Capítulo 32.

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LYLA.

Mis lágrimas bajaban unas tras otras mientras trataba de limpiar mi rostro frente al espejo gigante del baño. Me veo horrible, con mi rímel chorreado y unas enormes ojeras. Desde que le dije a Nicholas que se fuera no hice mas que llorar, odiaba ser una cobarde, odiaba haber sido tan estúpida para darme cuenta de lo bestia que era Christoper. Ya era tarde y el tiempo no se devolvería, desgraciadamente.

Nicholas, necesitaba saber como esta, como se siente y que hace. Debe estar enfado por lo de ayer, debe odiarme y eso me hace sentir mas detestable. Yo solo lo quiero lejos del peligro, significa lejos de Christoper y lejos de los niños como de mi. Lejos de mi vida pero no encuentro la forma de alejar a mi amor de mi vida, si se supone que ambos estamos enamorados ¿por qué no podíamos estar juntos?

La puerta del baño fue tocada dos veces, la voz de una de las sirvientas se escuchó.

—Señora Lyla, el chofer la espera.

Limpie mis lágrimas, sonreí frente al espejo y abrí la puerta.

—Ya bajo, Ronda.

Como cosa rara la casa se mantiene en silencio, sólo Ronda y yo nos mantenemos ahí. Esta casa que sería el sueño de cualquiera es mi pesadilla, el infierno del cual no puedo irme. Christoper se levantó bastante temprano, al salir de la cama solo comentó un “regreso para la cena” a eso de las cuatro de la mañana. Ni siquiera me abrazó o besó, ya no estaba el dulce Chris al que amaba, ahora es la bestia de Christoper. Ni siquiera me atreví a preguntar donde iría, mientras estaba lejos de sus asesinatos estaba mejor. No podría dormir bien sabiendo que el hombre con el que vivo mató a alguien por alguna deuda o porque sí.

Entre en la camioneta donde ahora tengo un chofer, cortesía del hombre que tengo como novio. Por “seguridad” aunque mas bien es para tenerme a la mira. Cuando lo hizo quise desquitarme con el chofer pero al ver que todavía es un chiquillo de unos diecinueve años que necesitaba el trabajo reflexione. Scott es un experto de boxeo y luchas, es lo suficiente fuerte para protegerme de alguien o mirar lo que hago.

—¿Todo bien, jefa? —preguntó Scott poniéndose los lentes oscuros.

—Todo bien, Scott —sonreí falsamente —. ¿No olvidan nada, niños? ¿Thiago?

—No mamá. Después de clases iré a entrenar, puedo llamar a Scott para que me busque al salir.

—Vale, pero no quiero que vayas a ningún lado. —Tommy asintió y seguimos el viaje hasta llegar al colegio.

Dejé a mis hijos en su colegio, los vi marcharse tan altos y seguros de sí que me causó la primera sonrisa sincera del día. El rubio puso el auto en marcha para dejarme en casa de Molly, la ayudaría con algunas compras que haría.

—Me llama, jefa. Sabe que aveces tengo malo el cerebrito y se me olvida.

—Claro.

—¡Adiós, jefa! —sonrió el chico, feliz de la vida.

Molly me da las llaves de su departamento, al abrir mi corazón late demasiado rápido. Él, Nicholas esta frente a mi y...se me olvidó hablar.

Caleb le mostraba una imagen a su secretaria de Molly y Will, la secretaria es una muy buena amiga de nombre Sofia, la morena amaba la idea de que Molly y Caleb tuvieran algo. Aunque aun no era así, Caleb lo deseaba tanto.

—Caleb. —la voz de su amada lo hizo levantarse de la mesa del escritorio.

—Nena, ¿qué haces aquí? ¿qué hacen? —preguntó viéndola profundamente a sus ojos, Will estaba por llorar y estiraba sus manitos para que lo alzara.

A la Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora