1 - Un día como cualquiera

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El verano había pasado volando

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El verano había pasado volando... Demasiado rápido siendo honestos.

Como cada año por estas fechas, mi reloj estaba un poco desorientado. Pasar de levantarse cada día a la hora que me diera la gana a tener que madrugar, no era algo que sencillamente podía tolerar y, en consecuencia, pasó lo inevitable.

─¡Despierta Yuïji! ¡Llegarás tarde! ─ gritó mi madre desde el comedor.

Aquel estruendo me obligó a levantarme de la cama, pero, aun así, la lentitud era la dueña de mis movimientos. Tras un fuerte bostezo, agarré mi móvil y miré tranquilamente la hora. ¡No podía ser!

─¡¡Es tardísimo!! ¡¡Llegaré tarde!! ─ exclamé alarmada. ─ ¡¿Cómo había podido quedarme dormida justamente hoy?!

Bajé las escaleras lo más rápido que pude vigilando de no caer rodando por estas. ¡No podía permitirme perder más tiempo! Para colmo, ayer olvidé prepararme la mochila, cosa que provocó que tuviera que hacerla con prisas. Por suerte, era el primer día de clase y solo necesitaría el desayuno y un par de bolígrafos. Una vez lista, salí corriendo dirección al colegio. No podía llegar tarde mi primer día de clase.

¿Os estaréis preguntando quién es esta despistada? Encantada de conoceros, me llamo Yuïji. Lo sé, mi nombre no es que sea muy común, pero que se le va a hacer, mis padres debían estar borrachos cuando me lo pusieron. Pero, aun así, no me quejo, la verdad es que le tengo bastante cariño a mi extraño nombre. Después de todo, prefiero llamarme de forma única a tener que ser llamada por mi apellido. El año pasado, por ejemplo, mi clase estaba llena de Lauras. ¡Era un completo follón!

Retomando mi presentación, debo decir que soy alguien bastante ordinaria. El simple hecho de daros este tostón lo demuestra. Tal vez otra persona hubiera dejado que la conocierais poco a poco, pero así soy yo. Considero que las presentaciones son bastante importantes, aunque no las soporte. Gracias a ellas eres capaz de conocer detalles de la persona que ignorabas. Un ejemplo: cuántos años creéis que tengo. ¡Veis! Por más que quisieras adivinarlo, solo serían especulaciones, teorías sin pies ni cabezas. Por si lo preguntáis tengo 15 años. Sí, lo sé. Soy de las pequeñas de la clase, pero que se le hará, yo no elegí nacer en diciembre.

Mi pelo es relativamente largo, a ver: no me llega hasta el culo, pero sí hasta la mitad de la espalda. Os puedo asegurar que es un tostón tener que desenredarlo a cada minuto. Es como si no pudiera estarse quieto. Cuando me despisto... ¡Pum! Melena de león. Vaya rollo... Aunque tampoco soy de las que le dedican mucho tiempo a su pelo, en mi opinión hay cosas más interesantes en la vida. Por eso, prefiero levantarme más tarde y peinarme en dos minutos. Ya sabéis lo que se dice: el sueño es una parte fundamental para nuestro crecimiento.

Si tuviera que ponerle un color a mi cabello no sabría exactamente como definirlo. ¿Castaño?... ¿Rubio?... ¡Quién sabe! Yo, personalmente, opino que es una mezcla entre ambas tonalidades, aunque mis amigas afirman que lo tengo rubio. Debo admitir que mi piel es muy blanca. No es pálida, pero si me estirara en la nieve podría pasar desapercibida. Además, si me comparo con la gente que me rodea... Digamos que soy como una hoja de papel.

El Juego de las Mil CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora