No sé cuánto he logrado avanzar dentro de la espesura de la vegetación, pero estoy segura de que no es tanto como parece. Pero los pocos metros que he logrado penetrar dentro del bosque, me han costado mucho dolor. Mis pies me duelen por las múltiples espinas que se han incrustado. Y mis piernas rasmilladas por las ramas, muestran muchas lineas rojas de dolor. Pero no puedo dejarme dominar por estas sensaciones que me atormentan las piernas. No mientras siga escuchando las voces de esos hombres que me buscan para matarme. Por suerte la vegetación es tan dura con ellos como lo es conmigo. Y también es una suerte que sea tan densa que no se pueda ver más allá de unos cuantos pasos alrededor. Sólo el sonido logra cruzar esa densa naturaleza. Y por eso es que permanezco callada, apenas respirando y aguantando las ganas de gritar por el dolor que recorre mis piernas. Me concentro en escuchar lo que sucede a mi alrededor. Noto desesperación entre mis captores al no encontrarme. Pero también noto que se acercan. El sonido de sus voces y las ramas que tienen que romper para avanzar, me indican que están muy cerca. Casi al lado mío. Hago un esfuerzo para controlarme y no salir corriendo. Sé que no lograría avanzar mucho, no solo por el dolor en los pies que harían lento mi caminar, o el dolor en las piernas por las nuevas heridas que tendría que sufrir, Si no por que es muy seguro de que tendría que hacer mucho ruido en mi intento de escape. Ruido que me delataría y guiaría a mis perseguidores. Por eso es que miro a mi alrededor y busco con mucho cuidado algo que me pueda servir de escondite. En mi desesperación intento volar como lo hacía antes en mis sueños lúcidos, cuando el demonio todavía no había aparecido. Pero no logro elevarme más que unos pocos centímetros y vuelvo a caer sobre algunas espinas que me recuerdan que ya no puedo volar más y que sigo atrapada en sus sueño y no en el mío. El demonio es el que decide cómo será el sueño. Es el que decidió recrear mi ciudad para torturarme. Pero no contó con que yo me defendería. No se imaginó que ya no iba a ser la dócil y aterrorizada muchacha de las pesadillas anteriores, con quien podía jugar y hacer lo que sus obscuros deseos quisieran. Pero tampoco contó con que mi subconsciente también influiría, aunque sea muy poco, en el desarrollo de esta pesadilla. Como las inesperadas y valientes acciones de mi madrina que lograron que yo escapara de su casa. Ya sabe que cambié y que ahora estoy dispuesta a luchar. A defenderme de ese asesino que escucho a corta distancia, buscándome. Miro a mi alrededor buscando dónde esconderme. Debo encontrar algo pronto, antes de que esos sonidos de ramas rompiéndose lleguen a mí. A pocos pasos de donde me encuentro veo un tronco caído que forma una pequeña cueva. Es un buen lugar donde esconderse, pienso y doy el primer paso para llegar allí. El sonido de los arbustos y ramas que tengo que atravesar, me alertan y me congelo en el sitio para escuchar si es que he sido descubierta. Por suerte el asesino también está haciendo mucho ruido en su avance y al parecer eso escondió el ruido que yo hice. Pero no puedo arriesgarme a dar otro paso más. Sería mi perdición. Miro con decepción mi lejano escondite y busco otro lugar dónde esconderme. El sonido de los pasos y las voces de dos asesinos se escuchan casi al lado mío. Debo hacer algo si no quiero que me encuentren aquí, imposibilitada de escapar entre la densa vegetación. Miro al cielo como si esperara que algún ángel bajara, pero solo veo el denso follaje de los árboles y uno que otro haz de luz que logra atravesar para iluminar parcialmente el interior del bosque.
El sonido de uno de los hombres irrumpe detrás mío. Doy la vuelta y miro el movimiento de la vegetación que se defiende de ese intruso que intenta atravesarla. Estoy perdida. Ahora veo un brazo que lucha y una voz que maldice por las rasmilladuras que tiene que sufrir en su camino. El cuerpo surge de esa vegetación y me escondo detrás de un árbol con la esperanza de que no pueda verme. No puedo ver, pero sé que ya ha cruzado la muralla verde y está del otro lado del árbol que me escondo. Me aprieto tanto como puedo contra el tronco. Veo un brazo con un arma que surge a un lado mío. Es cuestión de segundos que me vea. Actúo. Da lo mismo que me mate ahora a que me mate después. Prefiero mandarle el mensaje al demonio de que moriré luchando. Empujo con toda mi fuerza contra su cuerpo y hago que caiga contra la maleza. Tomo una de las tantas ramas caídas y golpeo fuertemente la mano que sostiene el arma. Esta vuela y se pierda más allá, entre la vegetación. Él no vio donde cayó, y estoy segura de que no podrá encontrarla. Pienso que incluso yo sería incapaz de encontrarla. El factor sorpresa ha resultado exitoso, porque el hombre apenas atina a responder a la cantidad de golpes que le propino a sus rodillas sin piedad. Golpea las rodillas, me decía mi hermano. ¿O fue mi madrina? No estoy segura. Pero no importa quien lo dijo, igual golpeo tanto como puedo hacia sus rodillas. Mi exceso de concentración en mi tarea me hace olvidar de que hay otro hombre en la zona. Otro asesino que está escuchando claramente los gritos de su compañero. De repente siento que lo llama mi a mis espaldas. Este sonido inesperado hace que pierda momentáneamente la concentración. Y eso es suficiente para que mi víctima agarre con fuerza la rama que tengo en mis manos y me la quite. Intenta levantarse, pero el fuerte dolor en sus rodillas se lo impiden. Entonces grita para llamar la atención de su compañero que ya ingresa al claro en el que nos encontramos. Yo, sin armas y a merced del segundo asesino, me alejo de aquel que está a mis pies, para evitar que él pueda usar la rama en mi contra. Por suerte el consejo fue bueno, porque veo que no se puede levantar, a pesar de sus esfuerzos. Pero el otro sí puede caminar. Y lo hace hacia mí. Corro hacia un árbol y me escondo detrás suyo. Un fuerte disparo me da a entender que ya no quieren seguir jugando. Quieren que esto termine de una vez. Mi corazón marcha a toda velocidad y golpea mi pecho con mucha fuerza. La falta de disparos me hacen saber que el asesino se está moviendo para conseguir un mejor ángulo, guiado por el otro que todavía esta tirado en entre los arbustos, notablemente dolorido de las rodillas. Pero no solo guía a su cómplice, yo también puedo ver por la dirección de su mirada, dónde se encuentra su compañero. Está a mi derecha, avanzando lentamente en círculos para rodear el árbol. Es en vano luchar contra él. No considerando la desventaja que representa no tener un arma igual que mi enemigo. De nada sirve esconderme. La única oportunidad de mantenerme con vida es luchar. Debo conseguir el arma que le arrebaté al asesino que está todavía inmovilizado en el suelo. Miro en dirección de donde sé que cayó el arma. Tengo una sola oportunidad. Salgo corriendo tanto como mis doloridos pies pueden y me arrojo hacia el lugar que vi caer el arma. Escucho una detonación de arma a mis espaldas. No me importa. Igual estoy muerta. Busco rápidamente el arma y no encuentro nada. Estoy segura de que aquí había caído. Eso lo puedo jurar. No me atrevo a mirar a mis espaldas para saber si tengo alguna oportunidad o no. De saber si el otro asesino está allí o si todavía tengo tiempo. Sigo buscando el arma. Prefiero que la muerte me llegue sin saber. Por fin la encuentro. Sin pensar doy la vuelta y encuentro al otro asesino frente mío, apuntándome a la cabeza. Él se quiso tomar su tiempo para disfrutar de mi sufrimiento. Yo no. Disparo y lo veo caer a mis pies. Todavía mostrando incredulidad en su cara. Como si no creyera lo que había pasado. ¿Cómo era posible que una muchachita semi desnuda tuviese un arma y sobre todo la determinación de utilizarla sin dudar?
Su mirada de desconcierto me afecta y me levanto tan rápido como puedo. Le doy una última mirada al otro asesino, al que está tirado en el piso mirándome con odio, y corro entre la maleza. Ya el dolor no me importa. Es solo señal de que todavía estoy viva.

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Ojos Abiertos
FantasyContinuación del libro "Lúcida", de la Serie: "La Dimensión Dormida". Lucía queda atrapada bajo el poder de un demonio que, cada vez que ella queda dormida, la tortura y aterroriza hasta niveles que ella no logra soportar, haciéndole despertar en lá...