Capitulo 44

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Las penumbras que la rodeaban, y el sepulcral silencio que le aturdía los oídos, le hicieron presentir algo terrible. Miró a su alrededor con mucha aprensión, como si esperara que algo sucediera. Algo que no se atrevía a pensar conscientemente. Y es que este era ese tipo de escenas. La tranquilidad y el silencio seguido del terror y la violencia. 'Prueba de realidad', se dijo Lucía para tratar de recuperar la calma. Intentó repetidas veces saltar para elevarse por los aires, pero en todas las ocasiones el resultado fue el mismo. 'Estoy despierta”, se dijo sin mucho convencimiento y continuó petrificada en el lugar donde había bajado, a un lado del muro exterior, a la espera de la siempre inesperada visita de su compañero de sueños. De su demonio. 'Estoy despierta. Debo enfocarme en mi objetivo. No puedo quedarme aquí a esperar a que amanezca', se dijo para obligarse a avanzar a través de las penumbras hacia la parte posterior de la edificación, hacia la puerta de ingreso de servicio. En su mente tenía claramente dibujado el mapa que le había hecho la enfermera que trabajaba allí. No era un mapa muy exacto, pero era suficiente para tener idea de dónde estaban las cosas en cada piso. Pero lo que no estaba en el mapa, era la ubicación de la habitación donde estaba recluido Luis Carlos. Eso, tendría que averiguarlo ella por sus propios medios.

Lucía abandonó su posición estática y empezó a avanzar con mucho cuidado hacia la parte posterior del edificio, cuidando de mantenerse protegida por las sombras que proyectaban los frondosos árboles que rodeaban el edificio. A pesar de la sensación de opresión que sentía venir de los muros del edificio, también tuvo una agradable sensación de estar de paseo en el campo, al verse rodeada por la gran cantidad de altos árboles que estaban al rededor del edificio. Mientras avanzaba, su mente viajó a uno de los tantos paseos de campo que había tenido su padre con algunos amigos del trabajo. Su hermano siempre se alejaba del lugar donde estaban los adultos, y se iba a investigar a los alrededores, liderando a los otros muchachos. En una de esas tantas ocasiones, ingresaron en un bosque lleno de árboles de gran altura y que impedían el ingreso de la luz del día. Allí adentro era como si fuese casi de noche, pero eso no le atemorizó y por el contrario le empujó a seguir investigando más y más profundamente dentro de la naturaleza. Cuando estuvieron ya muy en el interior, Lucía se dio cuenta de que su hermano había cambiado la manera de caminar. Era como si dudara. Como si pensara detenidamente cada una de sus decisiones. La señal fue clara, pero tomó tiempo en surgir en la consciencia de Lucía. Pero cuando surgió, lo hizo de manera perturbadora. 'Estamos perdidos, ¿verdad?' Su hermano no respondió y eso significaba una sola cosa. Era verdad. Lucía sabía que no podía poner más nervioso a su hermano, si es que quería que la sacara de allí, y permaneció callada siguiendo los pasos del hermano, sin pronunciar ninguna palabra más. Pero a pesar del tiempo y de la distancia que habían avanzado, no veía señales de salida. Seguían perdidos. No supo cuánto tiempo estuvieron allí, pero estaba segura de que habrían sido muchos días si no hubiesen escuchado los gritos de su madre que los buscaba desesperadamente. Guiados por la voz de su madre finalmente lograron salir del bosque hasta el lugar donde ella se encontraba. Al llegar a ese lugar, Lucía sintió una mezcla alivio y asombro. Alivio al verse salvada, y asombro por que no tuvieron que avanzar más que algunas decenas de metros para salir del lugar en el que estaban perdidos. No podía entender cómo es que, luego de avanzar tanto tiempo y tanta distancia, estuvieran tan cerca de la salida sin siquiera darse cuenta. Un escalofríos le recorrió el cuerpo cuando se dio cuenta de que estaban caminado hacia el interior del bosque, alejándose de la salvación que había llegado en forma del grito de su madre.

Pero ese grito de ayuda ya no estaba, pero tampoco estaba en aquel denso bosque, así que Lucía logró llegar sin ninguna novedad hasta la puerta de servicio posterior de la clínica. Se detuvo un momento atenta para escuchar y ver todas las señales que le mostraran cualquier tipo de actividad en la zona, pero por más que se quedó varios minutos escondida en la obscuridad, no detectó nada. Animada por la traquilidad de la noche, se fue acercando hacia la puerta y se atrevió a espiar lo que ocurría en su interior. Tal como lo había deseado, el pasillo de servicio estaba vacío y cruzó la puerta con toda prisa para luego seguir avanzando hacia el interior del edificio, todo el tiempo guiada por el mapa mental que tenía del lugar. En su avance trató de parecer lo más natural posible, y caminaba sin prisa por el pasillo como si supiera hacia dónde estaba caminando. Pero la realidad era que, una vez adentro, no tenía idea de dónde empezar. Habían muchas habitaciones, y ninguna pista de en cuál tenían detenido a su amigo. Avanzó por un pasillo hacia un cruce y sintió unos pasos que venían por el otro pasillo. Por un momento sintió la necesidad, la urgencia de salir corriendo de allí, pero logró controlarse y siguió avanzando hacia aquella persona que venía. Sabía que no tenía otra opción. Correr sólo la delataría. Finalmente llegó al cruce y vio surgir a una muchacha que, como ella, venía vestida de blanco. Apenas la miró y siguió su camino entretenida en leer algunas instrucciones médicas en su tablet. O quizá consultando los últimos sucesos en su red social. No importaba. Lo que sí importaba, era que Lucía había pasado desapercibida, a pesar de lo diferente de su uniforme. Eso le dio confianza para seguir caminando, ya sin miedo, pero no sin cuidado, por los pasillos del lugar. Pero todavía no se atrevía a ingresar en las habitaciones de los pacientes. Sólo pasaba por las puertas, como si estuviese apurada en llegar a su destino, un destino que no existía. Tuvo que aparecer un sonido a sus espaldas, el sonido de la voz de un hombre que conversaba por teléfono, para que se animara a cruzar una de las puertas de los pacientes. La luz brillaba con baja intensidad sobre el techo para apenas iluminar el lugar, lo suficiente como para que se pudiese ver a una persona descansando en la cama en medio de la habitación. Lucía tardó un poco en adaptarse a la nueva intensidad de luz, pero cuando se sintió lo suficientemente capaz de ver, se acercó hacia el paciente que seguía durmiendo para ver su rostro, y comprobar si era su amigo. Tuvo que acercarse hasta casi tocar el cuerpo del joven que dormía para saber que no era Luis Carlos, tanto que temió por momentos que su mirada fuese lo suficientemente fuerte para despertarlo. Y si eso sucedía, no tenía idea de qué hacer para salir de esa situación. Convencida de que se había equivocado de habitación, se dirigió hacia la puerta y se dispuso a abrirla, pero el sonido de un carrito que avanzaba por el pasillo la alertó y la hizo retroceder. El sonido estaba aumentando de intensidad, señal inequívoca que se estaba acercando. Ya adaptada a la penumbra buscó con desesperación, pero tratando de que esa desesperación no nuble sus sentidos, un lugar dónde esconderse. Pero nada. No había ningún lugar dónde podría ella pasar desapercibida. Ni muebles, ni nada. Sólo el baño. Pero si quería esconderse allí, tendría que apurarse antes de que la persona que empujaba ese carrito, abriese la puerta. Por momentos se congeló, pero se obligó a moverse. Era cuestión de supervivencia. Casi corrió hacia el baño y logró ingresar cuando el sonido pasaba ya por la puerta de esa habitación. Pero el sonido no se detuvo y continuó su viaje, esta vez para alejarse del lugar. Había pasado el peligro, pero no los nervios que todavía hacían galopar su corazón. Lucía maldijo su irresponsable idea de meterse en ese lugar, sabiendo que de esa no saldría libre, más considerando que acababa de salir de la cárcel.

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