Capítulo 11

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Capítulo 11

Un temblor...

Yo nunca había presenciado un verdadero temblor, según mi padre me había contado el único terremoto que había sacudido alguna vez la ciudad había sido cuando mama estaba esperando a Ansel.

Como pude me arrastre hacia la puerta y trate de recordar lo que mi padre me había enseñado.

Lo primero que vino a mi mente fue, cúbrete, no te mantengas en un lugar expuesto. Y así lo hice, en el pasillo se encontraba una mesita de madera con una jarrón de flores encima y me coloque debajo de esto, en un abrir y cerrar de ojos dicho jarrón cayó al piso haciendo se añicos frente a mis ojos haciendo que uno de los pedazos rotos volara en dirección a mi cara, puse mi mano de intermediaria y ahora tenía una gran raja en la palma de mi mano, un hilillo de sangre comenzó a salir pero no le di importancia ahora tenía cosas más relevantes que hacer... mantén la calma, recordé, inhala, exhala, inhala, exhala, divise el ascensor pero una imagen de mi padre vino a mi mente, no utilices los elevadores, rápidamente ubique las escaleras, corrí hacia ellas y trate de descender lo más rápido posible, todo a mi alrededor temblaba más fuerte y mis pies descalzos fallaron. Me tropecé y comencé a rodar por las escaleras. Estas frías y duras golpeaban con rudeza mi frágil cuerpo, sentía claramente como por cada escalón que rodaba un golpe nuevo impactaba mi cuerpo.

Un dolor desgarrador atravesó mi pierna derecha, deje de rodar ahora había terminado en un descansillo de las escaleras, rápidamente mire mi pierna, esta sangraba, tenía un corte largo y profundo que seguramente me hice con la esquina de algún escalón , mi pierna duele como el infierno, maldigo internamente mi enfermedad y trato de tranquilizarme, mi pecho sube y baja con velocidad, gemidos salen por mi garganta y el sudor frio recorre mi espina dorsal, trato de aguantar el dolor pero solo chillo con fuerza, el temblor cesa. Arde, mi pierna arde y un dolor indescriptible se apodera de ella.

Me dejo vencer por el dolor y grito con fuerza, grito como nunca he gritado, rezo porque alguien me escuche y me ayude. Las lágrimas caen descontroladas por mis mejillas y la sangre de mi pierna emana igual o más rápido que mi llanto descontrolado, gotas de frio sudor se mezclan con mis lágrimas y sigo gritando.

Escucho pasos subiendo las escaleras y diviso a un chico pelirrojo. Es el mismo chico de la piscina de aquel día. No puedo estar más feliz al verlo, aunque mis expresiones no lo demuestren. Al verme corre a mí y ahí es cuando me doy cuenta de que él no es un paciente como todo este tiempo lo pese, sino otro enfermero solo que él nunca me había atendido hasta ahora, sus ropas blancas ahora están sucias y desgarradas, sudor corre por su frente y su aliento sale intensamente por el esfuerzo que ha hecho. Supongo que además de mí, ha estado ayudando a salir a otros pacientes.

Se arrodilla rápidamente frente a mí y lo primero que hace es tranquilizarme.

─ Está todo bien, no te preocupes, concéntrate en el temblor─¿Qué mierda?, ¿Qué me concentre en el temblor?, lo que menos quiero ahora es pensar en eso─ aunque suene descabellada la idea hazlo, concéntrate en las sacudidas y en que la intensidad ha disminuido─ y es cierto me concentro en sus ahora ya débiles y casi rítmicas sacudidas, mi respiración se vuelve normal y poco a poco el temblor desaparece. Aquel chico de cabello rojo ahora examina mi pierna, pero ya no siento esta, me preocupan mis huesos, tengo miedo de que alguno se haya roto, mi pierna esta adormecida y se lo indico.

─ Yo no duele, se siente como si tuviera anestesia- logro decir ya que mi garganta esta seca- padezco osteogénesis imperfecta─ digo más para mí que para él.

─ Esto es malo ─susurra para sí mismo, no se da cuenta de que lo he escuchado.

─ lo sé─ respondo, aunque su afirmación no era para mí, Levanta la cabeza y se ha dado cuenta de su error y trata de restarle importancia.

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora