Capítulo 14
Aquel chico de mirada petulante me intimidaba y lo único que lograba era que yo quisiera hacerme una bolita y desaparecer de su vista por completo, pero lo único que hice fue quedarme ahí de pie hasta que mamá tomo la iniciativa.
─ Hola soy Janet West y ella es mi hija Cara Elkeles y nos acabamos de mudar a la casa de enfrente─ ¡diablos quería que me tragara la tierra!, tenía la cara roja de vergüenza y aquel chico no quitaba la vista de mí.
Su maldita mirada de satisfacción me estaba sacando de mis casillas, ¿Por qué todo esto me tenía que pasar a mí?
─ Oh claro, mi madre nos lo comento, pasen mi nombre es Noah─ alardeo con su voz arrogante. Esta abrió la puerta un poco más dejándonos pasar.
─ Mucho gusto─ saludo mamá yo solo susurre un inaudible hola.
Todas las casas de esta zona eran prácticamente iguales ya que han sido hechas a base del mismo molde. Toda la cuadra es algo parecido a una privada, solo que en lugar de tener casas comunes y corrientes tiene mansiones súper equipadas de lujo. No sé si lo mencione, pero Janet provenía de una familia de cache.
Se escuchó el sonido de unos tacones repiquetear contra la obscura madera que cubría el suelo y pronto apareció la amiga, con la que mamá chalo esta tarde, en un imponente vestido purpura ceñido al cuerpo y unos tacones plata que combinaban a la perfección, toda ella encajaba en nuestro alrededor, lujo, encaje y dinero, no me había percatado de lo bien vestido que estaba su hijo, aunque solo fuera ropa casual, pantalones caqui, playera en v y un saco perfectamente planchado, sin arruga alguna. Al percatarme de todo esto pronto me sentí mal. Mi vestido pasado de moda y mis zapatillas negras seguramente llenas de fango, quedaban fuera de lugar, automáticamente dirigí mi vista al suelo, observé las puntas de mis tenis y las gomas de mis muletas. Definitivamente no creo que pueda alzar la vista durante el resto de la velada y eso que acababa de comenzar.
Aquella imponente mujer recibió a mi madre con un enorme abrazo he hizo lo mismo conmigo solo que de una manera más suave y delicada, algo que no esperaba.
─Soy Miranda─ se presentó ante mí─ ¿Cuál es tu nombre linda?
─ Cara─ respondí tímida.
Linda, así es como me llamaba Alexander, suspire internamente, me lo imagine en ese preciso momento con sus mejillas sonrosadas y su sonrisa inigualable, desee pasar mis manos por su suave y sedoso cabello castaño, recordé esas preciosas e casi imperceptibles pecas y lo más importante esos precioso ojos azules ventanas del alma, una sonrisa amenazaba con aparecer en mi rostro, pero rápidamente me deshice de ese pensamiento.
─ Ese es un lindo nombre.
─ Gracias─ conteste inaudiblemente.
─ Oh vamos no seas tímida, no mordemos─ dijo en broma.
Sonreí.
─ Está bien señora, le agradezco su amabilidad.
─ No me digas señora, ¡me haces sentir vieja! ─ exclamo Miranda
─ Muy bien Miranda.
─ Siéntense por favor─ interrumpió Noah.
Mamá le tendió la canasta que llevaba en las manos a su amiga y esta sonrió.
─Gracias no era necesario.
Ambas se esfumaron en la cocina y me dejo en la sala con Noah, me removí nerviosa sobre mis muletas y este sonrió.
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Huesos de cristal
Genç Kız EdebiyatıY para ti ¿que intención tienen las estrellas? ¿Por qué todo ocupa un lugar en el espacio? ¿Cual es el motivo de existir? Para Cara Elkeles todo esto no significa nada. Atada a una camilla, sin ilusiones y con el alma en mil pedazos. Para Alexander...