12. ¡A BAILAR!

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- ¡Llegamos! ─ exclamé moviendo mis brazos creando una especie de línea horizontal. Sí, lo sé. Es difícil narrar mis acciones...

- ¿Se puede saber por qué me haces corre? ─protestó la histérica de nombre Vana ─¡Qué asco ahora estoy sudada! ─ lloriqueó. 

¿En serio? Qué tan pija se puede llegar a ser en esta vida... Si se quejaba por esto, no quiero ni saber qué dirá una vez nos pongamos en camino. Definitivamente, este será un largo viaje...

- Muy bien, ¡nos vamos! ─ proclamé con alegría. Es cierto que aquella corrida me había agotado, pero, por extraña que sonara, me encontraba llena de energías. 

- A mí no me des órdenes, dormilona. ─ gruño el idiota de nombre Yunki.

- ¡Yo no soy una dormilona! ─ le saqué la lengua.

- ¿Venga, vamos? ─ interrumpió Vana. ─ ¡Quiero salir de este pueblo ahora mismo!

   ❄❄❄  

Continuamos avanzando por aquel tablero de azar. No sabíamos a dónde íbamos y mucho menos dónde se encontraba el final.  Solo conocíamos nuestro objetivo: Recuperar a nuestros compañeros y amigos. Pero nada más. Nunca pensé que caminar a ciegas fuera tan duro.

Finalmente, llegamos hasta una gigantesca puerta. ¿Adivináis qué pasó? La puerta estaba cerrada y la única manera de abrirla era cogiendo la llave que tenía un ratón. De todos los animales existentes debía de ser un ratón. Así ni Vana me ayudaría. ¡¡¡¡Nooooooo !!!!!!!!

- Alis vuela para ponerte al otro lado y así lo acorralaremos ─ ordené.

- De acuerdo, allá voy.

Al verme el ratón corrió hacia donde estaba Alis, no obstante, se desvió y .....

- ¡Vana, atrápalo! ─ grité.

- ¡¡¡NOOO !!!! ¡¡UN RATÓN !!! ─ chilló mientras cerraba sus ojos y no dejaba de moverse. En consecuencia, esta fue a parar de culo contra el suelo permitiendo que el estúpido ratón se escapara. Es decir, pasó de largo.

- ¿Vana, estás bien? ─ le pregunté tratando de contener mi risa.

- ¿Que ha pasado? ¿Por qué estoy en el suelo? ─ interrogó desorientada. Parecía ser que el tortazo la había vuelto más loca de lo que ya era.

- Pues un ratón ha ido hacia ti y...

- ¡Un ratón! ─ me cortó ─ ¡¿Dónde?!

- Ahora ni idea. ─ suspiré ─ Si lo hubieras atrapado el juego ya habría terminado. ─ comenté un poco irritada ─ ¡Alis vamos! Debemos atrapar aquel ratón.

- No hace falta. ─ interrumpió de nuevo Vana mientras nos señalaba hacía Yunki ─ Veis.

- ¡Qué! ¿Cuándo has conseguido abrir la puerta? ─ pregunté anonadada. 

No entendía como lo había hecho. La única forma de lograrlo era atrapando el ratón, pero no había visto en ningún momento que lo intentara. ¿Había usado magia? Impsible, esas puertas no eran tan sencillas de abrir.

- Hace rato. ─ confesó con cierto aire desinteresado ─ No soy tan estúpido para que se me escape, tonta.

- ¿A quien dices tonta, idiota? ─ contraataqué.

- ¿A quien será? A ti. Ves como eres tonta. ─ recalcó la última palabra.

¡Ah! No lo soportaba. Estaba segura de que si estoy fueran unos dibujos animados ahora mismo me saldría humo por las orejas. Yunki era un idiota inaguantable. Ya vería un día de esos. Iba a lograr que se tragara todas sus palabras.

El Juego de las Mil CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora