Capítulo 3

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'¡El timbre! ¡Helga llegó!', dijo Lucía y se levantó de la cama donde estaba sentada. 'Por suerte el timbre me despertó. Ya no soporto estas pesadillas. Ojalá Helga sepa cómo ayudarnos. No sé quien más podrá hacerlo. No hay nadie más'. 

-Hola Helga. -dijo Lucía luego de abrir la puerta y ver el rostro de su antigua compañera de culto frente suyo. No supo qué otra cosa decir para recibirla. 

-Hola. -respondió ella e ingresó sin que la invitaran a pasar, seguida por Jürgen a quien Lucía, a pesar de que lo había visto allí parado a un lado de Helga, no atinó a saludarlo. 

-¿Qué es lo que está sucediendo? No entendí mucho cuando recibí tu llamada. -siguió diciendo ella con su voz autoritaria que la caracterizaba y la convertía en líder en todos los grupos en los que estaba. 

-Es Luiscar. -respondió entre sollozos. -Está dormido. 

Pero, ¿qué tiene que duerma? ¿Está enfermo? -preguntó Jürgen sin entender por qué lo habían despertado a la una de la mañana? 

-Y, ¿qué hace Luiscar en tu apartamento? ¿Es tu pareja? -preguntó él. No le cabía en la cabeza que una muchacha bonita fuese enamorada de su compañero de colegio. 

-¡No! Este es su apartamento. No soy su enamorada. Es solo un compañero de la Universidad. Estudiamos juntos. 

-Sigo sin entender. -dijo Helga y le dirigió una mirada severa a Jürgen, quien supo que, por el momento, tendría que callarse y dejar que sea ella quien lleve adelante la conversación. 

-¿Luiscar vive aquí? ¿Dónde está él? 

-Él está aquí, en su cuarto. -respondió Lucía y avanzó como fantasma hacia el cuarto del amigo. 

Helga y Jürgen la siguieron sin pronunciar palabra e ingresaron en la habitación detrás de Lucía. Luis Carlos, tal como le había dicho ella, estaba dormido sobre su cama en la misma posición en la que lo había encontrado muchas horas antes. 

-Y, ¿qué tiene de malo que esté dormido? -preguntó Helga tratando de entender por qué la urgencia de su llamada y sus palabras incomprensibles al teléfono. -¿Entonces? -preguntó autoritariamente ante el prolongado silencio de Lucía. 

Jürgen, sin esperar más comentarios y aburrido por la conversación sin sentido, empezó a sacudir al amigo, primero suavemente y posteriormente con mucha fuerza, sin que el durmiente mostrase ningún tipo de reacción. 

-¡No despierta! -dijo Jürgen con asombro por la fuerte sacudida que hubiese podido despertar a cualquier persona normal. -¿No estará muerto? 

-Apártate. No seas tonto. -dijo Helga mostrando el pecho de Luis Carlos. -¿No ves que respira? 

-Entonces estará en coma. No sé. No es normal que no despierte. -dijo él tratando de justificar su respuesta. 

-Espera un momento. Ahora vengo. -dijo Helga y salió presurosa del cuarto, para volver casi inmediatamente con un vaso lleno de agua, el cuál arrojó sin piedad sobre el rostro del dormido, quien no mostró ningún tipo de reacción y permaneció dormido como si nada hubiese pasado. 

-No va a despertar. -dijo llorando Lucía, con una voz neutra que no mostraba la intensión de convencer, sino simplemente de informar. 

-¿Por qué dices eso? -le preguntó Helga con su tono de mando mezclado con una fuerte dosis de urgencia ante la situación anómala de Luis Carlos. 

Lucía solo dirigió su mirada hacia la mesa de noche donde todavía estaban el vaso vacío y la caja de pastillas para dormir. 

Jürgen se dirigió sin demora hacia el lugar y tomó la caja, para luego leer en voz alta, el nombre del medicamento. Su rostro mostraba muy claramente que el nombre de la droga que había leído, no le daba ningún tipo de pistas que le permitieran saber de qué se trataba. 

-Es una fuerte pastilla para dormir que solo lo usan en enfermos mentales y pacientes terminales. No se venden en farmacias. Solo los hospitales lo pueden adquirir. -dijo Lucía con la misma voz neutra e informativa que había estado usando. 

-¿Y cómo lo consiguió? -le preguntó Helga con la mirada fija en los ojos de Lucía, quien solo levantó los hombros en señal de desconocimiento. 

-Creo que ya está bueno de estar jugando a las adivinanzas. Me parece que ya es hora de que empieces a explicar de qué se trata todo esto. ¿Qué hace Luiscar aquí y no en su departamento? Porque yo conozco su departamento. Y sobre todo, ¿por qué ustedes están tomando esas drogas? Quiero saber todo. -le dijo Helga utilizando su voz de mando con una intensidad que Jürgen nunca le había escuchado antes. 

Lucía, en parte dominada por la hipnótica voz de Helga, y en parte desesperada de tener a alguien a quién contarle lo que les estaba sucediendo, empezó a relatar toda la historia, desde el día en que conoció a Luis Carlos, hasta aquella noche en la que tomó la decisión de pedirles ayuda. Tuvo el cuidado de no omitir nada, ni los sueños lúcidos de ella, ni los sueños fantásticos y las fiestas orgiástica de él. Solo escondió el robo del libro en casa de Helga. No. Eso no podía contarlo, si quería obtener la ayuda que tan desesperadamente necesitaba. 

Cuando terminó de contar toda la historia, el silencio se apoderó de la escena. La imagen estática resultante mostraba a los cuatro personajes sumidos en un profundo silencio. Luis Carlos, a pesar del prolongado tiempo empelado por Lucía para relatar la historia, seguía en la misma posición que lo había encontrado Lucía esa tarde. Ella, luego de descargar el enorme peso que había tenido que soportar todo ese tiempo, no tuvo ya más qué decir y se agachó a un lado de la cama para permitir que sus lágrimas fluyeran libremente por su rostro. Helga y Jürgen, asombrados por la asombrosa historia que acababan de escuchar, se quedaron ensimismados, rumiando toda la información que acababan de recibir, tratando de organizar y finalmente comprender qué es lo que estaba sucediendo en esa habitación. 

-Pero, ¿no sabía que es muy peligroso tener sueños lúcidos? ¿Que en ese tipo de sueños, puedes ser poseído por los demonios? -le dijo dijo con molestia Jürgen, luego de un prolongado silencio. 

-No. No sabía nada de eso. Él nunca me lo dijo. Pensé que era divertido. 

-Pero tú sabes que es pecado. Está en contra de la palabra de Dios. -dijo Helga mirando con asombro a la que, por un tiempo, fuera miembro de su grupo de oración. -Lo hemos hablado varias veces durante las reuniones. ¿No recuerdas? 

-Perdón. -dijo Lucía, esta vez llorando más copiosamente. -No sabía que era tan malo. 

-¿Luiscar no te contó que yo fui poseído por un demonio y que solo gracias a nuestro señor Jesucristo logré salvarme? 

-No. -mintió Lucía en un mar de lágrimas. -Él nunca me dijo nada. Más bien decía que todo eso era mentira. 

-Qué Dios me perdone por lo que he hecho. -dijo Jürgen y se puso de pie con notable nerviosismo -Nunca debí crear ese maldito club de los sueños. Y tú, -dijo esta vez dirigiendo una mirada severa hacia Lucía. -nunca más tengas ese tipo de sueños. Nunca más.

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Muchas gracias por seguir la novela hasta este punto. Espero que te haya parecido muy entretenida. Te aguardo en el siguiente capítulo. Y por favor no olvides de votar por este capítulo. Es lo único que te pido a cambio.

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