58✈️¿Aceptas?

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CAPÍTULO 58¿ACEPTAS?BRIAN

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CAPÍTULO 58
¿ACEPTAS?
BRIAN

La mejor decisión que pude tomar, fue ir por Clarisse en soledad. Aun a pesar de que Camile imploró acompañarme. No la quería involucrar más, necesitaba sacarnos del desastre al que decidí meternos gracias a mis malas decisiones.

─No regreses sin ella, por favor ─pidió entre sollozos, mientras me disponía a salir de casa.

Asentí lentamente y la acerqué hacia mi pecho para estrecharla con fuerza.

─ Lo prometo, cariño.

Deposité un beso sobre su coronilla y salí, dispuesto a traer de vuelta a nuestra hija.

•••

Llegué a la compañía de mi padre y lo primero que hice al entrar a su oficina, fue aventar los documentos sobre su escritorio.

─Regrésame a Clarisse, ¡ahora mismo! ─exigí con el coraje a flor de piel, señalándole.

Una increíble sonrisa apareció en sus rostro, al mismo tiempo que tomaba los documentos para revisarlos. Llamó a su secretaria después, sin acabar con la felicidad que le envolvía al haber obtenido lo que tanto deseaba.

─ Teresa, ¿podrías verificar que sean legales?

─Claro que sí señor, en un momento.

─¡Por supuesto que son reales!—gruñí de vuelta, exasperado.

─Bien. Cuéntame, Brian, ¿qué tan difícil era esto? Quizá te hubieras ahorrado tanto, al darme antes el placer.

─Devuélveme a Clarisse ahora, o juro que te arrepentirás─ amenacé entre dientes, mirándole fijamente y con desprecio. Todo ese desprecio que se merecía.

Tomó uno de sus finos bolígrafos y comenzó a escribir en una hoja. Sus labios formaban una radiante sonrisa. Claro, ¿quién no? Tenía lo que quería y aunque me molestara, todo era por Clarisse. Segundos pasaron, cuando la secretaria regresó y le entregó los papeles, tan sólo asintiendo antes de retirarse.

─Bien, en esta dirección podrás encontrar a mi nieta.

─No la llames así. Tú no eres nada de ella─musité, tomando la hoja que dejó sobre su escritorio.

─Este papel dice que lo es. —Sonrío, observando la copia de su nueva acta.

Estaba por salir de la oficina, pero giré en su dirección y le miré con furor.

─Quiero que me dejes en paz. A mí, a mi hija, a Camile.

─No te preocupes, hijo. Será como antes.

─¡No quiero que sea como antes!, ¡Quiero que desaparezcas de nuestras vidas!

Ensanchó la sonrisa que su codicioso rostro formaba y, fijó la mirada sobre mí.

EL PILOTO  ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora