El silencio permaneció entre los amigos, desde que se alejaron de la patrulla policial, hasta que finalmente ingresaron en el apartamento de Jürgen. La presencia de una persona en el lugar, los obligó a romper el silencio que los tenía atormentados.
-Hola Helga. Buenos días. -le dijo Jürgen al ingresar y verla sentada en la sala, con el teléfono en la mano.
-Hola. -dijo Hans y se acercó a saludarla detrás de un temeroso Jürgen.
-¿Y ustedes dónde estaban? Les llamé y nada. -preguntó ella con más preocupación que molestia.
-Es que teníamos los teléfonos en silencio y no me di cuenta cuando llamaste. -le respondió Jürgen y sacó el teléfono de su bolsillo, para ponerse a configurarlo nuevamente en volumen alto.
-¿En qué están ustedes? ¿Se puede saber? -volvió a atacar Helga, esta vez con mayor énfasis en la voz, lo que obligó a los muchachos a sentarse y empezar a relatar todo lo que había acontecido esos últimos días.
-¿Pero ustedes son tontos? ¿Dónde tienen la cabeza? ¿Cómo permitieron que ella haga eso? Ingresar a una clínica privada... Eso es un delito que le puede costar la cárcel. Si es que no la matan primero por confundirla con un ladrón. ¿No se les ocurrió eso? -dijo ella con notable molestia, cuando terminó de escuchar todo el relato.
-Pero fue idea de ella. -dijo Jürgen como intento de defensa. -Le dijimos que no lo haga, pero ella insistió. Dijo algo de su hermano, que no entendí, y salió corriendo. Hans es testigo.
-No me imagino qué podría ella hacer allí dentro. -se preguntó Helga con curiosidad y preocupación. -Pero si ella no ha vuelto hasta este momento, de seguro que está detenida en alguna delegación policial. Y eso es culpa de ustedes.
-Tienes razón. -asintió Jürgen avergonzado -Debimos detenerla. Aunque no… No se me ocurrió cómo hacerlo. Es que ella no nos hizo caso.
-Eso ya no importa. Lo que sí importa, es que si vamos a ayudarla a salir de ese lugar o no. Ella no tuvo miedo para ayudar a salir a Luiscar. Tenemos que ir a la delegación y explicarles todo. Ellos comprenderán. -interrumpió Hans, que no pudo aguantar más sus nervios por la falta de acción. No podía dejar que una amiga, una... no sabía qué era, pero alguien a quien tenía que ayudar. Urgente.
-Un momento, por favor. -interrumpió Helga. -No creo que nos hagan mucho caso. Pensarán que es algo peor. No creerán en la historia del rescate. Peor aún. Pensarán que somos sus cómplices y nos meterían presos junto a ella.
-Entonces, ¿cómo le ayudamos? Porque no podemos dejarla allí. -dijo Hans confundido al no saber qué hacer, casi al borde de las lágrimas.
-Dije que nosotros no podemos. Pero sí podemos buscar ayuda. Alguien que nos pueda asesorar. Que conozca de esos temas. -dijo Helga, más en control de sus emociones, que sus amigos.
-Eso es. -respondió Hans emocionado -Préstame el teléfono. Llamaré al abogado de la empresa. Escuché que ha tenido que tratar temas similares alguna vez.
-o-
-He llamado a casi todas las delegaciones policiales. -empezó diciendo un hombre de unos cuarenta y poco anos, ya con algo de barriga que la disimulaba muy bien con un traje muy formal y una corbata que mostraba los símbolos del club de futbol Sao Paulo, y con una forma juvenil de hablar, como si no quisiera que los años pasaran. -Pero no he tenido ninguna información que me pueda dar a entender que alguna Lucía Souza estuviera detenida. Incluso fui personalmente a la delegación que le corresponde a la zona en la que está la clínica y me informaron que anoche no detuvieron a ninguna persona y mucho menos a una jovencita con ese nombre. Lo que sí atendieron, fue a una llamada por un vehículo sospechoso que estuvo estacionado en las inmediaciones de la clínica, pero que al llegar la patrulla policial, se retiraron sin mayores inconvenientes.

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Ojos Abiertos
FantasyContinuación del libro "Lúcida", de la Serie: "La Dimensión Dormida". Lucía queda atrapada bajo el poder de un demonio que, cada vez que ella queda dormida, la tortura y aterroriza hasta niveles que ella no logra soportar, haciéndole despertar en lá...