Capítulo 31

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Capítulo 31

Más feliz que nunca me incorporé de la cama y me vestí, tiré de la mano de Alex y lo obligué a salir a desayunar, comimos chilaquiles y zumo de naranja mientras decidimos pasear por la costa.

No podía creer que de verdad me estuviera pasando eso, hacía algunos unos meses mi vida solo era mísera y vacía, no solo descubrí secretos de familia, sino que tenía un apuesto novio que me quería y que yo le correspondía, él había dejado su trabajo en el hospital de su padre, sus clases en la universidad y a su familia. Alexander fue la mejor persona que había podido conocer. Era mi todo.

─ Tengo una gran duda─ dije mirándolo directamente a los ojos.

─ Y yo tengo una respuesta a todo lo que tú me peguntes.

─ ¿Cómo es que puedes dejar todo por mí sin que te afecte?

─ ¿a qué te refieres? ─ preguntó dudoso.

─ Si, tú estás aquí conmigo para todo, sin embargo, yo no te he correspondido de la misma manera, además, no te importó dejar todas tus obligaciones y venir a mi rescate, dejaste tu trabajo, a tu padre, la escuela...

─ Pero eso para mí no es ningún inconveniente─ su cara da un giro de confundida a divertida- mis profesores saben que tengo al mejor maestro o sea mi padre, él daba clases en la universidad a la que asisto y se codea con los altos de ahí, ellos son files al dicho "la práctica hace al maestro", además como mi curso es sabatino casi no tengo problema en ello, solo tengo que dedicar unas cuantas tardes de lleno en estudiar y se resuelve el problema, y en cuanto a mi padre y el trabajo él me apoya en mis decisiones y quiere lo mejor para mí y eso eres tu─ no puedo evitar sonrojarme ante tal confesión.

─ Tu también lo eres todo para mí─ sonrió con dulzura y una idea ocupó mi cabeza ─ tu padre se molestó el día que salimos de paseo, ¿Por qué?

Un sonoro suspiro poco resignado, se escuchó.

─ Sabía que tarde o temprano me lo preguntarías y que mejor ahora que tu bomba ha explotado, prepárate...

─ Alex no me asustes─ titubeo.

─ Mira, Cara, sé que tenía que decírtelo desde aquella vez en la que nos confiamos todo el uno al otro, pero sentía que este secreto solo era mío, pero de verdad te quiero y te lo voy a confesar─ mi corazón martilleaba con una fuerza increíble, sudé en frio y me preparé para que mi corazón se rompiera en otros mil pedacitos más ─ ya te había comentado que mi madre murió en un accidente automovilístico─ asentí─ pues eso no es todo.

frenó en seco y supe que le costaba pronunciar palabra, pues la muerte de un ser querido no tan fácil se olvida y menos si aquel ser querido en cuestión es tu madre.

─ Continua─ lo alenté.

─ Bueno te lo contare desde el inicio, cuando yo no nacía, mi madre constantemente sufría de dolores en los huesos, muchos doctores le diagnosticaban osteoporosis, pero ninguno de ellos acertó, mi abuela abrumada con lo que le pasaba a mi madre visitó doctor tras doctor, hasta que un día dieron con un doctor quien era el profesor de una prestigiosa escuela de medicina, él la trató y le realizo muchísimos estudios hasta que detectó lo que ella tenía. Obviamente su enfermedad se trató y no se tomó a la ligera, pero en una de sus consultas aquel doctor le dijo si podía ayudar a los alumnos de su clase quienes se estaban especializando en traumatología, ella acepto gustosa pues quería que aquellos alumnos fueran capaces de identificar aquella enfermedad en otras personas y poder controlar la situación, ahí es donde mi madre conoció a papá, el inmediatamente cayó rendido a sus pies, pues mi madre era una mujer hermosa e imponente, su aspecto y carácter para nada era frágil, sus rasgos duros intimidaban a los demás, pero su cuerpo no era ni de cerca como su carácter. Él vio lo maravilloso en ella y no solo su actitud ruda, el poco a poco se fue acercando a ella y logro suavizar su forma de ser, todo iba de maravilla hasta que su profesor se dio cuenta de la relación que se empezaba a formar entre ellos, el hablo con mi padre y le dijo que un doctor no puede encariñarse con un enfermo ya que además de no ser profesional, sufriría más él que la paciente en cuestión y más si se encontraba en una etapa terminal o que se enfrentara a una enfermedad sin cura, el hizo caso omiso a las advertencias y poco después de terminar la universidad se casó con mamá y formó una familia, luego vine yo y después los problemas, aunque la enfermedad de mamá se controlaba, el parto fue demasiado riesgoso y después sus huesos comenzaron a molestarla más de lo normal, papá la trato, pero desgraciadamente su enfermedad estaba demasiado avanzada así que no había mucho que hacer, meses después ocurrió el accidente... papá viajaba de copiloto y yo en la parte trasera, mientras mama manejaba y disfrutaba de la música que sonaba en la radio, ella era fanática de la locura, la adrenalina y la felicidad pura, pero un imbécil que iba hablando por teléfono se salió de su carril impactando de frente contra nosotros, el golpe fue un poco fuerte, pero mi padre y yo lo resistimos, el con una costilla rota y yo solo con unos cuantos moratones y rasguños, pero para mamá fue demasiado, debido a fu enfermedad, sus huesos perforaron los órganos vitales a su alcance y ella...─ esto último ocasionó que su voz tiemble y una lagrima rodó por su mejilla.

─ Murió─ terminó la frase retirando delicadamente aquella gota salada, al ver su estado me lancé a sus brazos y lo abracé.

Maldije internamente, porque dejo de ser el mejor día de mi vida a un día triste por mi gran boca y mis preguntas estúpidas, sé que algún día el me lo contaría, pero en verdad lo arruiné, hice que recordara aquel pasado tan tortuoso.

─ mi padre se molestó aquel día, porque eres una paciente y así como él se encariño con mamá no quería que yo sufriera por ti, nunca te lo dije pero después de aquel paseo pelee con él y tiempo después arreglamos nuestras diferencias─ Alex agachó la mirada, me sentí pésima, además de que su padre se molestara, le echó la bronca por mí y apenas me vengo enterando, él colocó su dedo índice en mi barbilla elevándola y mirándome directamente a los ojos, yo le correspondí la mirada aunque me percaté de sus ojos ahora inyectados de sangre. ─ Sol, ni porque la reina de Inglaterra me prohíba verte lo voy a hacer y menos ahora que oficialmente eras mía─ sus palabras me hicieron sonreír.

Me encantaba cuando me llamaba sol, estaba segura de que nunca debí dudar de él, nunca más lo haría, para mí ya estaba más que fuerte y claro.

─ papá sigue temiendo por mí, pero ahora deja que yo tome mis decisiones y ha prometido apoyarme, pase lo que pase estaremos juntos como una familia.

─ no sé porque aún sigue temiendo el doctor Bush, pero no tiene porque, no pasara nada, lo que pasó no fue por algo nuestro, es diferente- afirmó con mucha confianza.

─ lo sé, pero teme que la historia se repita, como lo dijo Silvia.

─ ¿Silvia? ─ inquirí─ ¿la enfermera que sirve la comida? ¿Qué pinta ella aquí?

─ Silvia es mi tía, ¿aún no te has dado cuenta sol? ─ me miró inquisitivo.

Pero creo que me he perdido de algo, no tengo ni la menor idea de a que se refiere.

─ Cara, mamá padecía osteogénesis imperfecta al igual que tú.

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora