Capítulo 34

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Capítulo 34

El vaso que Francisco sostenía entre sus delgados dedos resbaló y se hizo añicos en el suelo, manchando el inmaculado blanco de las baldosas, volviéndose una mezcla que antes se veía apetitosa en algo que ahora parecía vomito.

Los ojos de él volaban entre Román y yo, su boca se abrió y gesticuló como un pez, si fuera otra ocasión me hubiera reído pero ningún sonido salió de mi garganta.

Nos miramos por varios minutos hasta que el tartamudeo:

—Pe...pero... ¿com...como... es posible?

—Es la misma duda que tengo yo— afirmé, sus ojos de repente se volvieron brillosos y nunca esperé que me acunara entre sus brazos y me estrechara contra él, sin embargo, lo hizo, lagrimas desbordaban por sus ojos— por fin, por fin estas aquí— repetía afanado, pero mi cuerpo se tensó al instante por lo cual me soltó.

Dejamos el recibidor atrás y nos colocamos en la sala cómodamente en los grandes sillones.

— ¿Cómo es que estas aquí? — cuestiono maravillado aun sin salir de su trance emocional.

Para mí era un poco incómodo pues reaccionó de una manera que nunca imagine, a penas y conocía al hombre y ya había ocurrido todo un revoltijo de sentimientos y emociones. Algo harta de repetir toda la historia le conté a Francisco mi historia, aunque bastante resumida, no pase por alto las muecas de sorpresa que hizo al escuchar la versión de Janet.

—Eso es una total mentira, bueno hasta cierto punto. Si admito que tuvimos una aventura libertina pero nunca llegaron a un acuerdo como tal, ambos se fueron y tu madre acepto las condiciones que Justo le impuso. Yo sabía que tú eras mi hija, pero ella te negó, ni siquiera me dejó hablar con Justo y tiempo después perdí contacto con ella. En ese entonces Román era muy pequeño, pero al ya no estar su madre creí que podríamos ser los tres una familia y con los tres me refiero a ti, a Román y a mí.

—Janet no menciono que quisieras saber de mí...— confesé dolida

—Claro que no, por ella, por ella, justo falleció, fue su culpa.

Esa declaración me saco el aire por completo, mis ojos comenzaron a escocer y pregunte:

— ¿a qué te refieres?

—Veras, una noche, me entere de que tu familia viajo a México después de tu nacimiento y me entere de la prueba de ADN que justo solicito, cundo supe que era negativo inmediatamente quise ponerme en contacto contigo, pero Janet me lo impidió. Me rogo, me imploro y después me exigió que me alejara de su familia e hizo que justo cambiara la fecha de regreso a su país y regresaron antes.

>> paso mucho tiempo hasta que finalmente conseguí el numero con el cual podría localizar a tu padre. Cuando llame por primera vez atendió Janet y creí que todo estaría perdido, se dio cuenta de quién era y dijo que no volverá a molestar e incluso consiguió que tu padre cambiara de número. Ella viajo especialmente hasta aquí y me sedujo haciendo que la historia se repitiera. Caí vilmente en su sucia trampa hasta que me di cuenta de sus verdaderas intenciones. Ella quiera deshacerse de mí, quería que yo no le estorbara para su nuevo plan, ella quería hacerse del dinero de Justo y para que su plan no se viniera abajo dijo lo que "supuestamente" sentía por mí y lo utilizo en mi contra. Un día mientras ella dormía me hice del nuevo número de Justo y le llame del teléfono de ella misma, quería tirarle su jueguecito, desgraciadamente el majaba cuando le llame, ella arrebato el celular y grito desesperada que no confiara en mi palabra. Justo preso de la furia se salió de su carril al conducir y su auto se estampo contra otro el cual llevaba dentro a una familia, el murió ahí, al igual que la mujer del otro auto.

Me impacto saber la versión de Francisco, mire a Román y estaba tan absorto como yo en la historia de su padre que no pronunciamos palabra. Sin decir nada me levanté del cómodo sofá y me dirigí a la salida, tenía mucha información que digerir, pero Francisco lo impidió.

—Cara por favor, yo quiero convivir contigo, parar tiempo, cubrir el tiempo que no estuve, quiero estar con mis dos hijos dijo desviando la mirada hacia Román, pero lo interrumpí.

—Solo necesito meditarlo.

El asintió y Salí de allí. No sabía adónde ir ni donde ocultarme así que estuve vagando por ahí hasta que anocheció y me rendí regresando a casa de la abuela.

Cansada, toque levemente la puerta y al ver que era yo aliviados corrieron a examinarme

— ¿estás bien? — pregunto Alex.

— ¿Dónde has estado? ¡Nos tenías preocupados chamaca! ¡Qué bien que ya estés aquí! Atacaron con preguntas y exclamaciones, Martín, la abuela, Tamara y ¿Noah y Noé?

¿Qué hacían ellos ahí?

—Alex nos llamó — aclaro Noé.

Mire a Alex y este se excusó.

—Creí que sería buena idea que estuvieran aquí apoyándote.

—Pero ellos no sabían que...— comencé a hablar, pero Noah me lo impidió.

—Él nos lo ha contado, espero que no te moleste.

Negué con la cabeza.

—Como se los agradezco a todos, de verdad gracias por estar aquí— y formé otro mar con todas las lágrimas de agradecimiento que expulsé.

—Pero ahora responde nuestras preguntas— habló Martín.

Mire a mi alrededor en busca de Dakota o de mi madre, pero ya no estaban.

—Se han ido, yo especialmente eché a tu madre a patadas— dijo orgullosa la abuela.

Asentí conforme y procedí y a contarles todo, al inicio se impresionaron al escuchar que fui con Francisco pero después simplemente se mantuvieron en silencio.

—Cara, ¿Qué día fue ese accidente? — quiso saber Alexander.

— ¿En el que murió mi padre? — él asintió

—El 13 de mayo- y juro que lo vi palidecer— ¿Por qué?

—Mi madre también murió un 13 de mayo en un accidente automovilístico, ¿lo recuerdas?

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora