Capítulo 19

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Capítulo 19

Los tacones de mamá me sacaron de mi ensoñación, ella bajó corriendo las escaleras, iba a llegar tarde al trabajo si se demoraba un poco más, tomó su bolso y me dio un beso rápido en la mejilla mientras salía más rápido que un fórmula 1.

─ Te quiero hija, nos vemos en la tarde, cuídate.

─ Lo mismo tu mamá─ respondí monótonamente.

El celular vuelve a vibrar indicándome de otro mensaje.

"¿sigues ahí?"

Su confesión me había dejado helada, no sabía cómo responder, estaba consciente de que hace unos meses lo había conocido, pero estaba segura que lo quería, nunca se lo había dicho, ni el a mí, pero mis sentimientos por el cada día estaban más a flor de piel, temía que si nuestra relación avanzaba demasiado rápido pudiera terminar de la misma manera. Incluso planteé los pros y los contras de una posible relación y por primera vez razoné las consecuencias de esto.

Al final decidí no contestarle, necesitaba despejar mi mente de todo y pensarlo desde el primer día que lo vi.

Suspiré sonoramente.

Me recuesté en el sofá y tomé el mando de la televisión, me dediqué a buscar un canal con el cual entretenerme hasta que llegué en un canal de música, me dejé llevar por este y me permití fantasear con una posible relación.

Lamentablemente ese pensamiento se disipó y me puse a recordar lo que había sucedido un día antes, caí en cuenta de que Alex no había aclarado mi duda de que heramos en realidad, eso me hizó dudar sobre nuestra decisión de perdonarnos mutuamente, temí por mi futuro.

¿Alexander es mi futuro?

La verdad no quería ni pensar, aunque sabía que algún día debía detenerme a razonar mis circunstancias, pero elegí que ese no era el momento adecuado.

Mi hermano me vino a la mente y recordé que su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina y una semana después se venía el mío, pronto cumpliría 18, tal vez pudiera visitar México, papá era originario de ahí. No lo recordaba pero cuando tenía aproximadamente un año de edad fuimos a visitar a la abuela, después todo empeoro y surgió lo de mi enfermedad, de ahí siguieron los demás sucesos y no había vuelto a regresar, ya no estaba en el hospital y tal vez podría convencer a mamá de ir de vacaciones aunque no creía que me tomara muy enserio, tal vez para el cumpleaños de Ansel podríamos pasarlo todos allá, creí que era una buena idea, el mar, mi familia, despejar mi mente, igual y dentro de unos días me quitarían estas estúpidas muletas.

La idea me parecía maravillosa, así que planeé decirle a mamá cuando terminara su trabajo, por lo mientras cogí el teléfono de casa y marqué el número de Ansel. A los 3 pitidos me contestó.

─ ¿Diga?

─ ¿Ansel? Soy Cara.

─ ¡hermanita de mi alma! ¿cómo va todo?

─ De maravilla, ¿y a ti?

─ De igual manera.

Tenía la impresión de que me estaba siguiendo el rollo.

─ ¿a qué debo tu llamada? ─ preguntó un poco cortante.

─ Uuyy que amargado, solo para saber cómo estaban y porque se me ha ocurrido una idea brillante y quería comentártela.

Suspiró bastante cansado.

─ ¿Cuál es esa brillante idea según tú?

No pasó desapercibido su tono, pero me dio igual.

─ Que por tu cumpleaños visitemos a la abuela en México.

─ ¿¡que!?

─ Que por tu cumple...

─ Si, si te he oído, ¿pero ya se lo consultaste a mamá?

─ No, ¿por...?

─ A ella no le cae la abuela, desde tu sabes... lo de papá. Por mi encantado, hace mucho que no salimos, pero mamá es la cuestión.

─ ¿Tú crees que no quiera?

─Yo te apuesto a que no quiere─ dijo muy seguro de sí mismo.

─ Gracias por los ánimos─ rodé los ojos, aunque sabía que no podía verme.

─ ¿Platica con ella y según su reacción planeamos todo?

─ Valeee─ arrastré la palabra dándome por vencida, conociendo como era ya se habían venido todos mis planes para abajo.

─ Me tengo que ir estoy a punto de entrar a una reunión, adiós, enana. ─ y colgó.

Menuda casualidad, la verdad me habría gustado conocer México, sabía que nunca lo había hablado con nadie, ni con Alexander, pero prefería vivir en lugar como el que se mostraba en las pocas fotos que teníamos, a vivir en la cuidad y mucho menos en un hospital.

La abuela se veía como una persona amable y bondadosa, aunque mi madre la pintaba como un dragón de cuentos de hadas, hacía mucho tiempo desde que papá conversaba conmigo respecto a su infancia y decía muchos buenos comentarios sobre ella, la conocía por las fotos que me mostraba y me contaba todo lo que hacía con sus amigos en la playa porque para variar él vivía en una zona costera. Me lo imaginé cubierto todo de arena y sonriendo, lo cual me hacía gracia y me reí sola. Eso me hizo pensar en mi locura y en que me siento realmente bien siendo yo misma y no aparentando ser alguien que no era, ocultándome en la habitación aséptica del hospital, con Alexander y con mi padre salía mi verdadero yo, aunque aparentaba ser una persona tímida, era una persona más que nada sin experiencia ni con un albedrio digno de que es la vida y aunque toda o la mayoría había sido una mierda.

Me causaba decir tacos en mis pensamientos y justo en ese momento parecía una morsa pariendo en lugar de una dama como todos creían.

Una canción muy alegre comenzó a sonar en la televisión y aunque no tenía la menor idea de quien la cantaba, me subí al sofá con todo y muletas y comencé a bailar, juro que habría brincado, pero esas cosas no me lo permitían, así que, aunque batallé un poco di rienda suelta a mi locura sin igual.

Divertida conmigo misma, meneé la melena al ritmo de la canción y comencé a cantar el coro a grito abierto, aunque no me lo sabía y eso es aún más divertido, me bajé del sofá y desfilé como si estuviera en una pasarela tratando de obviar las muletas e hice todo un show.

Me balanceé en mis muletas y ambos zapatos salieron volando a no sé dónde, tomé el mando y subí aún más el volumen, caminé hacia la cocina y tomé el salero como si fuera un micrófono, seguí avanzando y tomé un par de chucherías para comer mientras regresaba a la sala de estar, pegué un grito digno de rock and roll y comencé reír aún más, aunque todo mi teatrito se vino abajo cuando escuché las sonoras carcajadas de Noah y Noé en la puerta principal. 

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora