3 - El comienzo del fin

110 16 0
                                    

Conociéndome, sabía que no lograría levantarme temprano por más que lo intentara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conociéndome, sabía que no lograría levantarme temprano por más que lo intentara. Por lo que decidí ir a dormir al colegio. Visto lo visto, sería lo más normal que ha ocurrido hoy. Porque entendámonos, que te pregunten si quieres estudiar y luego te feliciten por decir no, no es algo que se vea todos los días. Es por eso que opino que lo mejor sería ir a dormir allí y evitar que me suspendieran. Una idea genial, ¿no creéis? Para alguien que no quiere ver la escuela ni en pintura... Un idea inesperada la verdad.

Había decidido dormir dentro de alguna clase, encima de alguna mesa o en el suelo. Eso ya lo vería una vez estuviera allí. Era el plan perfecto, nada podía salir mal.

─¡¡¡QUÉ!!!─ exclamé. Rápidamente tuve que taparme la boca, me extrañó que no saliera ningún vecino a recriminarme el hecho de haberle perturbado el  sueño. ─ No puede ser, era el plan perfecto. ¿Por qué está cerrada la escuela? ─ hablé para mí ─ No me gusta tener que venir de noche, por lo menos podrían tenerla abierto. ─ me quejé ─  Ahora que me fijo esto da un poco de...─ alguien tiró de mi sudadera.

─¡¡¡Ah!!! ─ grité asutada al tiempo que retrocedía haciendo un bote. Puedo aseguraros que salte tanto que hice el récord mundial de salto de longitud.

─Tranquila. ─ dijo una dulce voz.

─¿Yunki eres tú? ─  suspiré aliviada ─ Vaya susto me acabas de dar.

Aunque era extraño que siendo tan pequeño pudiera estar allí a altas horas de la noche. ¿Sus padres le habían dejado? Yo había tenido que decir que iba a casa de Meru a dormir, para que me permitieran salir a las diez de casa. Desde entonces, he estado rezando para que no se les ocurriese llamarla y descubriesen mi mentira. Aunque no son ese tipo de padres.

Un estruendo logró sacarme de mis pensamientos, fue por eso que por un auto reflejo cogí la mano de mi pequeño acompañante. ¿Qué había sido eso? No tarde mucho en averiguar que el sonido procedía del campanario de la plaza que anunciaba el nuevo día. Vaya cobarde estaba echa... Como podía asustarme de eso.

─Seguro que debes tener miedo. ─ hablé ─ ¿Te parece bien si nos cogemos de la mano? ─me excusé tratando de disimular mi reciente acción. Este no tardó en asentir. Al parecer, no era un mal chico. 

Acto seguido Yunki reforzó el agarre, ocasionando que sucediera algo que no logro entender, una imagen invadió mis pensamientos. Había sido como una estrella fugaz. Un halo de luz que duró apenas un suspiro, pero que permaneció enfrente de mis ojos el tiempo suficiente para que lo recordara. En aquella especie de visión vi un lugar que se me hacía extrañamente familiar. Una vez logré reconocerlo, empecé a correr dirección a la verja situada en el patio. Necesitaba averiguar que había pasado. ¿Qué significaba aquella imagen?

A lo largo del trayecto, Yunki no dejó de preguntar hacía dónde nos dirigíamos, por lo que tuve que pararme en seco para indicarle con mi dedo índice  que guardara silencio. Y por suerte, este me obedeció sin rechistar. Acto que agradezco, si hubiera continuando con sus preguntas podrían haber ocurrido dos cosas: O los vecinos nos acribillarían a quejas o yo terminaría gritando y obtendríamos el mismo objetivo. Enotras palabras, seríamos descubiertos.

El Juego de las Mil CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora