Capítulo 15

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Capítulo 15

─Me apasiona nadar ─ dije simplemente, pero noté sus cars aburridas así que decidí mentir─ y el futbol, a los 8 años vi por primera vez un partido en vivo, mi padre me llevo y desde ahí lo adoro, pero por esta cosa de mi pierna me es imposible jugar.

En realidad, eso es lo que le apasiona a Ansel, él ha vivido realmente, yo no.

─ Eso es fantástico, cuando te recuperes podrás jugar con nosotros─ dijo entusiasmado Noah.

─ Emm claro─ respondí con nerviosismo.

Creo que me he metido en un grave problema, pero ignore esa vocecita en mi cabeza que me pedía que dijera la verdad.

Quitando las miradas azules y creída de aquellos hermanos, eran realmente geniales, muy creídos, sí, pero eran divertidos, después de conocernos más mutuamente vimos una película de acción realmente entretenida, nos lo pasamos muy bien y todo ese tiempo mamá se la paso charlando con su amiga, después tuvimos que retirarnos, pero quedamos de vernos pronto para salir juntos a algún lado.

*****

Me habría gustado decir que me desperté por los rayos del sol entrando por mi ventana, pero no fue así, el sonido de algo impactándose contra el piso me despertó. Me incorpore lo más rápido que pude y salí a ver el motivo de la ruptura de lo que sea que haya sido. Camine por el pasillo lo más rápido posible pero mis muletas me restaban velocidad, al final de este había un cuerpo con cabellera rubia artificial de rodillas sollozando.

Era mi madre.

Me acerque a ella, pero no podía ni tirarme al piso ni abrazarla. Con todo el cuidado de mundo me senté en el suelo y una vez sentada arrastre mi cuerpo hasta ella y lo primero que hice fue tomar su mano, aquella mano pálida con que se sostenía. Al sentir mi tacto abrió los ojos rápidamente, me rodeo en sus brazos y lloro con su mejilla apoyada en mi hombro. Al momento de abrazarme lo que tenía oprimido bajo el pecho, resbalo y callo a mis pies, sin moverla ni preguntarle nada tomé aquel objeto rectangular y le di vuelta, era una porta retratos plateado, el cual tenía fragmentado el vidrio que cubría la fotografía. En esta estábamos los cuatro, mi familia reunida en el jardín del hospital y yo estaba sonriente en mi silla de ruedas.

Recordé aquel día, ese día cumplí 5 años y me lo festejaron en el hospital recuerdo que Ansel no quiso sonreír para la foto porque estaba mudando dientes, sus ojitos salen casi cerrados por las luz que nos golpeaba directamente en la cara, estaba en su pleno esplendor, yo todo lo contrario a él, salgo demacrada y con una débil sonrisa, mis padres se ven felices y ambos sujetan una de sus manos entrelazando sus dedos, mamá estaba joven y zambutida en un vestido de flores, sale distraída mirando fijamente a papá el cual le corresponde la mirada, mientras Ansel y yo le prestamos atención a la cámara, a pesar de la situación mi familia era feliz.

Caigo en cuenta que esa es la razón por la cual mamá llora, trato de ponerme en sus zapatos y sé que cae todo el peso de nuestros problemas en sus hombros, trato de consolarla, le beso la mejilla y me acurruco con ella, pero eso parece que la motiva más a continuar su llanto que a cesarlo. Desconozco si a parte de la fotografía hay otra razón por la cual llore, pero lo que no se me cruza ni por la mente que en realidad ella oculta un oscuro secreto, un secreto que nos perjudicara a futuro.

Transcurrido un buen tiempo logra tranquilizarse y trata de hacer lo mismo conmigo ofreciéndome una débil sonrisa, le correspondo, aunque no sea sincera del todo. Se pone de pie y me ayuda a levantar, susurra un no pasa nada y con sus delgadas manos alisa su atuendo del día, pantalón de vestir azul marino, un saco blanco y una blusa naranja que hace juego con los accesorios dorados que lleva. Sin decir nada dejo pasar el incidente y hago como que nada paso, desayunamos juntas y más tarde sale de casa para ir a su trabajo de oficina que recientemente adquirió, según lo que me dijo.

Huesos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora