15 DE JUNIO.
—¡Vete! ¡Vete de aquí! —Le grité y creo que solo estaba exagerando las cosas, pero realmente lo sentía como alguna clase de ofensa hacia mi persona y no podía soportarlo.
—¿Pero qué…?
—¡Lo olvidaste! ¡Lo olvidaste! —Se quedó quieto, estaba sin camisa y el pantalón de pijama colgaba de su cintura relajadamente.
No pude evitar devorarlo con la mirada, pero lo que realmente me encantó fue que él estuviese haciendo lo mismo conmigo. Abrió su boca y sus ojos de par en par, luego se rió nerviosamente.
—Trey…
—Déjame —Murmuré sentándome a orillas de la cama.
—Trace…
—¡Déjame! ¡Déjame! ¡Déjame! —Estaba siendo infantil, pero no me importaba.
Su mirada dejó de ser tierna a estar frustrada y sus dedos tiraron desesperadamente de su cabello castaño que había cortado hacer poco.
—Trey…
—Ve a producir y déjame sola —Con el orgullo por lo cielos, me dirigí al baño y cerré la puerta tan fuerte que creo haberlo hecho estremecer.
—¿Ahora qué? —Preguntó en un grito.
—Vete.
—¿Es porque lo olvidé o hay algo más?
—¡Olvidaste mi cumpleaños! ¿Crees que no es suficiente? —Me mojé la cara con el agua y fingí que no estaba ahí mientras se quejaba.
Lo escuchaba refunfuñar como si no hubiese mañana ¿Pero valía la pena escucharlo? No lo creo, él era demasiado idiota y quizás solo se merecía que lo ignorarse durante todo el día. Incluso podría ir y encontrarme con algún chico para molestarlo. Lo haría si no estuviese embarazada, por supuesto.
—Recordé el cumpleaños de Tanner ¿Eso cuenta?
—¡Maldito! —Exclamé con el cepillo de dientes en la boca.
Llené el espejo de espuma. Lo limpié con la toalla. Recuerda el cumpleaños de mi hermano gemelo y no recuerda el mío ¡Lo estaba haciendo para hacerme pasar una rabieta! Se le notaba, se notaba que lo estaba haciendo a propósito.
—¿Pintaste la habitación de Luke? —Pregunté buscando un cambio de tema.
—También lo olvidé.
—¡Connor! ¿Qué pasa contigo? ¡No puedo! ¡Así no puedo! ¿Y mi vitamina? ¿Dónde está mi vitamina? —Salí del baño pero al momento me arrepentí, porque me estaba haciendo pis.
Entré de nuevo y cerré la puerta una vez más con seguro.
Y es que no puedo creerlo, el chico que dice amarme olvidó mi cumpleaños. Qué mal, espero que jamás olvide el de sus hijos porque ahí sí vamos a tener grandes problemas. Me voy a ir de casa. No puedo estar en un lugar donde olvidó pintar la habitación de un niño.
Volví a salir del baño pasando la mano por mi vientre varias veces.
—Ya llamé a Tanner, aceptó venir el día de su cumpleaños a pintar la habitación del niño… aquí está tu vitamina y ¡Feliz cumpleaños, cariño! —Tenía un vaso de agua y una caja entre una mano y entre la otra sostenía una caja forrada con tela negra de gamuza.
La tomé de mala gana y la abrí. Fruncí los labios al ver qué era. No puede ser cierto, esto ya se estaba volviendo en serio.
—No —Dejé la pequeña caja en su mano y tomé la vitamina junto con el vaso de agua.
—¡Oye! ¡No lo olvidé! ¡Te compré un anillo!
—¡De compromiso!
—¡Pero es un regalo!
—¡No lo quiero! —Me crucé de brazos digiriendo mi vitamina—. No quiero casarme por obligación.
—¿Y cuándo vas a aceptar casarte conmigo?
—Cuando se me ocurra hacerle una fiesta ridícula a los niños —Respondí alzando la barbilla—. Además, no me gusta ese anillo.
—Estás mintiendo.
—No es cierto.
—Claro que sí.
—Quiero uno…
Me quedé callada, porque realmente no sabía qué demonios inventarle para que devolviera el estúpido anillo y olvidara por un tiempo eso de pedirme matrimonio.
—¿Remolino? ¿Enroscado? ¿Un anillo de princesa?
—¡Sí! Y con cinco piedras —Entendí mi palma abierta—. Ni una más, ni una menos.
—¿Cuándo le hagas una fiesta ridícula a tus hijos?
—Así mismo.
—Eres una infantil…
—Y tu un idiota —Batí mi cabello.
—¿Quieres discutir?
—Siempre tengo la razón ¿Vale la pena discutir? —Cerró sus ojos y tomó una larga bocanada de aire.
—Eres insoportable.
—Gracias por decírmelo. Ya lo sabía, pero gracias —Se me quedó mirando.
Cerró la mano con fuerza sobre la caja que tenía adentro el anillo.
—¿Y yo que soy?
—Un cobarde que no entiende que no voy a casarme por obligación.
—¿Y si te amo?
—Lo haces porque crees que debes hacerlo.
—No es cierto, estoy enamorado de ti desde los quince.
Cierto, pero jamás dejaría que él supiera que estaba admitiendo que él tenía la razón.
—En cambio, nunca que me has dicho que estás enamorada —Abrí mis ojos de par en par.
Empecé a jugar con mis dedos nerviosamente. No vayamos en esa dirección, Adkins. No quiero admitir que vuelves a tener la razón, es muy odioso saber que he errado dos veces ¿Qué está pasando conmigo? ¿Estos bebés me odian o qué?
—Estoy enojada contigo.
Qué actitud. Vaya carácter de mierda. Quizás Connor me deje y se vaya. Estoy siendo tan tonta que hasta yo misma me iría y me dejaría, pero como no es posible. Connor ha de tener mucha paciencia para aguantarse mi jueguito de niña de preescolar, porque de veras que otra persona hace días me hubiese mandado al carajo y quizás no con las palabras más dulces.
—Déjalo, no hace falta —Suspiré aliviada.
Fui en busca de ropa y me volví a encerrar en el baño. Puse a llenar la bañera mientras que me desnudaba, quizás la cosa de vestirse y desvestirse no fuera muy de mi agrado y menos siento tan delgada y teniendo que estirarme hasta el punto de sentir que quizás me iría de boca al suelo.
Nunca ha sucedido, al menos, en mis cuatro meses de embarazo puedo asegurar que aún faltan pruebas que hacer sobre si me caeré de boca o no. El agua estaba tibia, a la perfección.
Recosté la cabeza en la tina y me relajé completamente. ¿Cuándo será el momento exacto en el que los sienta patear y golpearse entre sí porque no hay espacio para ambos? Sé que eso duele, mamá se ha sentado a darme largas charlas sobre lo duro que es la primera vez que se sienten las pataditas, pero yo muero por saber que ellos pueden escucharme y pueden escuchar lo idiota que es su padre.
—¡Connor! —Exclamé en un grito ahogado.
La puerta del baño se abrió y un pálido castaño se dejó ver. Me reí en voz baja.
—Nada, solo juego. Lo siento. Quería saber si estabas preparado —Sentí cómo me ruborizaba y era increíble que a estas alturas de la vida eso siga sucediendo.
Me puso mala cara y dejó la puerta abierta al irse.
—¿Qué pasa si introduzco mi pulgar en el grifo? —Le pregunté en voz baja, echando un poco de agua sobre mi vientre gordo.
—Se te quedará atorado ¿Nunca lo has visto en la televisión?
—Quiero intentarlo.
—No juegues, Tracey… no tengo el número del plomero.
—Puede que no suceda nada, amor —Lo hice, porque, demonios, yo era tonta.
—¿Y si se te queda atorado? ¿Qué harás?
—Yo, quedarme aquí. Tú, buscar mantequilla —Respondí tranquilamente girando mi dedo en el grifo.
Está bien, mi dejo es tan delgado como yo. No se puede atorar. Lo introje un poco más y cuando quise dejar caer el pie, nada sucedió, se quedó ahí.
—¿Amor?
—¿Lo hiciste, cierto?
—Lo lamento —Ahora era la niña de Connor.
Connor debía cuidarme más a mí que a sus propios hijos, en el futuro yo le causaría más problemas que los niños. En definitiva el debería ir preparándose psicológicamente para lo que le espera conmigo.
—Eres una tonta —Dijo llegando al baño.
—En mi defesa, esas cosas deberían ser más grandes —Hablé refiriéndome a la punta del grifo.
—No, tú deberías ser menos necia.
—Deja de ofenderme —Dije en voz baja—. Te estás vengando porque no acepté casarme contigo y hasta te hice comprar un anillo.
—Sí, estoy muy cabreado por eso.
—Pero…
—Silencio, Tracey. Estoy intentando pensar —Cerré mi boca de golpe, sintiendo la rabia hervir en mi cuerpo.
—Vete, déjame aquí todo el día —Dije como una niña pequeña.
Malvada sea, ya estaba cruzando un límite y él con cada palabra parecía un poco más enojado. Suspiré y miré hacia otro lado que no involucrara su redondo trasero.
Gemí un poco dejando una mano en mi vientre como acto de reflejo. Connor siguió de espaldas a mí tirando un poco de mi pie para sacarlo de ahí.
Aullé e intenté erguirme lo más posible en la tina. Connor me miró con preocupación que intentaba disfrazar, pero bien yo no estaba jugando. Suspiré y dejé mi espalda caer, todo antes de volver a sentir otra maldita puntada en el vientre. Cerré mis ojos con fuerza y me sujeté del mármol de la bañera.
—¡Maldita sea! ¡No bromeaban cuando decían que esta mierda dolía! —Gruñí.
—¿Qué?
—Se están moviendo, maldita sea ¿Qué parte de eso no entiendes? —Creo que de verdad lo asusté.
Metió la mano en el agua y la presionó contra mi barriga. Pero ellos habían dejado de moverse, lo tomé como si estuviese enojado con su papá y no quisieran moverse para él.
—Apúrate —Le dije a Connor señalando mi pie.
—¡Basta! —Exclamó—. ¡No juegues conmigo de esa forma!
Puse mis ojos en blanco. Sacó la mano del agua mojando todo con pequeñas gotas.
Entonces, volví a gemir y no había razón por la que seguir jugando con él. Me sacudí e intenté sacar mi pie con toda mi alma, pero resultaba cada vez un poco más difícil aguantar el dolor de las patadas y soportar a Connor.
—¡Sácame de aquí de una maldita vez! —Grité y luego contuve mis insultos.
—¡¿Te están pateando sí o no?!
—¡Sí! —Connor volvió a meter su mano en el agua.
Yo suspiré, comprendiendo que quizás si se movían él me liberaría de aquí. Vamos, bebés. Ayuden un poco a mami. Una pequeña patada me hizo suspirar, pero Connor no pareció haberlo sentido.
—¿No la sentiste? —Le pregunté con la respiración recientemente acelerada.
—No.
—Maldita sea, Connor. Estoy gorda, cansada y hambrienta y tú no puedes sacar mi dedo de esa mierda ¿Puedes sacarme de aquí o vas a seguir esperando?
—¡Deja de ser hostil!
—¡¿Te está pegando el embarazo o qué?! —Cerré mis ojos al volver a sentir dos golpes.
—¿Y por qué me golpeas? —Preguntó Connor sin sacar su mano del agua. No me miraba, por lo que seguro él no sabe que fueron sus bebés ¿Cómo malditamente confundes esos golpes?
—No fui yo —Respondí en voz baja. Estaba estresada, cansada y apenas era como las once de la mañanas y era mi cumpleaños.
Giró su rostro bruscamente y me miró con los ojos bien abiertos.
—¿Ya vas a sacarme o vas a seguir siendo idiota? Tengo hambre, no he desayunado y estoy de malhumor —Refunfuñé por lo bajo.
—Vale, lo siento.
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Los Amantes©
Romansa«-Tengo miedo. -¿A qué le temes? -A dejes de quererme» No se trata de una elección, se trata de saber qué chico corresponde sus sentimientos. Una noche lleva a más y ese 'Más' se convierte en consecuencias.