Capítulo 24

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4 DE ABRIL.
*Connor's POV*

Alrededor de diez minutos después, forcé la cerradura de la puerta y entre a su departamento ¿Qué le estaba tomando tanto tiempo?
Revisé desde la cocina, hasta el baño y como última opción, su habitación.
Suspiré al encontrarla cómodamente sobre su cama.
Su cuerpo abrazado a una dura almohada reposaba con una tranquilidad increíble.
Estaba desnuda.
Sus pechos estaban presionados y una pierna estaba por sobre la almohada, solo podía diferenciar su pequeño y redondo trasero.
Me pareció muy extraño que ella estuviese durmiendo.
Presioné unos dedos en su cuello con una nueva preocupación creciente.
Uf, respiraba.
Y al parecer roncaba ¿Desde cuándo Tracey roncaba?
-Bonita -La sacudí, pero ella no hizo ni el mínimo movimiento de querer despertarse-. Trace...
Nada.
Ella estaba en un profundo sueño a las dos de la tarde. Diablos, Tracey normalmente a esta hora estaría haciendo algo bueno por la sociedad.
-¡Tracey!
Giró sobre su cuerpo, dejando toda esa obra de arte para mí.
Tragué saliva y contuve la respiración, me sentía como un vampiro con la necesidad de no succionar su sangre. O algo más.
Yo me estaba excitando y ella aún no despertaba. Mientras buscaba la manera de levantar a la bella durmiente, detallé que quizás ella estaba engordando un poco. Vi a penas una notable panza, pero desconocía si era eso o estaba muy llena de tanto comer. Podría ser cualquiera.
La sacudí una vez más, sus manos capturaron las mías y sus ojos verdes se conectaron con los míos.
-Buenas tardes, princesa -Le envié una sonrisa.
Con un poco de pereza, ella me la devolvió, pero enseguida estaba cubriendo su cuerpo y gruñendo por lo bajo.
-Me quedé dormida -Murmuró.
-Ya me di cuenta, preciosa...
Las sábanas empezaron a privarme de la vista, pero de imaginarme todo lo que había debajo solo me encendía un poco más.
Apreté mis labios.
Algo la rodeaba, había un aura resplandeciente a su alrededor, ella brillaba hoy más que nunca, era como si todas sus hormonas se hubiesen colocado alrededor de ella como un perfume.
Me incliné para destapar su rostro y darle un beso.
-Oye, no... espera que vaya al baño -Susurró. Presionó sus labios en mi barbilla.
Todo mi cuerpo se dejó llevar por eso, por la manera en la que su boca se sentía sobre mi piel.
Me estremecí.
Era la sensación más maravillosa que por mis huesos había recorrido.
-Estás muy cariñosa hoy -Jadeé cuando sus labios no se detuvieron en mi barbilla y continuaron por mi cuello.
-Hoy estás muy guapo -Suspiró contra mi cuello.
Todo su aliento se resbaló por mi cuello y se escabulló por dentro de mi camisa. Lo juro, todo mi cuerpo se contrajo con eso.
No la iba a dejar ir al baño si continuaba con aquellos besos. Y la manera en la que lo dijo... eso agitó aún más mi cuerpo, porque ella quizás no sabía cómo parecer una actriz porno, pero estaba muy cerca de volverme así de loco.
-Dulzura -Murmuré.

Por más que intentaba buscar sus labios, ella siempre resultaba ser más rápida y huía de mi boca como el juego del gato y el ratón, nunca perdiendo esa sonrisa divertida del rostro que me inspiraba a seguir haciéndolo, solo para atrapar su boca entre la mía.
-Iré al baño.
Se levantó con las sábanas y se metió al baño, no sin antes casi hacerme caer de la brusquedad con la que levantó la tela. Me puse de pie y me encaminé fuera del cuarto hasta llegar a la sala.
Quizás ella esté muriendo de hambre. Lo pensé, e incluso fui a la cocina, pero encontré todo hecho un desastre. Cajas de galletas vacías, potes de helado que Dios sabe dónde consiguió tanto e incluso dos botellas de Gatorade. Alguien al parecer tuvo una buena mañana.
Divisé hasta algunos pedazos de lechuga y tomate. Si, en definitiva ella estaba engordando.
Nadie que coma así se mantiene delgado de por vida. Bueno, quizás ella sea la clase de persona que come y come y no engorda, una persona que tiene una vida segura, pero eso no explica que este rellenita.
Me quité la chaqueta en la sala y la dejé caer sobre el sofá.
-Vuelve a hacer eso para grabarlo -Escuché.
Me giré para encararla con la bata de baño cubriendo su cuerpo hasta las rodillas. Tenía aspecto de haber dormido hora y horas, pero que aún le faltaba mucho por dormir. Quiero decir, parecía agotada.
-¿Qué sucede contigo hoy? -Se encogió de hombros.
Comenzó a caminar hasta mí para acorralarme con su mirada verde. No era falso cuando admitía que su cuerpo estaba siendo bendecido con la gracia del señor, hoy se veía más irresistible que muchas otras veces.
-Solo... estoy feliz -Antes de poder darme cuenta, ella tenía sus manos en el cuello de mi camisa y sus labios presionados sobre los míos.
Cerré los ojos apoyando mis manos en su cintura. Hice una succión leve a su labio inferior, pero ella parecía estar buscando algo más que compasión por su persona.
No habíamos ni comenzado el verdadero beso cuando mi camisa parecía querer romperse y volar por el departamento. De hecho, eso hizo.
Metí mi lengua en su cavidad y nuestras lenguas crearon un trazo distinguido de besos. Mordisqueé su labio inferior y me separé para besar su cuello.
Me hizo retroceder hasta que estuve sentado en el sofá y ella sobre mi regazo moviendo sus caderas.
Gemí echando la cabeza para atrás y sus bonitos labios se posaron en mi manzana de Adán. Succionó un largo rato en el mismo lugar, hasta que ambos supimos que había marcado su territorio en mi cuerpo. Subí mis manos de sus caderas a sus pechos mientras volvíamos a besarnos, sus manos se colocaron sobre las mías y me enseñó cómo debía tocarle.
Gemí, una tras otra vez. Yo era vulnerable y ella muy hermosa, esto debería estar prohibido.
-Te amo, te amo un mundo -Murmuró, su boca nunca dejó de estar en la mía.
Tiré de su labio inferior cuando sus manos tantearon en mi pecho y sobre mi pantalón. Quería acabar con todo esto de una vez por todas, ella me estaba matando lentamente.
Antes de quitarse la bata, miró al ventanal cerrado de su departamento y volvió a darme besos.
Pero era mi turno ¿Cierto? Yo también quería hacerle ver estrellas y ella no me lo estaba permitiendo con tanta fricción. Por lo que dejé de besarla y esparcí con mis labios besos por su cuello y un poco de humedad para hacerla saber que solo una persona ha estado por ahí y ha dejado ese tipo de rastro.
La hice gemir cuando con mis dientes rocé uno de sus pezones. Incluso tiró de mi cabeza para que continuara. Mi boca se cerró sobre uno de ellos y succionó muy lentamente. Le dejé una marca sobre el seno y continué dejándolas como pude hasta su ombligo.
-Aquí, maldita sea, hazlo ya, Connor -Suspiró en mí oído y con sus dientes capturó mi lóbulo.
Hacerlo en el sofá sería quitarle la magia y el amor a todo, pero supongo que lo intentaría.

Los Amantes©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora