22✈️ Reencuentro

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CAPÍTULO 22REENCUENTROCAMILE

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CAPÍTULO 22
REENCUENTRO
CAMILE

Ivy's restaurant hizo una gran despedida en mi honor por las casi tres semanas que trabajé con ellos. Tan considerados, ¿cómo no amarlos? Hubo pastel, comida, botana, sodas y deliciosas golosinas. El restaurante ya había cerrado y todos los empleados disfrutábamos el rato.

─Te extrañaremos, Camile ─dijo Gladys, una de mis compañeras meseras.

Sonreí.

─Lo maravilloso de esto es que soy cliente frecuente.

─¿No invitaste a tu novio? ─Preguntó Bob el administrador, mientras dejaba una bandeja de frituras sobre la mesa.

Negué.

─ Tiene vuelo hasta tarde.

Brian aterrizaría de madrugada, así que esta vez debía regresar a casa por mi propia cuenta. Salí del restaurant casi a media noche, nadie de ellos iba hacia mis rumbos, entonces decidí no ser una molestia y pedir un taxi. Caminaba hacia una de las calles principales para poder tomarlo, en mi mano solo iba un obsequio de despedida, cortesía de todos mis ahora ex compañeros, mientras mi espalda sostenía la mochila. Estaba por llegar, cuando el crujido de una hoja me hizo detener.

Giré, realmente asustada. Sólo unos cuantos metros me separaban de una silueta, una silueta que poco a poco comenzó a hacerse familiar.

─¿Sean?

Él se acercó, sus manos descansaban dentro de los bolsillos y su seriedad sepulcral estaba por volverse un problema para mí.

─Camile.

─¿Qué quieres?

─Intenté en verdad hablar mucho contigo, pero no lo permitiste.

Mi ceño se frunció notablemente, ladeé un poco la cabeza y comencé a retroceder lentamente. Sin embargo, paso que daba hacia atrás, él lo daba hacia adelante.

─ ¿De qué hablas?

─Que ya no es momento para hablar, y tienes que venir conmigo.

─No iré contigo a ningún lugar.

─No es pregunta, Cami. Lo siento.

Creí que era hora de correr, giré en un rápido movimiento y mis piernas se movieron a toda velocidad, o al menos, aquella que poseía. Desgraciadamente no fue suficiente, pues no pasó mucho tiempo cuando los brazos de Sean me alcanzaron.

─Por favor, Sean, debo ir a casa, ¡suéltame!

─No puedo, Cami. Tranquila, estarás bien.

Caminó conmigo forcejeando entre sus brazos solo media cuadra, abrió la puerta trasera de un auto y me obligó a entrar, cerró y en ese momento traté de abrir con desespero, pero no podía gracias al seguro de niños. Rápidamente intenté pasarme a los asientos delanteros, sin embargo, ya era tarde, él ya estaba arriba, presionando el botón del auto para arrancar.

EL PILOTO  ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora