XXIII.

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Mírate. Eres joven y tienes miedo. ¿Porque tienes tanto miedo? deja de estar paralizado. Deja de tragar tus palabras. Que no te importe lo que la gente diga y piense.

Vístete como quieras. Di lo que quieras. Escucha la música que quieras. Pon tu canción favorita a lo más alto y baila. Sal a caminar de madrugada y que no te importe si tienes colegio al día siguiente.

No esperes más para el viernes. Vive ahora. Hazlo ahora y asume los riesgos. Di secretos. Esta vida es tuya.

¿Cuándo vas a darte cuenta de que puedes hacer lo que quieras?

Y de esta forma, cuando dos números tienen un factor común...— Stuart oía al profesor hablar, pero no se concentraba en lo que decía.

Solo podía girar su cuello y ver la silueta encapuchada de al final del salón de Matemáticas avanzadas.

Una figura encapuchada por un suéter gris que era, seguramente dos tallas más grande de la debida, y con una melena rubia escondida.

Era fácil descifrarlo, en las materias avanzadas cada salón tenía un máximo de 15 alumnos, pero ninguno como ella.

El timbre sonó, dejándolos salir a todos, era hora del almuerzo. El se esperó a que ella saliera.

Cuando iba pasando entre las mesas, arrojó uno de sus libros al suelo, a propósito, así que ella tropezó, pero el logro volver a tenerla en brazos.

Ella respiraba dificultosamente, mientras veía unos ojos color chocolate que no hacían más que mirarla, como si tratase de recordar su rostro, de manera permanente.

El sonrió.

Pero ella no lo hizo.

A Stuart por alguna extraña razón le dolió el pecho, se sintió como si algo se fuese muerto en el.

La levanto y le entregó los libros que se le habían caído. Ella miraba sus pies fijamente, no quería toparse con su mirada, no otra vez.

Ninguno de los dos hablo, no habían palabras.

Stuart pensaba: ¿Así se siente estar roto?

Ella tomó los libros y se fue, en camino a la cafetería, se sentó en una mesa con unos chicos de su clase, pero no hablo, miraba su plato con pollo, puré y ensalada de tomate como si fuese vomito, no quería comer.

¿Que me está pasando?— Pensaba lux.

Dejó su plato a un lado, ofreciéndoselo a uno de los chicos de la mesa con la excusa de que ya había comido y fue al baño de chicas. Al entrar, cerró con seguro para asegurarse de que nadie entrara, mientras se quitaba el suéter y se veía su cuerpo, estaba más pálida y débil.

No quería volverse loca, no quería ser anorexica, ni alcoholica, pero eso causó Stuart en ella.

Lux pensó: ¿Así se siente estar enamorada?

Nerdy tipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora