Capitulo 42

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-Ese es el automóvil de Jürgen. -dijo Hans con aburrimiento y se levantó del piso donde estaban sentado y levantó la mano para llamar al amigo.

Lucía igualmente se levantó y se paró a un paso detrás de Hans, como si estuviese escondiéndose de algo, o de alguien.

-¡Hasta que por fin llegaste! -le dijo Hans a Jürgen cuando el vidrio del automóvil terminó de bajar y pudo ver el rostro del amigo.

-Y ustedes, ¿se conocen? -respondió Jürgen y apuntó su dedo en dirección de Lucía.

-Sí. Claro. -respondió Hans con esa seguridad que siempre empleaba cuando se daba cuenta de que lo habían encontrado en una de sus travesuras. -Es mi amiga Lucía. Vinimos a visitar a Luiscar, pero ya ves, no nos dejaron entrar.

-Sí. Su padre está enfurecido. Le ha contado un montó de cosas a tu padre. Cree que también estás siendo influenciado por Lucía. Que te ha vuelto drogadicto como su hijo. Pero pasen. Hablamos en el camino. Ese tipo no me gusta para nada. -dijo Jürgen y dirigió su mirada hacia el guardia que había avanzado un par de pasos en su dirección, con la clara intensión de espantarlos de ese lugar.

-Pero, ¿qué hacían aquí? -volvió a preguntar Jürgen, ya con el automóvil en movimiento, y alejándose de ese lugar. -¿No sabían que han restringido todas las visitas? Especialmente a ti.

-No. Hasta hace un par de días, me llevaba bien con el señor Roberto, pero al parecer no le agrada mis nuevas amistades. -dijo y sonrió al señalar a Lucía que había permanecido callada todo el tiempo.

-Él está muy mal, desde que se enteró de lo que le pasó a su hijo. Qué irónico. Nunca antes se interesó por él. Y ahora quiere hacer de buen padre. ¿Y cuál es el plan de ustedes? ¿Para qué me llamaron?

-Queremos entrar en la clínica y rescatar a Luiscar. ¿Qué te parece?

-Que es una locura. No se puede entrar. ¿Viste a ese guardia en la puerta? Ese nos mata sin siquiera transpirar.

-Sí. Pero estamos planificando algunas cosas que nos facilitarán la entrada. Te las contaré en tu apartamento. Tengo una sed que mato. Y me imagino que Lucía también.

-Sí. Y me tienen que contar cómo es que se conocieron. -respondió Jürgen y miró fijamente a Lucía a través del espejo retrovisor.

- o -

-Entonces, la idea es ir a hablar con ese guardia que Lucía conoce. -dijo Jürgen ya cómodamente sentado en la sala de su apartamento.

-En realidad no lo conozco. -respondió Lucía incómoda por la responsabilidad que eso significaba. -Es el guardia donde antes trabajaba que lo conoce. 

-Supongamos que lo convenzan. Y disculpen, no creo que lo logren. Pero digamos que sí. ¿Qué van a hacer adentro? No van a demorar ni un segundo en atraparlos y sacarlos a la fuerza. Si es que no llaman a la policía y los hacen meter presos.

-Sí. En eso todavía estamos pensando. -respondió Hans. 

Lucía no pudo responder. El mal recuerdo que tenía de su corta estadía en la cárcel, le hacía saber que quizá era mejor no intentarlo. Dejar las cosas como estaban. Eso era mucho más seguro. Ya los doctores se darían cuenta que sus procedimientos no estaban funcionando, y le darían la razón a ella. Y en ese momento podría ayudarlo. Peor sería que los metan presos a todos por violar la seguridad de una clínica. Por esa razón, estaba segura que la pena en la cárcel sería mucho peor a lo que ya había sufrido. Eso sin contar con los duros golpes que seguro tendría que sufrir de parte de los enormes guardias de la clínica.

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