Ruth:

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Los días en el colegio pasaron sin cambios y pronto llegó el nuevo año. Agregado a esto estaba el hecho de que nunca habían sido tan pocos en el castillo. Los días estaban frescos pero se podía salir a caminar de vez en cuando. Uno de esos días en la mañana la profesora Sprout se encontró a las chicas sentadas en una escalera muy aburridas y les propuso que la acompañaran a pasar el día en Hogsmeade. Así que se pusieron los abrigos y salieron, ya de mucho mejor humor.

Ir al pueblo siempre era divertido a pesar de que en esa época del año no había mucha gente caminando por el lugar, pero igual era lindo ir a las tiendas. Visitaron la tienda de artículos de broma donde rieron un montón y la profesora Sprout tuvo que sacarlas de allí casi a las rastras ya que no querían irse por nada del mundo. Luego fueron a darle un vistazo a la Casa de los Gritos, la mansión más embrujada de aquellos lugares. Iban muy entusiasmadas ya que por fin la conocerían pero se llevaron una desilusión al no poder acercarse todo lo que querían ya que un cartel de "Prohibido el paso" no se los permitía. Sin embargo se divirtieron con las historias que les contó la profesora Sprout. Leyendas de espeluznantes gritos que se oían en las noches por la gente del pueblo fueron su diversión por un momento. Hasta que unos extraños ruidos, provenientes probablemente de algún animal, sacaron a las mujeres de allí bastante asustadas. Sin embargo al llegar a la calle principal la profesora, pasado el susto, comenzó a reírse como nunca.

Fueron también a la tienda de dulces donde por poco no se gastan todo el dinero que llevaban. Leanne compró un chicle volador muy grande para su hermanita Anise que estaba lejos y estaba en la fila para pagarlo cuando Julieta quiso ir a la tienda de mascotas que estaba en frente. Le dijo que la esperaría allí y salió de la tienda.

Al cruzar la calle para ir a la tienda de dulces había visto que se anunciaban unos gatitos recién nacidos de raza muy rara. Crecían el doble que un gato común y eran muy inteligentes y fieles. Eran los animales más caros que había visto en su vida y los más lindos. No estaba a su alcance obtener uno de ellos pero se quedó fuera de la tienda mirando la vidriera donde estaban jugando como hipnotizada. Deseaba una mascota pero al final sus padres no le habían mandado una.

_Son lindos animales para tener como mascota_ le dijo un hombre que venía por la calle y se había parado al verla. La chica se dio vuelta, sorprendida.

_ ¡Profesor Snape! ¡No sabía que había vuelto!_ le dijo Julieta al reconocerlo con una sonrisa que hizo que el hombre se sonriera también.

_Si, esta mañana. ¿No te gustaría tener uno?_ volvió a preguntarle el profesor.

_ ¡Sí, claro! Son muy lindos_ dijo la chica mirando los gatitos y agregó_ pero muy caros...

_ ¡Oh, Severus! ¡No sabía que estabas de regreso!_ dijo la profesora Sprout que venía cruzando la calle junto con Leanne_ Íbamos a ir a Las Tres Escobas a almorzar. ¿Quieres venir con nosotras?

_ ¡Ah! Ehhhhh, bueno..._ titubeó el hombre, pensándolo un momento.

Juntos entonces se pusieron a caminar en dirección de la tienda. Comenzaba a hacer frío y estar parados en la calle no era muy recomendable.

_ ¿Qué tal te ha ido Severus? ¿Te quedaste más de lo que planeabas?_ le dijo de pronto la profesora Sprout.

_Sí, me llevo más tiempo del que suponía. Pero todo ha ido bien, por suerte_ dijo el hombre sin querer dar muchas explicaciones allí. Las chicas lo notaron y la profesora también por lo cual no hizo más preguntas y cambió de tema.

Poco después entraron a Las Tres Escobas. Había mucha gente y el lugar estaba sorprendentemente muy cálido, algo que reconfortó a los que venían de afuera. Allí se encontraron con la profesora McGonagall y con Hagrid, que estaban sentados juntos en una mesa charlando. Al verlos entrar les hicieron señas para que se sentaran con ellos. Estuvieron hablando un rato sobre todo lo que habían hecho hasta que tocaron el tema de los ruidos extraños que habían sentido cerca de la Casa de los Gritos. Hagrid inmediatamente se puso nervioso, balbuceó una excusa absurda y se levantó para irse. Bastante apurado y casi a las corridas salió del lugar.

La historia de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora