43✈️Compensación.

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CAPÍTULO 43 COMPENSACIÓNBRIAN

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CAPÍTULO 43
COMPENSACIÓN
BRIAN

Después cuatro largos años, con altas y bajas, llenos de felicidad, peleas, motivos para estar orgullosos, problemas, aventuras y un agradable trabajo junto a mi Camile, todo marchaba de maravilla.

En verdad era una buena vida. Esa que jamás imaginé, que jamás pensé. Que jamás deseé hasta que la tuve entre mis manos, y que atesoraba con fervor.

─¡No!, ¡perdí! ─exclamó Camile entre risas.

Ambos veíamos WipeOut en la televisión, y como era costumbre, apostábamos por algun concursante y al final, el concursante que ganara o avanzara más, ganaba.

─Lo lamento, perdedora ─me levanté del sofá.

─¿A dónde crees que vas? ─preguntó risueña.

─Iré a darle un beso de buenas noches a Clar, porque esta noche eres mi esclava ─Se encogió de hombros─ Sigue apostándole a perdedores.

Una sonora pero dulce carcajada salió de ella.

─ Iré contigo.

Nuestra pequeña gran niña se encontraba en pijama viendo la televisión desde su cama mientras al mismo tiempo jugaba con algunas muñecas.

─Hola papis─saludó con su dulce voz mientras sus ojos se enchinaba a causa del sonreír.

─Hola, pequeña ─me acerqué hasta tomarla entre mis brazos. Pronto, saltó hacia mí enrollando sus piernas en mi cintura─. ¿Lista para dormir?

─Muy lista, porque mañana es el festival en mi escuela.

Escucharla pronunciar aquellas palabras hizo que mi sonrisa se borrara por completo.

El profundo suspiro de Camile al notar mi expresión resonó. Me miró con advertencia pero decidí ignorarle un momento, para sonreír de nueva cuenta hacia mi pequeño pedazo de cielo.

─ Te daremos tu beso de buenas noches ─regresé a Clar de nuevo a su cama y apagué el televisor con el control remoto.

─Buenas noches, papi ─dijo Clar alegre mientras nos regalábamos un beso y un corto abrazo mutuo.

─Hasta mañana, pequeña. Que descanses ─soltó Camile, imitando mi acción.

─Gracias mami, tú también.

─Te amamos muchos pukus ─le recordé ya en el marco de la puerta.

─Yo muchos pukus tukus más─ dicho esto con la gran sonrisa que le caracterizaba, se acurrucó en la cama. Camile apagó la luz de su cuarto, dejando tan sólo aquella pequeña luz de noche que tenía a un costado del buro.

─Anda... ─pidió Camile que cerrara la puerta, pero en cuanto lo hice, me enfrentó mostrando un molesto ceño fruncido─¡¿No pediste tu permiso?!

EL PILOTO  ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora