Capítulo 42.

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LYLA.

Al crecer creemos que somos lo suficientes maduros para tomar decisiones, pero en algunos casos como el mío, esa decisión se convertiría en la peor que habías tomado. Se supondría que lo que decidí en un pasado para mis hijos no les afectaría en un presente sin embargo, al ver a mis hijos abrazar a su tío me quebró el corazón dejando con la duda si el haberme alejado de Thomas Parker hubiera estado mal, ¿y si nunca habría alejado a mis niños de su padre? Algo que es probable es que seguiría como una tonta siendo maltratada por él, con sus palabras que acuchillan y sus golpes que no solo hieren mi cuerpo, sino también mi alma. Pero volviendo a mi actualidad me siento completa y feliz teniendo a Nicholas Lowey a mi lado, protegiendo nuestros pasos dados y enfrentándose a lo que fuese por Thiago, Tommy y mi persona.

Cuando Thiago se hundió en un abrazo con su tío, unas lágrimas bajaron por mis mejillas a lo que Nick solo besó mi frente susurrando que el dolor cesaría. A petición de los niños, Tayron se quedara en la casa que Nick me regaló con nosotros para compartir con ambos momentos y yo, no me opondría a que no lo hiciera. 
Al anochecer Molly me pidió ayuda con el pequeño Will ya que tendrá una cita con el tan guapo Caleb Deluca, me dejo con pañaleras y lo necesario hasta las diez de la noche como máximo.

—¡Will! —a mi lado Scott jugaba con el regordete bebé que no hacia más que reír. El rubio escondía sus ojos con sus manos para luego descubrirlos, justo como en la película de prehistoria conocida como la Era del Hielo.

—¿Sabes donde están Nick y los niños? Hace varios minutos que no los veo. —pregunte sentándome en el sofá color beige, Scott se sentó a mi lado.

—Me parece que están en el jardín con el futbolista. Con Tayron, es increíble que el número nueve sea el tío de tus chicos. —el rubio me quitó al niño para ponerlo a saltar en el mueble.

Me quede pensativa en lo que pudieran estar hablando Nicholas y Tayron. Tal vez mi chico de ojos verdes pregunte por el creador de mis hijos o quien sabe, tal vez hablen de fútbol.

—¿Qué hay de interesante, Scott? ¿tu vida? ¿las chicas? —cambie de conversación. Scott me miro sabiendo que cambiaba la conversación, quizás por miedo de que pregunte por Thomas.

—Tranquila, no te haré las típicas preguntas que pondrán incómodo el momento —sonrió de medio lado, a lo que curve mis labios en una sonrisa —. Nada, absolutamente nada bueno. Estos días me las he pasado estudiando y entrenando en un gimnasio cerca de mi departamento. ¿Chicas? Ninguna que me mueva el piso, todas solo quieren una buena noche y ya y yo como...—una sonrisa se escapó de su boca.

—Como buen americano, las ayudas.

—¡Exacto! La verdad, no creó encontrar a la correcta.  Quizás no nací para ser amado y amar puramente, por eso siempre voy a preferir a la comida, aunque esté en un gym. ¡Soy feliz así!

—Ly —llegó Nick a nuestro lado y me llamó. Observe a mi chico para luego ver a Scott.

—Cuando la encuentres te darás cuenta que no eras tan feliz como creías, y seras aun mas. —él asintió captando mis palabras —. ¿Te puedes quedar un rato con Will? —pregunte a lo que afirmo y elevaba al rubiecito por los cielos como un avión.

Nos alejamos un poco de el loco rubio y el niño que deja hacerse cualquier maldad.

—¿Sucede algo, Nick?

—Mañana a las seis salgo a Minnesota a cerrar unos negocios. —dijo de pronto. La verdad, lo quiero conmigo y el hecho de que se aleje me hace sentir indefensa.

—¿Cuanto tiempo?

—Una semana como mucho.

—Lo entiendo.

A la Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora