Separados y vigilados:

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Empezaron las vacaciones de pascuas pero no fueron como las de navidad, había muchos alumnos que se quedaban y con los exámenes cerca todos estaban muy estresados estudiando. La biblioteca estaba colapsada y había que encargar los libros por anticipado, además que nunca faltaba el vivo que no los entregaba a tiempo retrasando los turnos. Los profesores les habían dado más tareas que de costumbre para prepararlos, decían ellos, pero tenían tanto trabajo que no parecía que estuvieran de vacaciones. Las chicas se pasaban mucho tiempo en la biblioteca o fuera del colegio debajo del árbol estudiando, ya que los días se ponían cada vez más calurosos y agradables.

Julieta y Severus sólo se veían a la cara para preparar pociones curativas y ahora, para colmo, se aparecía a menudo la profesora McGonagall con la excusa de ayudarlos pero en realidad los estaba vigilando así que ni siquiera tenían el consuelo de hablar.

Y así pasaron los días sin ningún cambio importante y pronto también las vacaciones. Julieta cada vez sufría más al ver que el profesor Snape salía del colegio de vez en cuando. Aunque no tenía idea por qué lo hacía y a dónde iba, no podía preguntarle. Temía que fuera a ver a Ruth al bar de Hogsmeade. Al pasar el tiempo, cada vez que se veían, su trato hacia ella era más frio y breve. Y la chica siempre se preguntaba si no la habría olvidado, si sólo había sido una distracción pasajera para el hombre.

Su amiga Leanne harta de encontrarla por todos lados, y hasta en las clases, con los ojos húmedos le dijo que ya era hora de que fuera olvidando el asunto de Ruth y empezara a confiar en la promesa que le había hecho el hombre. Cuando todo se complicó un día en un partido de quiddich.

Estaban en las tribunas de Gryffindor observando uno de los últimos partidos de la temporada, Gryffindor contra Slytherin, el aire era de euforia y casi todo el mundo estaba en la cancha alentando a sus jugadores. Al lado de la tribuna donde estaban ellas se encontraba la de los profesores donde estaban sentados casi todos, incluido el profesor Snape. También allí había gente invitada del pueblo o alguno que otro padre de los chicos que jugaban. Para molestia de Julieta, poco antes de comenzar el partido llegaron madame Rosmerta y su hermana Ruth, que se sentó al lado de Snape con una gigantesca sonrisa. El profesor no le sonrió y no parecía cómodo con su nueva vecina, pero tampoco se alejó de ella.

_ ¡Deja de mirarlos! La profesora McGonagall te está observando_ le dijo en voz baja dándole un codazo Leanne.

_No me importa, ¡se pueden ir al demonio todos ellos!_ le respondió Julieta enojada_ si no fuera por ellos yo estaría a su lado, ¡no ella!

Después que había pasado todo detestaba cada vez más a aquellos que los habían separado y tenía que emplear toda su buena educación para no ser grosera cada vez que le hablaban, pero no podía evitar mirarlos sin una expresión de odio en su rostro.

Gryffindor le iba ganando a Slytherin tan sólo por unos puntos cuando uno de los cazadores del verde Slytherin pasó la pelota por el arco principal. Todos los de verde se pusieron a gritar eufóricos, incluido el profesor Snape que se levantó aplaudiendo con gran alegría ya que deseaba con toda su alma quitarle la copa a la profesora McGonagall. En eso también se levantó Ruth y, delante de todo el mundo, le pasó los brazos por el cuello y lo besó. El hombre sorprendido no atinó a hacer nada.

Julieta lo vio sin poder creerlo y, totalmente destrozada y con los ojos llenos de lágrimas, se dio media vuelta para irse de allí. Su amiga Leanne se lo quedó mirando asombrada y enojada. El hombre vio a Leanne mientras intentaba desprenderse de los brazos de la mujer y se asustó, miró para todos lados tratando de ubicar a Julieta pero solo vio una capa roja que se perdía por las escaleras. Vio a la chica rubia irse por las escaleras detrás de su amiga e intentó pararse pero la mujer que lo tenía sujeto de un brazo no lo dejó.

La historia de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora