Pensaba que la esclavitud había finalizado, pero, al llegar a esa sala, tanto Break como Nia obligaron a sus parejas a abanicarlos. De mientras, ambos reposaban tranquilamente: Break tumbado en el sofá y Nia sentada en una silla.
─Cuanto tiempo.
Fueron las palabras que alcancé a escuchar. Giré la cabeza para clavar mi atención en la señora. Seguía igual, ningún cambio notorio. Ni siquiera sus ropas, nada de nada.
─¿Qué haces aquí? ─ interrogué ansiando conocer la respuesta, no obstante, como siempre, esa mujer me hizo esperar. Con un sutil movimiento de mano nos indicó que tomáramos asiento. Luego, tomó un trago de té y nos miró a cada uno. Al terminar su recorrido, clavó sus ojos en mi persona. Tragué nerviosa al sentir su presencia: esa señora era intimidante.
─Veo que os habéis reunido. ─ sonrió ─ Perfecto. Es hora de que os cuente la profecía que en antaño fue dictada por el oráculo:
«Pasará tiempo, pero el oráculo se cumplirá. Llegará el día donde la luna y el sol se reencontrarán en el firmamento. Bailarán al compás de un ritmo melodioso mientras la gran estrella se ocultará tras el bello satélite ocho veces. De aquellas sonrisas nacerá una nueva esperanza capaz de erradicar la maldad de un mundo sin control. Aquel fruto sentenciará el rumbo de los tiempos y arrancará la crueldad del trono. Una vez las ocho constelaciones regresen al firmamento, los antiguos reyes en paz descansarán.»
─¿Constelaciones? ¿Acaso se escucha? Eso no es ninguna profecía, solo es un cuento de hada. ─ se burló Vana ─ Además, las constelaciones están pasadas de moda. Solo son imágenes deformes que ven los lunáticos.
─¿Entiendes algo? ─ preguntó en un susurró Break a Nia.
La amante de los libros intercambió una mirada con el chico antes de volver a encerrarse en sí misma. Como si se tratara de una detective de película, Nia acercó su mano a la barbilla. Se notaba a leguas que se encontraba tratando de descifrar aquel lioso relato. ¿Por qué las profecías tenían que ser tan complejas? ¿Es decir, no les resultaría más fácil decirlo claro? ¿Por qué complicarlo tanto?
─Concluyendo: esperas que nosotros seamos esas ocho constelaciones. ¿Me equivocó? ─ la señora asintió a las palabras de Nia.
─¿Tú la entiendes? ─ interrogó Vana con incredulidad ─ ¡¿Cómo?!
Nia miró con aburrimiento a su amiga antes de ignorar sus palabras. De nuevo, sus ojos se dirigieron a la mujer que nos acababa de contar aquel mensaje inentendible.
─Nuestro destino, de ser así, sería destronar a la actual reina, ¿verdad?
─Te equivocas. ─ interrumpió Hana ─ No podemos ser esas constelaciones: nosotros somos siete. ─ sonrió con orgullo, luego me susurró ─ Para ser tan lista, las mates son su punto débil.
─¿Meru estás bien? ─ le pregunté en susurró al verla tan ida. Parecía un robot incapaz de procesar los nuevos datos. Quizás lo mejor sería ponerla en contexto ─ ¿Conoces la leyenda de la familia real? ─ mi amiga negó con cierta frustración. No le gustaba admitir que había algo que no sabía ─ Resumiendo hay una historia que dice que toda la familia real fue asesinada, menos la hija que se salvó, porque la enviaron a nuestro mundo. Luego la hermana del rey fue quién subió al trono. Es ella la culpable de que estemos aquí. Es la creadora del Gyamburu.
Me sorprendí a mí misma al recordar todos aquellos datos. Por lo general, solía olvidar la información irrelevante. Ya sabéis... ¿No os pasa que después de un examen se os formatea la cabeza? Pues es lo mismo. La abuela...
─¡¿Abuela?! ─ exclamó llamando la atención de todos ─ Nada, nada. No me hagáis caso. ─ disimuló para seguir regañándome en susurros ─ ¿En serio Yuïji? Que falta de educación. A las personas mayores se les llama personas mayores.
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El Juego de las Mil Cartas
Fantasy¿Nunca te preguntaste por qué en el colegio no hay clases divertidas? ¿Qué pasaría si una clase te llevara a otro mundo? Si acabaras separado de tus amigos, ¿qué harías? Si quieres saber que haría yo, acompáñame durante este viaje en un mundo de jue...