Capítulo 17

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18 DE FEBRERO.

—¡Me voy a graduar! ¡Me voy a graduar! ¡Me voy a graduar!

Mi padre me miró desde su lugar en el salón de la casa frente al televisor viendo una carrera de caballos, en lo que consistía el más preciado de sus negocios.
Connor estaba a segundos de comerse un chocolate y se quedó con la boca abierta con el chocolate a medio camino.
Me acerqué y le robé el chocolate, para luego darle un beso en la mejilla.
Estuve a segundos de darle un beso en los labios, maldita sea, casi beso a Connor frente a mi padre, esa hubiese sido mi muerte asegurada.
Me ruboricé, pero intenté ocultar todo ese color envolviendo a papá en un efusivo abrazo desde la parte de atrás del sofá.
Al último momento, decidí saltar y sentarme entre ellos a festejar. Tomé una cerveza de la mesa y crucé las piernas.
—¿Cómo lo sabes? —Quiso saber Connor, siendo el típico chico interesado por las endemoniadas cosas que transcurren en mi cabeza.
—Conocí a un hombre, no sabía que era un nuevo profesor. Estuve mucho tiempo conversando con él, le decía cosas que me inspiran para ser una abogada —Sonreí—. Tuve la valentía de enseñarle un trozo de mi tesis y al parecer, le encantó —Grité emocionada—. Dijo que me graduaría, que no temiera, que era una buena chica y para mí, nada es imposible.
Me di cuenta de que Connor me miraba con ojos de amor y que yo hablaba con verdadera pasión sobre eso, mi rostro se acaloró más.
La sonrisita de Connor me envenenó la mente de una buena manera.

Ganas de comérmelo a besos no me faltaban. En cualquier momento yo podría estar abusando de su cariño hacia mí.
Mi corazón retumbó hasta mis oídos.
—Felicidades, mi princesa —Papá me envolvió en sus brazos y me estrechó contra en su pecho como si fuese una niña de tres años. 

—Ciertamente, quiero decir que estoy orgulloso —Interrumpió Connor. 

Me alejé de papá y dejé que el castaño me abrazara, solo  que este fue uno de esos abrazos que me encantaría tener toda la vida. Compraría un dije y lo guardaría en él de ser posible.
Besó mi cabeza.
—Entonces, ¿Serás abogada?
—Seré una abogada, familia.
Familia.
Connor se estremeció, creo que se detuvo a pensar el sentido que mis palabras habían tomado.
No había nada que pensar, lo consideraba mi familia, él era mi chico. Quizás la emoción estaba haciendo cosas que el alcohol no hace, pero Connor era mi chico. Mi amigo. Mi compañero de cama. Mi socio. Connor tenía muchos adjetivos en mi vida que no cambiaría jamás.
—Creo que llamaré a tu tío —Dijo papá. Se levantó dándole un sorbo a su cerveza.
Recordé que tenía la  mía en mano, por lo que di un largo trago viendo a papá marcharse mientras observaba su teléfono. Cuando lo perdí de vista, me giré hacia Connor. Peiné su cabello con mi mano y jugueteé con su rastro de barba.
—¿Cuántos años tiene ese hombre? —Preguntó tomando mi mano con astucia y llevándosela a los labios.
—¿Estás celoso? —Pregunté suavemente. El tono meloso fue imposible de obviar.
Sonrió un poco.
—Puede ser —Se inclinó un poco y succionó a penas mis labios. Cerré mis ojos y sostuve mi frente contra la suya mientras suspiraba.
—Cincuenta y ocho —Respondí con una sonrisa cómplice. Volví a presionar sus labios con los míos pasando mis brazos por su cuello.
—¿Y te gustan los mayores? —Solté una carcajada llevando mi rostro a su pecho.
¿De dónde demonios sacaba eso? ¿Cómo me iban a gustar los mayores?
—Por supuesto que no —Me alejé. Dejé caer mis manos en su pecho. Su corazón estaba acelerado y emocionado. Igual que el mío. —¿Nos veremos hoy?
—Lo siento. Creo que hoy debo descansar.
—De acuerdo. Sí —No me negué al ver las ojeras debajo de sus ojos a causa de la falta de sueño. Sus manos bajaron las mías de su pecho e hizo una postura de despreocupación.
—¿Cómo te fue en el trabajo?
—Estoy terminando las pasantías y ahora muero de nervios por si tengo el trabajo asegurado —Él siempre quería saber de mí y yo nunca presentaba algún interés. Quise cambiar un poco los papeles, por lo que insistí en el tema de su día— ¿Y a ti?
—Tu padre es un amor —Sonreí un poco, era bueno que él se llevara bien con mi padre. O era bueno, en parte—. Aunque está nervioso por la carrera que viene luego de esta. Sabes cómo es —Asentí, no hacía falta que insistiera cuando yo a la perfección conocía al hombre que me dio la vida.
Apoyé mi codo en el respaldar del sofá y luego incliné mi cabeza hacia mi mano. Subí mis piernas al sofá para mirarlo. Sus ojos brillaban con afecto, sus labios sonreían con timidez y sus dedos buscaban donde apoyarse sin necesidad de tocarme. Me mordí el labio inferior. ¿En serio había terminado con ese chico por un mínimo error que cometió? ¿A caso yo estaba tonta o qué?
—¿Sabes cuál fue mi mejor verano? —Le pregunté en un suave susurro.
—Quiero saberlo.
—Aquel en el que me pediste ser tu novia ¿Lo recuerdas? Papá te entrenaba y te había llevado a pasar verano con nosotros... —Cerré mis ojos, imaginando ese perfecto momento—. Te colaste en mi habitación, te recostaste en mi cama... me llevabas una rosa y dijiste que querías ser mi novio. Te rechacé, pero entonces a la mañana siguiente me llevaste dos flores y no pude negarme —Su sonrisa creció.
Él ha de estar tan feliz por lo que le estoy confesando. Creí que nunca iba a decir eso.
Pero en aquel instante había caído en la cuenta de que quería hacerlo, porque él sin ser un hombre extravagante siempre lograba ganarse un pedazo de mi corazón.
—Me siento afortunado de saber que yo estuve en tu verano favorito...
—También eres una de mis personas favoritas.
—También estoy siendo afortunado por eso.
—Eres un ejemplo a seguir...
—Vas a hacerme llorar.
—Besas bien —Alzó sus cejas.
—Estás llegando a un buen punto.
—Y has mejorado tus habilidades en el sexo —Esto lo dije muy bajito, solo por las posibilidades de que mi padre aparezca y escuche lo que dije.
—¿Soy tu persona favorita incluso más que George Clooney? —Abrí mi boca con sorpresa.
—¿Cómo sabes que amo a George Clooney? —Plantó un beso en mi barbilla antes de alejarse y hablar.
—Te llevé a ver una película de él, no dejabas de decir que me querías así de guapo cuando estuviese viejo —Sentí mis mejillas hirviendo, pero no por el hecho de haber dicho que George era guapo, sino por el simple hecho de que yo, en mi fase de adolescente hormonal, le haya dicho semejante idiotez a Connor.
—Um... bueno. Adoro a George y te adoro a ti —Me incliné un poco más cerca, atenta a las posibilidades de besarlo o no— ¿Qué más sabes de mí?
Connor deslizó su dedo por mi mejilla suavemente.
—Eres una chica filosófica, siempre buscas la respuesta lógica para todo —Se alejó bruscamente.
—Tracey, iré un momento al local, regreso en una hora. Connor, continúa siendo un vago —Papá nos pasó de largo sin siquiera mirarnos, tenía su teléfono en mano y parecía concentrado en él. Connor se volvió a acercar cuando papá se perdió.
—¿Decías?
—No te dejas llevar por las insinuaciones de otras personas, sabes lo que quieres y hasta que no indagues en el asunto, no dejarás de interferir —Me mordí mi labio para ocultar la sonrisa. Este hombre me conocía como a la palma de su mano ¿Cómo es que no me había dado cuenta de eso?
—Continua.
—Eres divertida, centrada y tierna —Me emocioné todavía más—. Tu casa ideal sería a las afueras de la ciudad, un lugar transcurrido porque si es solitario, te verás a ti misma como en una de esas películas de suspenso —Me reí un poco. Estaba a poco de abalanzarme sobre él y besarlo hasta que mi vida acabara—. Tendría suficientes habitaciones como para que tus hijos tengan la suya propia, también tendría habitaciones extras para poder invitar a la familia... querrías un parque donde tus hijos jueguen y una piscina para los días calurosos —Cubrí mi rostro con las manos.
Todo lo decía con tal naturalidad que sentía que hubiese estado practicando este discurso por largas horas. 

Los Amantes©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora