Era una mañana clara, el sol se filtraba a través de las cortinas de las ventanas. Fue justo uno de los rayos de esa esfera gigante de fuego la que provocó que me despertara esa mañana. Uno de sus más traviesos brillos se dedicó a divagar alrededor de mis ojos, queriendo despertarme. Por mi parte, no le tomé mayor importancia y me levanté como de costumbre.
Me dolía la espalda y no lograba recordar dónde estaba. Antes de lograr descifrar esta incógnita, necesité frotarme varias veces los ojos. Me encontraba en aún en la biblioteca. Había dormido con la cabeza apoyada en la mesa. Eso explicaba el porque me sentía como si acabara de correr toda una maratón... Esperar... Libros, mesas, sillas... ¡Es verdad! ¡Tenía que regresar a la habitación antes de que los demás se despertaran! No quería escuchar su interrogatorio. ¿Qué les iba a decir? "Perdonad, me quedé dormida en una biblioteca mientras trataba de aprender a volar." Ni loca.
Corrí... ─ ¿a quién engaño? ─ Caminé como todo un zombi hasta la posada. El sol apenas había salido, así que debían ser alrededor de las seis. Las calles estaban vacías y solo se escuchaba el silbido de los pájaros. Pasé por delante de un horno que desprendía una cálida olor a pan recién hecho. La única hada despierta de todo el lugar.
Llegué a mi habitación varios minutos después y, para mi fortuna, todos seguían durmiendo. Por lo que nadie notó mi ausencia. Me tumbé en la cama y cerré los ojos queriendo aparentar que había pasado allí gran parte de la noche, para no decir toda. No sé en qué momento me quedé dormida, pero al despertar las cosas eran ya muy diferentes.
¿Os ha despertado alguna vez una alarma? Si es así, ¿habéis logrado apagar el reloj o el móvil rápidamente? Una vez, en el pasado, cambié la ubicación de mi móvil y os aseguro que nunca pasé mayor calvario. Ahora, este suceso quedó relevado a segundo lugar. La cama comenzó a vibrar, como si estuviera ocurriendo un terremoto. Se agitaba de un lado para otro como queriendo echarme de allí. A continuación, con apenas un segundo de diferencia, un agudo pitido resonó en la sala, hasta que ese estridente sonido se convirtió en la típica alarma de reloj.
Me alejé tan rápido de la cama que tuve la sensación de no haber estado durmiendo. El sueño se había ido y mis ganas de asesinar a ese objeto crecieron. A mí alrededor, no faltaron las carcajadas. Todos los demás ya se había levantado, pero ninguno parecía sorprendido ante ese extraño fenómeno.
─¡¿Qué está ocurriendo?! ¡¿Por qué está hablando?! ─ exclamé horrorizada.
Desde hacía ya un par de segundos, la cama había empezado a recitar un monologo sobre la importancia de despertarte temprano. ¡¿Qué clase de truco era ese?! ¡LAS CAMAS NO HABLAN!
De nuevo, solo recibí carcajadas como respuesta. Mis compañeros no podían dejar de reír. ¿Qué mosca les había picado? ¡Eso no era gracioso! ¡La cama hablaba!
─¿Por qué os reís? ─ les recriminé con el ceño fruncido.
─Lim te presento el nuevo modelo de despertador mágico. ─ exclamó Lira con gracia.
─¿Ni algo tan básico sabes? ─ se burló Ryo.
─Existen hadas capaces de modificar cualquier objeto ─ me explicó Alis ─ Pueden hacer que tome otra función, como es el caso de esta cama.
─"¡Calarma!" ─ exclamó Lira ─ "Cansado de no despertar por las mañanas. Cansado de llegar tarde a todas partes. Nosotros tenemos la solución. Te presentamos Calarma. Una cama que combina la suavidad de las sábanas con la ferocidad de un reloj. Ahora nadie tendrá excusa para llegar tarde. Gritémoslo todos juntos: ¡CALARMA!"
─¿Pero por qué solo ha sonado la mía? ─ protesté ignorando el anuncio de teletienda que había recitado la rubia.
─Estas camas eran normales cuando llegamos. ─ murmuró Yume ─ ¿Estuviste aquí durante toda la noche, verdad?
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El Juego de las Mil Cartas
Fantasy¿Nunca te preguntaste por qué en el colegio no hay clases divertidas? ¿Qué pasaría si una clase te llevara a otro mundo? Si acabaras separado de tus amigos, ¿qué harías? Si quieres saber que haría yo, acompáñame durante este viaje en un mundo de jue...