Capítulo 28.

446 50 9
                                    

NICHOLAS.

Han pasado unos cuatro meses desde entonces, a dos semanas del veinticuatro de diciembre. La ciudad está llena de árboles y adornos de navidad, sin olvidar los grandes santa claus que están sobre los techos de las casas. Recordé que en la noche tendría que adornar mi hogar y los mejores para ayudarme serian los hermanos Parker. Ellos ha pesar de que no viven conmigo sigue intacto su cariño, voy a juegos de Tommy y he ayudado a Thiago a pintar e incluso él me ayuda a mi, me he hecho cargo de la compañía a la vez que mis amor por el arte sigue y mi padre lo ha sabido respetar. Con respecto a Lyla, ella casi no sale de su “hogar” con ese idiota que me sigue dando mala espina y al que Tommy odia. Ella se alejó un poco de mi pero deja que vea a los niños, justo como si fuéramos padres divorciados.

Estacioné mi nuevo Peugeot RCZ, mi deportivo color rojo no pasa desapercibido, es el rey del “glamour”. Uno de los vigilantes me saludó a lo que yo lo saludé con un estrechamiento de manos. Contemple la empresa de Jason, de unos quince pisos y de vidrios blindados color dorado.
La relación con Jason cada vez mejora, él sacó un cariño inmenso por los mocosos que no sé de donde diablos salio, cada vez que los ve conmigo les consiente... Él dice que trata de hacer lo que no hizo conmigo y Calvin. Su ex esposa, la mujer del infierno a la que tenía por madrastra escapó, con millones en sus cuentas y nadie sabe donde está y que siga perdida. Ella me causó muchas tragedias que son mejor no recordar.

—Señor Lowey, el vicepresidente lo espera en su oficina. —me informó Lizzie, una de mis secretarias.

Caleb Deluca, el hombre al que mas odie al llegar aquí y el que se convirtió en mi amigo semanas después. Deluca es serio hasta entrar en confianza, y un imbécil hasta que lo conoces bien. Mi amigo es de tez pálida con pelos marrones claros, alto y un luchador profesional desde niño.
Caleb se supondría que aun debía de estar en África cerrando unos negocios pero parece que le fue bien.

—Gracias, señorita.

Seguí mi camino hasta entrar en mi oficina, lo suficiente grande para mi y cómoda en todos los sentidos. Caleb esta sentado en mi silla mientras juega con su celular, muy tranquilo. Toso un poco y él se levanta de golpe.

—¡Hijo de puta! —golpea mi frente, ese era su forma de expresar su cariño por mi. Nosotros somos bastante serios en las reuniones pero solos somos unos niños maleducados y groseros.

—¿Qué hay, zopenco? ¿qué hacías en mi silla? Si se puede saber...—crucé mis brazos.

—¡No vayas a empezar! —me apuntó —, tengo excelentes noticias así que relajate, bebé. —me dirigió hasta mi silla a lo que yo lo mire mal, frote mi frente.

—Habla.

—Los tipos dijeron que sí, y no sólo eso...¡quisieron firmar de inmediato y quieren que hagamos negocio con una empresa latina! Pondríamos la mitad del dinero y las acciones nos pertenecerán en un sesenta y cinco por ciento. Es una gran noticia para todos. —Caleb sonrió de par en par y yo quedé en shock...esto es mejor que buenas noticias. Jason se pondrá contento, mi amigo y yo lo habíamos logrado. Hacer negocio con unos viejos caras duras.

—Carajo...eres un genio, Caleb.

—¡Un puto genio! —exclamó él —. Aunque también pusiste para que esto se lograra, si no te hubieras hecho amigo de uno de ellos no lo hubiéramos logrado.

—Esto merece ser festejado. Vayamos por esos cupcakes en esa nueva pastelería.

—No lo creo, lo que mis ojos ven. Tú, Nicholas Lowey me está invitando a una pastelería.

—Calla. O no te invito a ningún lugar, ¿vale?

—Vale jefe.

***

A la Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora