar. No podía evitarlo, me sentía mal, solo quería a mi hermano de vuelta. Alex dejo de lado su inseguridad y corrió a abrazarme, desvaneció su mirada inquisitiva y solo me abrazo, no pregunto nada más. Cuando logre calmarme por iniciativa propia trate de contarle lo que había pasado, pero me interrumpió.

─ Lo lamento─ fue lo único que dijo.

─ ¿Por qué? ─ pregunte y la que ahora lo miraba inquisitivamente era yo.

─ Ayer lo escuche todo desde que salí de la habitación, sabía que hablarías con tu hermano sobre lo que te paso la noche anterior y no quise quedarme más con la duda así que escuche todo y de verdad lo siento, sé que interrumpí su privacidad y espero puedas... ─ su frase se quedó al aire ya que mis labios se posaron sobre los suyos, agradecí mentalmente la curiosidad de Alex, me había evitado recordar todo el suceso y no había tenido que repetirlo, no sé por qué, pero ni siquiera me molesto lo que Alex hizo y no me importaba tampoco, solo me sentí feliz porque de esa manera me demostró que él se preocupa por mí, él me apoyaba y lo único que necesitaba ahora era un pilar que me mantuviera de pie ─... perdonar─ terminó la frase una vez que nuestros labios se separaron, él era la luz al final del túnel, sonreí, era mi esperanza en toda esta oscuridad.

─ No hay ningún problema, creo que me alegra que te hayas preocupado por mí─ y por un segundo se me olvido todo acerca de Ansel, Alex sonrió.

─Me preocupo por ti porque te quiero─ y con eso mi corazón volvió a latir.

─ Yo también te quiero.

─ Quiero que sepas que por la razón que sea o cual haya sido tu motivo de la pelea con tu hermano, te apoyo, yo también he tenido problemas con mi padre de ese tipo, tanto tu como yo diversas razones hemos tenido así que puedes confiar en mí.

─Ya lo hago─ y divise como una sonrisa se empezó a formar en la comisura de sus labios─y gracias por el apoyo.

─ No hay ningún problema─ me separe del tacto de Alex y comenzó la rutina diaria, aleje los pensamientos de Ansel y me di cuenta de que lo hecho, hecho esta y que las cosas pronto se arreglarían, solo me concentre en mí y lo que estaba pasando justo ahora.

─ ¿te sientes mejor?

─ Si, gracias─ respondí tratando de esbozar una sonrisa.

─ Voy a por unas toallas de papel─ dijo Alexander mientas salía por la puerta.

Trate de enfocarme en lo que ahora haría y lo primero sería disculparme con Ansel, con Lucy y con Nina.

Mi habitación estaba en un quinto piso, sintiéndome mejor conmigo misma, me acerque a la ventana y observe como la gente corría por la avenida.

Todo fue demasiado rápido...

El piso se sacudió, los muebles se sacudieron, el cristal de mi ventana se hizo pedazos y caí a cuatro patas sobre el piso.

Era un temblor.

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora