23 - El rencuentro

32 5 0
                                    

No recuerdo mucho de lo que pasó a continuación. Mi mente solo se encontraba focalizada en esas dos, así que lo demás me daba igual. No sé en qué momento el duende se fue, ni tampoco cuando regresamos a la sala dónde todo había empezado. Solo podía mirarlas con miedo a que desaparecieran. Ya había soñado con ese momento tantas veces que tenía miedo de que solo fuera una ilusión. 

Meru no dejaba de sonreír y Hana parecía entusiasmada. Sus sonrisas eran muy contagiosas, siempre lo habían sido. Agité mi cabeza para alejar todas aquellas extrañas ideas. ¡Así no era yo! 

─Siempre causando problemas, ¿eh? Al final siempre os termino salvando.

─¿La imprudente nos está sermoneando? ─ se burló Hana ─ ¿La estás escuchando? ¿Yuïji se ha hecho mayor?

─Ríete lo que quieras, pero aún espero vuestros gracias.

─¿Y esa actitud tan genial? 

Yunki interrumpió nuestra  conversación. A su lado se encontraban todos los demás, ¿cuándo se había acercado?

─Tendrías que haberla vista. ─ se rio Vana ─ Su desesperación no estaba nada a la moda.

─Ha sido agotador tener que cuidarla. ─ suspiró Break.

─¡Eh! Traidores... ─ murmuré entre dientes, aunque todos lograron escucharme. No dejaban de reírse. ─ Ya les vale.

─Por fin lo has conseguido. ─ sonrió Nia ─ Todos reunidos de nuevo.

─Sí... Por fin. 

─3... 2... 1...

Miré con extrañez a Nia. ─ ¿Por qué la cuenta atrás? ─ No obstante no tardé en comprenderlo. Vana iba a empezar un largo interrogatorio. Suspiré agotada al escucharla. ¿Cómo podía hacer tantas preguntas? ¿De dónde las sacaba?

─¿Sé puede saber dónde os habíais metido? ¿Qué estuvisteis haciendo todo este tiempo? Bla, blabla, blablabla, bla.......

El blablabla lo he añadido yo. Esta chica habla por los codos. Desperdicio de palabras y saliva. Además, a nadie le interesa su vena detectivesca. Al menos eso creo. Ahora, sin más preábulos, por qué no regresamos al tema más importante.

─¡Ahora solo tenemos que llegar al final y se acabó!

─¡De vuelta a casa! ─ sonreímos Hana y yo.

Por fin... Después de tanto tiempo lograríamos regresar. No obstante, Nia tuvo que rompernos la burbuja.

─Os lo estáis tomando con demasiada calma. Según los informes, nadie ha logrado superar este juego. No lo subestiméis. Aún no hemos ganado.

─Nia tiene razón.

─¿Meru, tú también? ─ interrogué confusa. 

─Hana y yo superamos varios juegos antes de llegar aquí. Los juegos cada vez son más complicados.

─Ya ves... Los peores fueron los de velocidad... ─ suspiró Hana ─ Y no estoy hablando de carreras, más bien los que implican velocidad en las acciones.

─Te compadezco. Meru es la tortuga nº1. No sé cómo has logrado sobrevivir.

Ambas intercambiamos miradas antes de explotar a carcajadas. Como echaba de menos estos momentos. Reír por tonterías y burlarnos las unas de las otras. La confianza da asco, pero te llena de felicidad a la vez. Es raro, pero todos los vínculos lo son. ¿Por qué queremos a los padres? ¿Por qué odiamos a ciertos profesores? ¿Por qué juzgamos antes de conocer? Como os dije, los lazos se crean de forma irracional. Es absurdo buscarles un trasfondo lógico.

El Juego de las Mil CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora