30✈️ Giro de 180 grados

111K 6.1K 424
                                    

CAPÍTULO 30GIRO DE 180°CAMILE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO 30
GIRO DE 180°
CAMILE

Me dirigí hacia la entrada de mi hogar, mis manos ya no temblaban pero vaya que me encontraba temerosa. Inflé mis mejillas al sacar el aire que justo había inhalado y abrí, usando una de mis mejores sonrisas.

─Mi preciosa Camile ─sus palabras chocaron contra mi rostro, mientras me sujetaba por la cintura y depositaba un cálido beso en mis labios.

─¿Cómo te fue hoy?─Cuestioné con más tranquilidad, perdiéndome en su pecho. Sus brazos eran como una medicina.

─Estuvo tranquilo, aunque yo en verdad ya no soporto a tu amigo.

Fruncí el ceño de inmediato antes de sonreír.

─ Oscar es un amor, ¿qué sucedió ahora?

─No deja de hablar, Camile ─ambos comenzamos a caminar hacia el interior de la casa ─, y es que encuentro en verdad fastidioso su tono de voz. Tanto, que inclusive en mis sueños lo escucho ─suspiró─. Es frustrante.

Me causaba tanta ternura cómo lo detestaba, que incluso me olvidé por un momento de la realidad.

─Deja de ser tan quejumbroso, el pobre sólo quiere ser tu amigo.

─Ahí radica el otro asunto. No es mi amigo, es tuyo.

Negué con diversión en la mirada.

─ Dale una oportunidad.

Él suspiró de nueva cuenta, para nada convencido.

─ La buena noticia es que ya vienen los cambios, y yo te pediré para el equipo Mouque. Estaremos juntos de nuevo.

Es con aquel comentario que la realidad me pegó una gran bofetada en el rostro. Es decir, ser sobrecargo no es el mejor empleo para alguien que está esperando.

─Brian...

─Pero, ¿qué es eso?─preguntó con emoción en la mirada al ver la forma en la que el jardín se encontraba románticamente iluminado. Inició el camino hacia él y yo por detrás con nerviosismo.

─Sorpresa─arrastré las palabras, sin embargo, la sonrisa que mostré fue más como una horrible mueca.

Él tomó mi mano y me encaminó hasta la mesa para dos que ahí se encontraba, me ayudó a sentarme y tomó asiento él también, apropiándose del romántico momento que suponía yo haber preparado para él.

─Gracias ─dije, acompañada esta vez de una sincera sonrisa.

─Gracias a ti ─mantuvo aquella mirada que fácilmente me hacía enloquecer, sobre mí.

La cena ya lista y servida abrió paso a alegres pláticas, divertidas risas y encantadoras miradas. Esa era la receta de mi vida a su lado, pero ya le había dado muchas vueltas al asunto, y este momento necesitaba cumplir su propósito. Él debía saberlo.

EL PILOTO  ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora