35✈️ Pregunta

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CAPÍTULO 35PREGUNTABRIAN

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CAPÍTULO 35
PREGUNTA
BRIAN

Estábamos por regresar a casa después del pequeño escape que nos permitimos tener, y mi celular no dejaba de sonar con aquel número privado mostrándose en pantalla. Harto, lo tomé y guardé con molestia en lo más recóndito del equipaje.

—¿Qué acabas de hacer?—cuestionó Camile, observando mi acción.

—Aventar a mi padre hacia las penumbras de la maleta—solté un molesto suspiro y cerré el zíper con ímpetu.

—¿Por qué insiste tanto?—inquirió, torcía el gesto y su nariz se arrugaba en ese tierno movimiento.

—Porque está enfermo de poder —gruñí, dándole carpetazo al asunto.

Regresamos a casa y el trabajo me cobró factura. Las siguientes dos semanas solo lograba ver a Camile de a momentos, y eso no me agradaba. No estar cerca para cuidar de ella se sentía como un problema, llevaba la impotencia a flor de piel.

Cuando por fin mi día libre llegó, quise correr a su lado, pero algo rondaba en mi mente. Era algo así como las molestas basuras que en ocasiones entran en tu ojo y no solo batallas para encontrar, también para remover.

Justo ese era yo ahora mismo, tratando de librarme de algo que ni siquiera sabía que estaba ahí. El nacimiento de nuestro hijo se acercaba, y con ello, grandes responsabilidades, responsabilidades que aún no tenía claro cómo enfrentar.

─Deja de llorar, Brian ─ pidió Glen con seriedad mientras hojeaba el periódico.

─¿Podrías mejor ayudar? ─reclamé.

─Lo que necesitas está más claro que el agua, ¿lo sabías?

─No ─respondí cascarrabias y ceñudo.

─Dile que venga a vivir contigo.

Tomé aire con profundidad al escuchar salir esas palabras de su boca. Este hombre era como mi consciencia y en verdad me irritaba.

─ Ella no querrá hacer eso.

─Tienes un penthouse maravilloso, yo no le veo el problema —pasó la hoja de su diario— y no creo que ella lo vea.

─Tú no la conoces como yo. Ella ama su vecindario, su casa ─realcé lo último.

─Entonces múdate tú con ella ─se encogió de hombros como si las cosas en verdad fuesen tan sencillas. Tan solo lo desaprobé con la mirada─. Vamos, niño. Están por convertirse en una familia, alguno de los dos deberá sacrificarse... —una jocosa sonrisa apareció sobre su rostro— Y tengo el presentimiento de que terminarás siendo tú.

Puse los ojos en blanco y me dejé caer en uno de los sofás, descansado los codos sobre mis piernas. Frustrado.

─ Quedé de verme con ella en ... ─alcé mi muñeca para poder observar la hora que el reloj marcaba─ una hora.

EL PILOTO  ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora