El corazón perdido:

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Se despertó con un fuerte ruido en la ventana y un bufido enojado de Prince, que dormía a sus pies. Todavía adormilada miró hacia la ventana y vio una preciosa lechuza parda que la miraba, su gato Prince se bajó de la cama y se sentó a contemplarla mientras movía la cola.

_ ¡Vete...vete!_ le dijo al hermoso animal que seguía contemplándola sin moverse.

Julieta se levantó al fin con un suspiro, ya se imaginaba de quien era el mensaje que traía la lechuza. Abrió la ventana y dejó entrar a la lechuza que, esquivando a Prince que intentó alcanzarla, largó un sobre a los pies de la chica. Luego salió de nuevo por la ventana con un chillido de triunfo que iba dirigido a Prince que le contestó con un bufido molesto.

_ ¡Basta, Prince! ¡No debes atacar a las lechuzas del colegio!_ lo retó molesta y el gato de muy mal humor la ignoró y se volvió a echar a los pies de la cama.

El gato era tan inteligente que tenía problemas con él debido a que entraba furtivamente a la lechucería y Filch ya lo había pillado varias veces, sin mencionar que cada vez que aparecía la señora Norris salía corriendo aterrorizada porque el gato la perseguía. No quería tener más problemas con el hombre. También pasaba vergüenza cando la profesora McGonagall le decía que lo encerrara porque entraba a la cocina y se robaba las tostadas con mermelada que más le gustaban. Pero Prince, que agachaba la cabeza cuando la chica lo retaba, seguía haciendo de las suyas cuando Julieta bajaba la guardia.

El motivo por el cual no quería recibir el mensaje de la lechuza era simplemente porque ya se imaginaba de quien era el sobre.... Y sí, no se había equivocado, el mensaje era de Severus Snape. Desde el fatídico día que había salido de la enfermería y se habían separado, el hombre había tratado de hablar con ella por todos los medios posibles. La había hecho llamar a su despacho mil veces, la había acorralado en pasillos desiertos y en escaleras oscuras pero la chica se negaba a dirigirle la palabra y no había acudido a ninguno de sus llamados ni se había dado por enteraba cuando le gritaba en los corredores que tenía que hablar con ella. Últimamente el hombre había adoptado otra estrategia, le mandaba mensajes con lechuzas del colegio, pero había sido en vano porque Julieta agarraba la carta y sin abrirla la tiraba a la basura.

Ese día el sobre tuvo el mismo destino que los últimos y terminó en la papelera de la habitación. Molesta porque la habían despertado tan temprano la chica entró al baño y pasó un largo rato allí, podía darse ese lujo ya que estaba sola. Hacía varios días que habían empezado las vacaciones y en el colegio quedaba poca gente. Pronto sería navidad y Julieta no la esperaba como otros años, basta decir que estaba triste, desilusionada y deprimida.

Mientras la chica estaba en el baño Prince espió la puerta y al escuchar el agua de la ducha hizo algo extraño, algo que venía haciendo furtivamente desde hacía un tiempo. Agarró el sobre con la boca que estaba en la papelera y salió de la sala común, atravesó todo el colegio e ingresó al despacho de los retratos. Allí estaba el director en ropa de dormir y con el pelo revuelto, caminando de un lado a otro muy ensimismado. Al ver a Prince entrar se le vino el alma a los pies.

_ ¿Esta vez también lo tiró a la basura?_ le preguntó Severus al animal y éste afirmó con la cabeza. Con tristeza tomó el sobre y lo dejó en el escritorio mientras se sentaba en la silla del director con las manos tapándose el rostro. Prince se subió a su regazo para que lo acariciara, el hombre lo dejó y luego le dio una galleta.

Ese curioso animal al parecer estaba triste porque se habían peleado y quería unirlos, de eso se había dado cuenta poco después, y de esa manera se había enterado que Julieta tiraba sin abrir sus cartas. Ya que muchas veces el sobre traía pegada toda clase de basura a él. En realidad era una sola carta que la mandaba una y otra vez, y Prince siempre se la traía. El gato estuvo con el hombre un rato y luego bajó al Gran Comedor donde viendo a Julieta que estaba desayunando se le acercó.

La historia de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora