El comienzo de la locura:

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Ya había pasado más de un mes desde que llegaron al colegio Hogwarts y las chicas seguían con tanto trabajo como la primera semana, agotadas y con falta de sueño. Por suerte el pequeño profesor de Encantamientos les había dicho que ya no necesitaban más clases extra y la profesora McGonagall en la última clase que habían tenido les comunicó que si aprobaban el próximo examen ya no cursarían más extras de Transformaciones tampoco, lo cual era emocionante ya que contarían con más tiempo. Sólo les quedaban las clases extra de Pociones pero el profesor Snape no parecía muy dispuesto a suprimirlas, aunque habían mejorado mucho. Eran más interesantes y el hombre a veces se ponía a leer y no los molestaba, aunque Julieta siempre tenía la sensación de que la miraba de reojo. Como consecuencia las pociones siempre les salían mucho mejor que antes.

Un día las dos amigas estaban sentadas debajo de un gran haya que estaba al lado del lago estudiando, rodeadas de libros y apuntes, para el examen de Transformaciones que les había impuesto la profesora McGonagall cuando se sintieron observadas.

_El profesor Snape nos está mirando desde la galería de atrás... Hace bastante tiempo_ dijo Leanne que lo había notado y estaba algo preocupada.

La extensa galería con imponentes columnas en forma de arco daba al patio trasero del colegio y desembocaba mediante unas escaleras de piedra en el jardín mismo donde, si uno caminaba en línea recta, se podía topar con el lago y con el árbol donde estaban estudiando las chicas. Aquella galería solía ser solitaria debido a las corrientes de aire helado que se producían en sus corredores por lo cual la presencia del hombre fue advertida de inmediato.

_No estamos haciendo nada malo, ¿no? Está permitido estar en los terrenos del colegio con los libros_ dijo Julieta mirándolo disimuladamente, y aclaró_ Le pregunté a Pince.

_A lo mejor está buscando una excusa para quitarnos puntos_ dijo Leanne molesta.

_ ¿Otra vez?... ¡Me tiene harta!_ exclamó Julieta ya que últimamente el hombre les quitaba puntos por cualquier cosa cada vez que se las encontraba en los corredores.

_ ¡A mí también! Vamos a la sala común antes de que se acerque. Por las dudas_ dijo Lee recogiendo las cosas que estaban esparcidas a su alrededor.

Los otros días habían tenido una fuerte discusión en la sala común de Gryffindor con Helen Ford, una chica de cuarto, a raíz de que dijo que gracias a los alumnos nuevos Gryffindor iba último ese año en la competencia de la Copa de las Casas. Perder tantos puntos seguido ya las tenía alarmadas y no deseaban más problemas.

Tomaron sus libros y las mochilas, y se fueron al castillo caminando rápido. Cuando entraron y apenas pasaron la puerta principal se sorprendieron al ver que el profesor Snape se encontraba en el vestíbulo. Entonces se asustaron y subieron apuradas las escaleras de mármol, no fuera a llamarlas. En el pasillo del primer piso se sintieron más aliviadas.

_ Creo que esta vez nos salvamos_ suspiró Leanne.

_ Sí, menos mal. Ayer perdimos muchos puntos... _ dijo Julieta_ si seguimos así nos matarán.

De pronto apareció Damian por una esquina del largo corredor. Iba con las manos en los bolsillos ensimismado y tan distraído que ni siquiera vio a las chicas que estaban allí. Luego entró en un baño.

_ ¡Damián, ese es el baño de chicas!_ le gritó Leanne matándose de risa. ¡No podía creer que fuera tan distraído! Julieta comenzó a reírse también.

El chico sorprendido se detuvo en seco y salió de allí apurado y con la cara colorada. Las chicas muertas de risa se le burlaron mientras que Damián avergonzado entraba al baño de varones que estaba al lado.

La historia de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora