42✈️ Hawaii

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CAPÍTULO 42HAWAIICAMILE

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CAPÍTULO 42
HAWAII
CAMILE

El avión aterrizó.

Nuestra luna de miel oficialmente comenzaba mientras nos dirigíamos al hotel, y yo no podría sentirme más entusiasmada. Cristal nos acompañaba, con el único propósito de cuidar a Clarisse y nosotros poder disfrutar de algunos momentos románticos en compañía de la deliciosa brisa del mar.

—Iré a registrarnos —dijo él, mientras las tres mujeres de su vida tomábamos asiento en los elegantes sofás del lobby.

—Aún es temprano, ¿querrán que cuide a Clarisse hasta apenas la cena?—cuestionó Cristal curiosa.

Asentía con alegría, al menos antes de que mi vista se topara con algo que hizo a mi interior sentir rabia. Mi sonrisa desapareció y mi nariz se arrugó al ver cómo la recepcionista coqueteaba cínicamente con mi ahora esposo, y eso no lo podía permitir.

—¿Cami?—Cristal me observó, percatándose de la situación—. Tranquila, cariño. Él ni siquiera le mira.

—¿Qué no ve su sortija?—pensé en voz alta, arrepintiéndome al instante.

Cristal rió un poco, de manera elegante.

—Ve a ponerla en su lugar, anda —me animó divertida.

Negué un poco.

—Confío en él, no debería hacer algo así.

—Pero quieres hacerlo.

Y gracias a ese mal consejo por parte de mi querida suegra, me aventuré hacia ellos. En menos de diez segundos, me encontraba a su lado, tomándome de su brazo.

—Amor...—pronuncié con la mejor de mis sonrisas.

─Hola ─saludó el pobre ingenuo.

─Nuestra hija tiene hambre  ─la recepcionista fijó la mirada sobre mí y su coqueta sonrisa desapareció de tajo─ ¿Crees que esto pueda ser un poco más rápido?—sonriente, me acerqué a él para besarle.

Y de esta manera, el resto del check in, ella se mantuvo en un silencio sepulcral, mientras yo rebosaba de felicidad por haber logrado mi cometido.

Al ser entregadas las llaves, caminamos de vuelta en dirección a Cristal y una tranquila Clarisse entre sus brazos.

─ ¿En verdad te pusiste celosa de la recepcionista? ─preguntó él con curiosidad antes de llegar a nuestro destino.

─No.

─Camile, vamos.

─¡Brian! ─pronuncié ceñuda.

Él rió.

─ Fue inevitable notarlo.

Decidí no articular palabra alguna, aún con mi ceño fruncido, ambos caminábamos casi a punto de llegar a los enormes sillones, pero él me hizo detener, tirando de mi brazo con delicadeza.

EL PILOTO  ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora