Nerdy tipe.

XXXVIII.

Me enamore de ti sabiendo que estabas lejos, que no iba a ser fácil,  que quizás iba a doler, y mira; aquí estoy, queriéndote cada día más.

—Claro, Gracias, prometo estar allá el lunes— se acabo la llamada.

Stuart estaba ansioso por qué el comité de Google lo había llamado directamente. No había recibido una carta, lo habían llamado, le dijeron que tendría que volver y pasar tres meses de pruebas en California, una vez que terminara el colegio.

Escaparse tres días es fácil, ¿pero tres meses? ¿Tres meses sin lux? ahora eso parecía imposible.

Hablando de la reina de Roma- pensó Stu.

Vio su pantalla y estaba una foto de lux.

Contesto.

—¿Diga?— hablo Stuart.

—¿Emocionado?— pregunto la rubia desde la otra línea.

—¿Por qué debería estarlo?— pregunto el.

—Hoy juega el equipo y le prometimos a Mandy que iríamos con ella, lo olvidaste ¿cierto?— Stuart cerró los ojos y suspiro.

—Si, deja me pongo una camiseta decente y voy

—De acuerdo— río lux. Y colgó.

De puso una camiseta perfectamente blanca y cambió sus vans por unos converse y salió de su casa.

En el auto, Stuart pensaba como le diría a Lux que se tenía que ir. Le dolía el pecho, el solo quería encogerla y llevarla con él a cualquier lado que fuera, pero era imposible. Llego a la casa de lux y bajó del auto, se apoyó de él para esperarla.

Ella bajó corriendo las escaleras del jardín y saludo a Stu con un beso en los labios. El sonrió con algo de tristeza en sus ojos. Lo imposible iba a ser dejarla.

Le abrió la puerta como todo un caballero y lux subió en el auto, inmediatamente puso música.

Stay de Rihanna comenzó a sonar.

¿Es en serio? Me vas a hacer llorar- pensó Stuart que concordaba con que la música expresaba su estado de ánimo.

Lux empezó a cantar la canción y Stuart la grabo todo el camino, luego de esa sono anaconda de Nicky minaj, y una canción de soy Luna. La última fue la mejor al parecer de Stu. La cantaba con tanto sentimiento y pasión que pensó que tal ves, solo tal ves, Lux veía Soy Luna.

Ella se dio cuenta de que Stu la estaba grabando y empezó a reír, tomó el teléfono e hizo una mueca, lanzó besos, bailo y siguió cantando mientras Stuart conducía. Nunca, ni por qué quisiera, iba poder olvidar a la rubia que había puesto su mundo de cabeza.