El sol ya alto en el horizonte logró, no con poca dificultad, enviar un haz de luz que formó un cuadro en la pared opuesta a la ventana. Jürgen dirigió su mirada al recién formado cuadro y contempló su lento recorrido por la pared, señal inequívoca de que el tiempo continuaba su avance.
'Nada. -dijo Helga para romper el silencio en el que estaban sumidos por un largo tiempo. Jürgen, como si despertara de un sueño, dejó de mirar al cuadro de luz, y miró el rostro de Helga que continuó hablando. -No despierta. ¿Cuánto tiempo lleva durmiendo? -dijo y miró fijamente a Lucía que había permanecido sentada en el piso a un lado de su amigo.
-No lo sé. Cuando llegué, él ya estaba así.
-Pero, normalmente, ¿cuándo despierta?
-Máximo a las nueve de la noche. Generalmente antes. Nunca había dormido tanto. No hasta ayer que cambió de medicamento.
-Entonces no lo sabremos hasta que despierte. -dijo Jürgen con una cara que mostraba un profundo aburrimiento -Mejor voy a la cocina a preparar algo de café. -y empezó a avanzar hacia la puerta del cuarto.
-No te preocupes, voy yo. -respondió Lucía que se había puesto de pie como si hubiese sido accionada por un resorte. -Yo conozco mejor el departamento. -Siguió diciendo con insistencia y con la mente fija en el libro de los sueños que todavía se encontraba visiblemente colocado a un lado de la computadora portátil en el comedor por donde Jürgen tendría que pasar inevitablemente para ir a la cocina.
-No te preocupes. -le respondió él con cortesía -Ya sé dónde está la cocina. La vi cuando entramos. Tú descansa. Tienes una cara que muestra que no estás muy bien. Deberías dormir un poco.
-No. En serio, yo les preparo el café. Es lo menos que puedo hacer para agradecerles por venir.
-Es verdad lo que dice Jürgen. Deberías descansar. -le dijo Helga con una autoridad en la voz que no dejó oportunidad a que ella pudiese replicar.
Lucía, vencida, pero no menos asustada por lo que podría pasar, volvió a su posición original a un lado de la cama, con el oído atento a los sonidos que provenían del exterior del cuarto.
-Helga. Ven por favor. -escuchó decir Lucía en la voz de Jürgen y vio cómo Helga salía del cuarto a atender su llamado.
'Estoy perdida', pensó Lucía y vio mentalmente la imagen de Jürgen entregando el libro a Helga que, furibunda al darse cuenta que Lucía le había robado, entraba en el cuarto, libro en mano, para recriminarle su abuso de confianza, para luego, tras un fuerte sonido de la puerta cerrándose, marcharse molesta para siempre y dejarla envuelta en soledad y desesperanza. 'Es en vano mentir ahora. Me lo merezco. Yo soy la culpable. Yo robé el libro que ha puesto a Luiscar en esta situación. Yo soy la única culpable', pensó con el rostro mojado por un río de lágrimas.
-Lucía -sonó la autoritaria voz de Helga -Levántate por favor.
'Ya lo sabe. Vio el libro', pensó Lucía avergonzada, sin atreverse a levantarse a mirarle la cara.
-Levántate Lucía. -repitió Helga, esta vez con mayor vigor. Lucía no tuvo más opción que levantarse y enfrentar las palabras que Helga tenía que decirle.
-Fui yo. Es todo mi culpa. -dijo llorando. Ya era inútil negar la verdad.
-Tranquila. No es bueno que te alteres. -respondió Helga empleando una voz más conciliadora. -Necesitamos irnos. Aquí no hay nada. La cocina está vacía y necesitamos conseguir ayuda. Hemos esperado mucho tiempo sin resultado. Debemos ir a otro lugar. Jürgen ya habló con el pastor. Le explicó todo lo que está sucediendo. Dice que lo llevemos al templo. Haremos una misa para ayudarlo, para sacarlo de ese sueño repetitivo y liberarlo del demonio que lo tiene atrapado. Levántate. Estaremos mejor en el templo.

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Ojos Abiertos
FantasyContinuación del libro "Lúcida", de la Serie: "La Dimensión Dormida". Lucía queda atrapada bajo el poder de un demonio que, cada vez que ella queda dormida, la tortura y aterroriza hasta niveles que ella no logra soportar, haciéndole despertar en lá...