Llego a la otra orilla y salgo a la calle que avanza paralela al río. Al frente, los monos se resignan y van desapareciendo de la orilla hasta que esta vuelve a verse como si fuera un lugar apacible. Yo también me alejo de la orilla y me interno en las calles de la ciudad. Aquí la cautela es aún más importante que en el bosque, porque casi no hay lugares dónde esconderse y los cruces de las calles son muy arriesgados. Tengo que buscar un lugar dónde esconderme el resto del tiempo, hasta que sea hora de despertar. No tengo muchos lugares conocidos para escoger, y todos los que había pensado ya están controlados por el demonio y su gente, como mi casa y la casa de mi madrina. Por eso es que camino sin rumbo y me escondo todo el tiempo. Por suerte el dolor en los pies ha ido cediendo y casi ya no lo siento. Mis piernas también ya casi no tienen las marcas de los innumerables cortes que me hice con las ramas. Eso es lo bueno de los sueños, que me sano muy rápido. Una prueba de realidad más que me indica que estoy soñando. En mi camino por la ciudad encuentro muy poca gente caminando por la calle. El demonio no se esmera mucho en crear personajes que no le sean de utilidad, eso es evidente. Y muy favorable para mí porque estoy segura que esas personas se escandalizarían de verme caminado semidesnuda en la calle. Pensándolo bien, sé que no se escandalizarían, porque es un sueño. Pero a pesar de que sé que es un sueño, no deja de incomodarme el verme con poca ropa. Vuelvo una vez más a intentar crear conscientemente un pantalón que me cubra. Lo he hecho varias veces, sin mucho éxito. Pero esta vez logro crear algo. Es un pantalón corto, no largo como lo quería, pero es un éxito que muestra que estoy recuperando, aunque sea lentamente, el control de mi sueño. Intento crear un par de zapatos, esta vez con un nulo resultado. Vuelvo a insistir con el par de zapatos pero el resultado no cambia. Estoy recuperando los poderes, pero no a la velocidad que me gustaría. Pero igual siento que estoy en buen camino y eso me anima a seguir luchando por mi vida.
El sonido de un camión me pone en alerta. Calculo que está a un par de cuadras al frente en la calle que estoy caminando. El sonido creciente me indica que viene hacia mí. Miro a los lados y no veo dónde esconderme. Siento que si corro, llamaré demasiado la atención. Debo encontrar algún lugar dónde ocultarme, pero ya. El sonido del camión ya está demasiado cerca. No lo pienso más y trepo la reja que protege la casa por donde estaba caminando. La reja se extiende de un lado al otro del terreno, y permite ver toda la casa en su interior. Pero tiene un pequeño muro de medio metro que va de un extremo al otro, que si me recuesto y no me muevo, no me podrán ver al pasar. Una vez en el piso, tal como lo planeado, escucho el sonido del camión que pasa a pocos metros del lugar. Lo escucho casi al lado de mis oídos, pero por suerte sigue su camino y no me ven. Espero a que el sonido termine de desaparecer en la distancia y me levanto. Me concentro en escuchar el sonido del camión, pero es otro el sonido que me llama la atención. Un sonido que proviene de la parte posterior de la casa y que viene rápidamente hacia el lugar donde estoy. Lo veo llegar. Es uno de esos perros negros que vi en una película muy sangrienta, y estoy segura que en este sueño también lo será. Miro la verja y salto para treparla, pero el salvaje animal me agarra la pierna y me muerde. Eso hace que grite de dolor, pero no me dejo dominar por ese intenso dolor y le doy una fuerte patada que lo hace soltarme y caer a varios metros de mí. Eso me da tiempo a terminar de cruzar la verja y caer al otro lado sobre la calle, ya libre de los peligros de ser devorada por ese feroz perro. El perro ladra enfurecido y muerde con rabia la verja como si quisiera destruirla. Por momentos así lo siento, pero por suerte los barrotes son lo suficientemente gruesos para mantenerlo encerrado. Pero los ladridos que no cesan y terminan por por despertar al vecindario y el resto de perros salen hacia los frentes de las casas para ladrar enfurecidos al igual que él. En cada casa veo un perro que se desespera por salir a comerme, eso hace que un estremecimiento corra por todo mi cuerpo, al darme cuenta de que no podré meterme en ninguna de las casas para protegerme, si no quiero terminar en las fauces de alguno de esos animales. El intenso concierto de perros me indica que tengo que irme lo más pronto posible de allí, si no quiero ser atrapada, e intento caminar. Pero el fuerte dolor en la pierna me lo impide. Me agacho para recuperar energías y tomo una respiración profunda para calmar, aunque sea en parte, el fuerte dolor. Tengo que irme de allí antes de que los hombres vengan por mí atraídos por los ladridos. Doy una última mirada al perro salvaje que ladra con furia a pocos centímetros de donde estoy y empiezo a avanzar rengueando y con un intenso dolor que se intensifica cuando tengo que dar un paso con la pierna herida. Tengo que encontrar urgente un lugar dónde esconderme, y que no sea muy lejos de aquí. No creo poder caminar muy lejos con esa herida que me provoca tanto dolor. Llego a la esquina y espío para saber si hay alguna amenaza en los alrededores de la calle, y diviso a lo lejos la silueta de mi colegio. No se me había ocurrido ir a esconderme allí, pero ahora siento que es un muy buen lugar y avanzo hacía allí rengueando y apoyándome en las paredes. Por suerte el sonido de los perros fue aplacándose hasta que sólo escucho algún ladrido esporádico a la distancia. Pero sé que en cada casa por la que paso, hay un perro salvaje esperando por mí. El colegio es la única excepción, por eso avanzo hacia allá. Ya estoy a corta distancia. Solo me falta un poco más de esfuerzo. El sonido de un camión que se aproxima, me pone en alerta. No estoy segura de dónde proviene el sonido, pero igual busco dónde esconderme. Las casas están descartadas. No podría soportar una mordedura más. Pero no veo un lugar dónde hacerlo. En ese momento me doy cuenta de que no hay automóviles en las calles. Una señal más de que este es un sueño. Y también significa que hay menos lugares dónde esconderme. El sonido del camión ya está a corta distancia. Sin árboles ni automóviles dónde ocultarme, miro con desesperación a lo largo de toda la calle, pero no encuentro alguna alternativa. Me apoyo contra la barda y los perros salvajes salen a la verja a ladrar con rabia. Si sigo allí, estoy segura de que ese camión me encontrará muy fácilmente, alertado por los ladridos. Solo tengo una opción ante mí, y es correr hacia el colegio. Lo veo tan lejos y mi pierna duele tanto, que no sé si lo lograré. Eso el tiempo lo dirá. Hago una profunda inhalación y me lanzo a correr a pesar del profundo dolor que me atormenta la pierna. Este es un sueño. En realidad no tengo nada. Lo pienso pero mi pierna no lo sabe y duele como si fuese real. Más que real. Pero no cedo ante ese dolor. Mis lágrimas de dolor mojan mi rostro y mi mandíbula me empieza a doler por la fuerte presión que hago para no gritar. Pero el colegio se acerca y el sonido del camión se aleja. Solo algunos pasos más y estaré salvada. Eso me anima y me da energía pare vencer esos pasos y el profundo dolor que falta para llegar. Finalmente llego a la puerta del colegio. Mi colegio. No sabía que lo extrañaba tanto. Un montón de recuerdos llegan a mi mente, como el primer día de clases, como el último día de clases. El tiempo pasa inexorablemente para todos. Lo mismo sucederá con la Universidad. Ya nunca más volverán los juegos con las amigas de colegio, o las conversaciones a escondidas en los pasillos. O una que otra mirada cómplice a aquel muchacho que tanto me gustaba, pero que nunca se atrevió a decirme algo. Quizá la imagen de mi padre lo había atemorizado. Ya nunca lo sabré. Pero yo tampoco hice algo para incentivarlo, esa es parte de mi culpa también. Una culpa que nunca podrá ser borrada y que permanecerá en mi lista de cosas que debí haber hecho pero no hice. Mi madrina siempre me decía que las cosas tienen que ser hechas cuando tienen que ser hechas, y no después porque no hay después. Y ahora viendo este colegio, sé que ya nunca habrá un después en tantas cosas que quería hacer cuando estaba entre sus paredes. El sonido del camión me alerta y me saca de este ensueño para avanzar rápidamente hacia el interior del colegio. Eso es algo que tengo que hacer hoy. Sobrevivir.

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Ojos Abiertos
FantasyContinuación del libro "Lúcida", de la Serie: "La Dimensión Dormida". Lucía queda atrapada bajo el poder de un demonio que, cada vez que ella queda dormida, la tortura y aterroriza hasta niveles que ella no logra soportar, haciéndole despertar en lá...