25 - El nuevo comienzo

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El grito de la señora detuvo nuestros pasos. Al girarnos, nos encontramos con la mujer cruzada de brazos. Su mirada se encontraba fija en Yunki, quien se encontraba a punto de regresar al recinto. Antes de hablar aclaró su garganta y colocó sus manos en su cintura.

─ Yunki. ─ lo llamó ─ ¿Quién ha dicho que tu viaje se acabe aquí?

─ ¿Qué? ─ soltó anonadado ─ Pero si yo ya he...

─ Ni peros ni nada. Tu viaje aún no ha terminado.

─ ¿Por qué? ¡Yo ya he cumplido! No tengo porque seguir en esta locura. Ella ya puede cuidarse sola. Ya no me necesita. Ahora tiene la experiencia y a sus amigos. Yo ya he cumplido. No pienso regresar allí. ¡Yo ya no soy jugador!

Observamos todo con asombro. Nunca había visto a Yunki tan molesto. Hasta ahora solo había conocido la faceta burlona y el rostro impasible de él. Esa nueva faceta... Él estaba furioso. Las palabras de la señora lo habían sacado de sus casillas. Yume lo observaba con tristeza, pero no se atrevía a decir nada. Desde nuestra ubicación éramos incapaces de escuchar su pelea, a penas lográbamos oír alguna palabra. Aun así, no necesitaba acercarme para saber que pensaban.

Ninguno de los dos planeaba dar su brazo a torcer. La señora, en contraste con el chico, se mantenía serena, como si ya hubiera ganado. Sin embargo, aquello era absurdo. Yunki no iba a entrar en razón. Tenía motivos para estar molesto. Si no fuera por mí, él nunca se hubiese metido en esta locura. Inconscientemente apreté los puños. Sabía que era mi culpa, mi responsabilidad. Si nunca nos hubiéramos conocido, no estaría aquí. Debía hacer algo para compensarle.

─ ¡Que no regrese si no quiere! ─ grité con todas mis fuerzas. Mis compañeros me reprocharon, pero los ignoré. No iba a callarme ahora que sabía cómo enmendar uno de mis errores ─ ¡Yo ya no necesito un canguro! ¡No soy una niña! ¡Puedo cuidarme sola!

─ ¡Ves! No me necesitan.

─ Yunki. ─ lo llamó con un tono de regaño ─ Ve con ellos.

─ ¿Pero por qué?

─ ¡Hazlo!

Con aquellas últimas palabras, la mujer entró en el edificio, cerrando la puerta a sus espaldas. Yunki se quedó petrificado varios segundos, tratando de comprender la situación. De nuevo, volvía a estar liado en todo ese caos. Me sentía mal por él, pero no podía ayudarlo. La señora había dejado en claro que no pensaba dejarlo entrar.

Yunki fue el primero en moverse y nos ordenó que lo siguiéramos. Preferí guardarme mis comentarios para mí, ya que no quería ser el foco de sus gritos. Se notaba a leguas que le disgustaba la idea. No quería terminar metida en todo aquello. Al parecer, no fui la única que opinaba lo mismo, ya que nadie habló la boca en lo que quedaba de viaje.

La atmosfera era incomoda y pesada, pero nadie quería ser el culpable de detonar la bomba de relojería que nos acompañaba. Cansada de aquella situación, detuve mi avance. Meru y Hana, confusas, imitaron mi acción, pero no comentaron nada. Los demás prosiguieron el rumbo sin enterarse de nada. Todos estaban demasiado concentrados con sus cosas. Cuando consideré que se encontraban lo suficientemente lejos, retomé mi camino. Era hora de aclarar la duda que tenía desde que todo esto había comenzado.

─ ¿Por qué lo hicisteis? ─ mis amigas intercambiaron miradas confusas, pero no les permití hablar ─ ¿Por qué le pedisteis a Yume que me salvara?

─ Nos pillaste. ─ Hana con una sonrisa nerviosa se llevó la mano a su nuca.

─ ¿Pensabais que no me iba a enterar? ¿Por qué lo hicisteis?

─ ¿No es obvio? Eres la protagonista. Si te capturaban se acababa la novela.

─ Muy graciosa, Hana. Pero os estoy hablando en serio.

El Juego de las Mil CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora