Capítulo 2.

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NICHOLAS.

Las personas adultas eran definidas como personas que hacían las cosas bien, que siempre tomaban la decisión correcta en malos momentos. Las personas adultas son  independientes.

Sonrío al ver la gran obra de arte que está frente a mis ojos, es una mujer hermosa de ojos tan verdes como los mios. Cabía destacar que esa mujer era ella, Mía Anderson. En el dibujo podía verse a ella de espaldas, con su cabeza algo girada, una perfecta sonrisa puesta en dulces labios y su cabello rojizo natural suelto, tan largo que podía llegar hasta su trasero. Mía con su simpatía volvía loco a cualquier hombre, incluyéndome.

—¡Nicholas! —escucho un grito cercano, suspiro molesto.

Mi habitación es espaciosa. Camino unos pasos para entrar al baño, veo mi rostro en el espejo. Toda mi cara esta llena de pinturas, roja, azul,verde y otras mas. Echo el agua en mi cara para enjuagarla, frotó varias veces y tomo la toalla blanca que está sobre el lavamanos. Mucho mejor, aun quedan un poco de rastros de pintura pero eso se quitaría después de darme una larga ducha.

Mi camisa blanca esta toda llena de pintura, busco en el armario otra camisa tomando la primera que encuentro. La puerta se abre de golpe dejando ver a un hombre de traje, su ceño esta fulminante y miro el periódico que trae en sus manos.

«¡Demonios! Va a matarme, mi padre ha leído el periódico donde sale mi rostro, donde soy encarcelado...».

—¿Qué haces en mi habitación, Jason? —crucé mis brazos, él se acercó a mi lanzando el periódico en mi pecho. Las páginas caen al suelo y lo observo, termino levantándolo para hojearlo y en confirmo lo que sabia, mi rostro sale en la primera plana del periódico de Brooklyn.

“Nicholas Lowey a prisión...por tercera vez”.

—Vas a explicarme que sucede Nicholas. Tercera vez, eres mi hijo... Un Lowey, debes mantener nuestro apellido en alto, si no fuese por tu hermano estarías aun ahí.

«Oh sí,Calvin eres el mejor. ¡Debería besarte el trasero! Eres mi ídolo Calvin».

—¡Dejame en paz! ¡soy un adulto! —rompo la hoja en pequeños pedazos —, sal de mi habitación, Jason. —mas que decir, ordene.

—Ya no puedo mas. Largate de mi casa ahora mismo...estoy cansado de que te comportes como un adolescente. Tienes veinte y ocho. —en sus ojos se mostraba la chispa de furia que salia.

Apreté mi puño. Si él no fuera mi padre ya lo hubiera golpeado.

«Jason no puede correrme de la que también es mi casa. ¿Adonde iría? ¿a casa de Calvin? ¡no! ».

—Tengo veinticinco Jason. De nuevo te has equivado, tu primogénito y el favorito es quien tiene esa edad —digo con mis ojos picosos —¿Sabes? Puedo vivir sin tu apellido y sin tu fortuna. Y si eso quieres, ésta misma noche me largo. —di la espalda para caminar al baño.

—Nick —llamó mi padre —Lo siento hijo. —escuche a mis espaldas.

«Ya nada importaba. Estoy cansado de todo esto, de que Calvin sea el favorito. ¿Qué nos diferencia? ¿qué él sea un importante abogado que gana una fortuna diario y yo un pintor sin gracia que no tiene ni un centavo ganado de por si mismo?»

Abro el grifo de la tina para entrar. La tina comienza a llenarse y la espuma sale a flote, hundo mi cuerpo bajo el agua. Me siento bien, no siento ningún problema...sólo quiero huir.

«Te odio,Jason».

—Hola,linda. —meto mis manos dentro de mis vaqueros grises.

—¡Nicholas! —me pega a ella para abrazarme, siento su olor de jabón liquido de fresas lo que me hace saber que acaba de salir de una ducha. La abrazo mas y en segundos ella se separa de mi —¿Estas bien, Nick?

—Sí. —asiento —¿Cómo estas tú?
Ella se echa para atrás y yo entro.
—No me mientas Nick. Algo sucede. Cuentame. —suelta un suspiro y hago lo mismo, ella camina hasta su mueble marrón para sentarse y me indica que haga lo mismo.

—Es Jason... me corrió.

Sus ojos se abren.

—¿Hablas en serio? Tu padre nunca te botaría.

—No estoy bromeando, linda. —dejo caer mi cabeza en el mueble, siento su mano acariciando mi cabello.

—Supongo que fue por lo del celular de Anastasia —murmura —. No te preocupes, ya se que haremos. —levanto mi cara y veo una sonrisa hermosa,perfecta y linda en sus labios.

—¿Qué?

—Mi tío está alquilando su casa, ayer se fue la señora que la ocupaba y está libre. Puedo hablar con él para que te la deje a un precio razonable. Tú no te preocupes, podemos verla mas tarde para ver si te gusta, ¿qué dices?

—¿En serio? Sera genial, Mía.

—Haría lo que fuera para que mi mejor amigo esté bien. Gracias por lo que hiciste por Ana, ese celular para ella es especial. Era de nuestro hermano, ahí estaban todas las fotografías de nuestra familia —ella abaja su cabeza, cruza sus piernas sobre el mueble. Levanto su cabeza con mi dedo.

—No me gusta verte así, Mía.

El celular que según los periódicos “robe” era de Anastasia, la hermana de Mía. Ayer cuando charlaba en un café con ambas hermanas un hombre tomó el celular para salir corriendo, logre alcanzarlo y se lo quite pero la policía comenzó a perseguirme y no hubo mas que correr, hoy Ana tendría que buscar su celular y decir que era de ella. Mía es de mi edad, su hermana aun es menor de edad y su hermano tenia entendido que era mayor que Mía por un año. Desgraciadamente no pude conocerlo porque el murió en un accidente al ser arroyado en su motocicleta por un hombre drogado.

—E-estoy bien —sonrió débilmente. Se de golpe del mueble y se mira —Iré a cambiarme para que vayamos al cine, yo invito —guiña su ojo.

Amaba eso de Mía. Ella sonreía para no llorar, y me hacia olvidar mis problemas sabiendo que los de ella eran mucho mas grandes. Es una mujer digna de admirar, decir que estaba orgulloso de ella es poco.




—¿A qué juegas, Nicholas? —escucho la seductora voz de una mujer a mis espaldas. Al voltear me encuentro con Miranda, mi estomago comienza a revolver la pizza y las palomitas de maíz que comí.

Miranda estaba en su vestido rojo elegante escotado. Su cabello marrón estaba suelto ondulado, cualquier hombre moriría por su cuerpo pero yo no. Ésta mujer esta hecha de cirugías que mi padre pagó y maldad.
Me pare firme, soy fuerte y ella no podrá volver a hacerme daño.
—Sal de aquí, Miranda. —ordene. En sus labios rojos se curvó una sonrisa la cual ignore para guardar la ropa en mi maleta.

—Tu padre me contó todo, ¿por qué te vas,Nicki? —escuche mas cerca de mi.

—¡Sal de aquí de una maldita vez! —frunci mi ceño, ella sonrió de nuevo. Empuje su cuerpo y ella soltó un quejido, abrí la puerta y la empuje fuera de mi habitación.

—Nunca escaparas de mi,cariño —se acerca a mi y besa mi mejilla, no puedo hacer nada —Jamas. —dice para darme la espalda.

Golpeo la pared frente a mi, mis demonios rodean mi cabeza sin embargo no dejo de pensar que soy mas fuerte que la mujer de mi padre, ella no me volverá a ver caído...jamas.

A la Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora