-Pero, ¿cómo consiguió el abogado ese video? -preguntó Lucía luego de escuchar el largo relato de Hans, que se había prolongado por varias horas.
-Yo también me hice esa pregunta cuando vio lo que sucedió. -empezó a explicar Hans. -Estaba totalmente asombrado por el cambio de toda nuestra situación, que no entendía nada. Unos pocos segundos antes, estábamso siendo llevados a la prisión, y derepente ya eramos clientes vip de la clínica. Jürgen fue el que me comentó, porque Helga no quería contar nada. Al parecer le parecía muy gracioso el ver mi rostro de asombro. -rió Hans.
-Sí. Pero ahora la asombrada soy yo, y no me quieres contar. -dijo ella poniendo una cara que exigía una pronta respuesta.
-Perdón. ¿Recuerdas que te comenté que Helga se había quedado en las cercanías de la Clínica, cuando me vinieron a buscar? ¿Fue esa vez que me puse a discutir con el doctor Zenón?
Lucía no respondió, pero le hizo señas de que recordaba perfectamente toda la historia, y que de una vez termine de contar todo.
-Resulta que Helga había descubierto que una de las enfermeras que trabaja en esta clínica, es también miembro de su grupo religioso. Le dijo que te tome algunas fotos y videos para demostrar que estabas aquí. Pero, ¿sabe qué? Envió muchísimos videos. Algunos en los que te muestran aquí, y otros mucho más comprometedores. Se nota que el personal de esta clínica no está muy conforme con el trato que les da el doctor Vinicius. Y te digo algo más que nos comentó el abogado. -esto último lo dijo muy cerca del rostro de Lucía, para que su voz no pudiese ser escuchada por otra persona, a pesar de que en la habitación no había nadie más. -Si quisiéramos, podríamos hacer cerrar este lugar, con lo que se muestran en esos videos.
-¿Y cómo está mi huésped preferida? -interrumpió una voz que ingresaba en la habitación, que hizo que Hans se pusiera de pie de un salto.
-Todo bien doctor Zenón. -le respondió Lucía con una sonrisa en la cara. Y es que, a pesar de lo mal que habían hecho al retenerla en contra su voluntad, sabía que el doctor Zenón no lo había hecho con mala intensión, sino con el sincero deseo de ayudarla. Pero, ahora que se sentía totalmente libre, sabía que le debía mucho a ese doctor. Porque era gracias a él que ella se habia visto obligada a luchar contra sus miedos. A luchar contra sus debilidades. A enfrentar a su demonio. Y fue eso lo que hizo que tenga que buscar dentro de sí, la fuerza para vencer. Y lo hizo. Y ahora era libre para poder soñar nuevamente. -Muchas gracias. En serio. Gracias por todo.
-Ese es mi mejor pago. -dijo el doctor y le acarició la cabeza. -Por eso estoy aquí. Me pone tan triste ver a jóvenes como ustedes, sufrir tanto, por cosas que se pueden resolver tán fácilmente. Aunque no todos aquí entienden mis verdaderas intensiones. -dijo y señaló hacia afuera, con clara alusión a su socio y colega, el doctor Vinicius.
-Pero, veo que mi misión está cumplida. Y por eso vengo a darte de alta. -continuó diciendo el doctor luego de varios segundos de silencio. -No sin antes pedirte que me prometas que me explicarás todo eso de los demonios y los sueños lúcidos. Porque me has convencido de que, algo de lo que me estuviste contando, es verdad. No sé cuanto es parte es producto de tu psique, y cuánto es verdad. Pero eso será en otra oportunidad. ¿Prometido?
-Sí doctor. Le prometo. -respondió Lucía sonriendo al saber que, aunque sea en parte, alguien le creía. -Pero no en este lugar.
-¡Noooo! Claro que no. -le respondió el doctor. -Puede ser donde tú quieras. Pero eso lo veremos cuando sea el momento. Por ahora ya firme tu alta y puedes retirarte cuando quieras. Y debo decir que este joven ha sido un muy fiel guardia que ha velado tu sueño todo el tiempo, mejor que mis mejores enfermeros. Por eso estoy seguro de que estarás muy bien cuidada allá afuera.
-Sí doctor. Lo sé. -dijo Lucía mirando al rostro coloreado de Hans.
La salida de la clínica fue sin ninguna novedad. El doctor Vinicius, muy inteligentemente, había evitado aparecer por el lugar y no volvieron a verlo más, ni a saber nada sobre su existencia. Al parecer los videos comprometedores habían surtido un efecto repulsivo a su presencia, ya que sabía que lo mejor era no crear una escusa para mostrar aquellos videos a las autoridades. Hans llamó a Jürgen y Helga para que vinieran a buscarlos, llamada que hizo un efecto casi inmediato, porque muy pronto estuvieron en la puerta de ingreso listos para buscarlos.
-¿Y a dónde te llevamos? -preguntó Jürgen ya con Lucía en el automovil.
-Al albergue. -dijo Lucía como si del mejor lugar se tratara. -Hace mucho tiempo que no voy por allá y extraño a la señora Tainha. Extraño a todas las chicas. Incluso a Marcia. -dijo riendo.
-¿Y qué podemos hacer por Luiscar? -preguntó Lucía, varios minutos y kilómetros después, formulando la pregunta que nadie se atrevía a expresar en ese tenso silencio.
-Nada. -respondió Helga. -El abogado nos indicó que, mientras su padre autorice el tratamiento, ellos podrán mantenerlo dormido el tiempo que vean conveniente.
-Pero… -empezó a decir Lucía, pero algo le hizo detener ese comentario para poner un rostro de reflección. -Aunque es posible que, después de todo, le sirva como me sirvió a mí. Quizá él necesita que lo obliguen a luchar contra su demonio.
-Pero él no es valiente como tú. -le dijo con sierto orgullo a Hans.
Lucía no respondió, pero sonrió al recordar cómo era ella antes de su lucha con el demonio. A su memoria se presentó una muchacha temerosa, tímida y que no se atrevía a luchar por defenderse. Que prefería dejarse abusar y alejarse, para no enfrentar a las personas que le atacaban. Incluso su viaje a Sao Paulo, no era fruto de una decisión valiente, sino del temor a desobedecer la órden de su madrina. Era el fruto de su cobardía, porque sabía que el quedarse significaría recibir un fuerte castigo de su padre. Y de su madrina. No. Fue cobarde. Pero ya no lo era más. -Luiscar tiene que aprender a luchar. -pensó en voz alta mientras el vehículo avanzaba en silencio.
- o -
-Llegamos. -dijo Jürgen y estacionó su automóvil en la puerta de ingreso del albergue estudiantil.
Lucía lo vio y sintió que hacia muchísimo tiempo que había salido de ese lugar. Esa misma sensación que tuvo a su retorno de la prisión. Esta sensación se estaba volviendo demasiado repetitiva, pensó y abrió la puerta para retornar a su vida normal, aunque ya no se acordaba el significado de esas palabras.
-Mañana te paso a buscar. -le dijo Hans que todavía no se había atrevido a formalizar esa amistado, o quizá algo más que eso. Tendría que hacerlo pronto, si no quería perder a esa muchacha, única entre millones. A pesar de esa apariencia de simple muchacha nordestina, como muchas que llegan a Sao Paulo en busca de una vida mejor, Lucía tenía algo que no le permitía siquiera pensar que podría vivir sin ella. Y pensar que le deseé lo peor, cuando recién la conocí, pensó él con vergüenza.
Lucía no respondió y avanzó, paso a paso, como si no tuviese prisa en llegar, en dirección a la puerta de ingreso del albergue. El día estaba todavía iluminado por un sol que ya se apuraba en irse a descansar, lo que hacía que la puerta de ingreso permaneciera en una penumbra que no permitía ver con claridad lo que estaba en su interior.
-¿Otra vez aquí? -escuchó decir Lucía, y sintió un brusco empujón de alguien que emergió, de improviso, del interior del albergue. -¿Volviste de prisión, campesina?
Hacía tanto tiempo que no venía a ese lugar, y había estado tan preocupad por vencer a ese demonio que la había tenido atormentada todo ese larguisimo tiempo, que se había olvidado de la existencia de cosas más terrenas. De personas de este mundo real que todavía le atormentaban.
-Vete. Esta vez no regreses. -le seguía diciendo Marcia a tiempo que la empujaba con fuerza hacia la calle.
Hans, sin pensarlo dos veces, salió apresurado del automóvil y se dirigió hacia aquella muchacha, tan violenta, que estaba atacando a Lucía. Helga salió un par de segundos después y Jürgen, ya sin la sensación de urgencia al ver que ya Lucía tenía la suficiente ayuda, salió un poco más tarde.
Marcia, al verse rodeada por cuatro personas, y sintiéndose en desventaja ante la ausencia de su casi permanente escolta, se alejó de Lucía, no sin antes proferir múltiples amenazas que fue gritando a medida que se alejaba.

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Ojos Abiertos
FantasyContinuación del libro "Lúcida", de la Serie: "La Dimensión Dormida". Lucía queda atrapada bajo el poder de un demonio que, cada vez que ella queda dormida, la tortura y aterroriza hasta niveles que ella no logra soportar, haciéndole despertar en lá...