85: Los monólogos de abril

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Una vez más, las estaciones cambian. Casi imperceptible aquí, una sombra sobre el calor del desierto. Pero sentimos el cambio en nuestros cuerpos, en la textura de la arena.

Hay lluvia, de vez en cuando. Si no es aquí, en algún otro lugar, de seguro.

La primavera salvaje ha sustituido a su hermano el impasible invierno. Es abril, y algo es diferente. Es abril, y los días tienen profundidad y viveza.

Es abril.

Así que, mis queridos radioescuchas, la radio comunitaria de Night vale se complace en presentar: los monólogos de abril.

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La Anciana Sin Rostro:

Chad. Oh, Chad. Empiezo a entender ahora y... desearía no hacerlo.

Solías usar camisas bonitas. Te cortabas el cabello con regularidad. A veces, mientras dormías, me acercaba y lo ordenaba para que esté presentable a la mañana siguiente. Te duchabas, afeitabas, y te vestías para tu práctica. Tan simple y bien mantenido y preciado, ignorante de la Anciana Sin Rostro que Vivía Secretamente en tu Casa.

Y entonces, un día, no volviste a casa.

Adoras tu casa. Rara vez sales, ni siquiera para estar con otras personas. Juegas videojuegos, y miras series policíacas, y lees libros de comediantes. Siempre te gustó tu soledad, y yo siempre pensé que eras especial en lo completamente ordinario que eras. Pocos hombres jóvenes son exactamente lo que creemos que son, cuando pensamos en un hombre joven. Tú lo eras, Chad. Y siempre cuidé de ti.

¿Recuerdas ese tremendo problema de cucarachas que tuviste, Chad? ¿Intentaste con todo tipo de trampas y venenos, pero nada servía? Y un día volviste a casa para encontrar miles de cucarachas muertas sobre tu piso, cada una con sus piernas amarradas y sus cabezas removidas, y había una nota escrita a mano que decía: "Ya no volverán a molestarte".

Esa fui yo. Yo hice eso.

Bueno, yo no maté a las cucarachas, ese fue el exterminador que tú llamaste. Fue bastante minucioso con su trabajo. Pero yo escribí la nota, Chad. La nota era mía.

Teníamos una buena relación. Yo vivía secretamente en tu casa, y tú... bueno, tu también. Solamente que de manera metafórica.

Pero una noche no regresaste a casa.

Vi en tus e-mails (me encanta leer tus e-mails, Chad, tan irresistiblemente insípidos), que tenías que ir a chequear una tienda de artículos de deporte de segunda mano. Algo para tu trabajo. Pero esa tienda no era lo que decía ser, y no volviste a casa por meses. El casero pasó por aquí en tu ausencia, pero la asusté con un sonido horrible que puedo hacer, usando solo un cinturón de cuero y un pájaro.

Dejaste tu hogar, y yo lo protegí por ti.

Pero cuando volviste, las cosas eran diferentes. ¡Oh, tan diferentes! Tus impías camisas de botones, todas arrugadas y desabotonadas, colgando de ganchos, como pieles secas de una cacería errónea.

Raramente notas las pequeñas cosas que hago estos días. Como cuando pinté el interior de tu bañera de negro, o cuando pegué fotos desenfocadas de arañas en el fondo de tus tazones. Ni siquiera juegas videojuegos ahora. Usas capas y enciendes velas. Dibujaste una estrella en el medio de tu piso, la cual... de hecho, apoyo por completo.

Tus e-mails, que solían ser tan completamente serenos y llenos de suscripciones de correo automáticas, y de invitaciones sociales, y rechazos de invitaciones sociales, y recibos de pedidos de comida, la historia de la nada estancada de un hombre, tan perfectamente adorable en su confortable inercia... ahora son mensajes tersos y en código a una chica que creo estás destruyendo.

Welcome to Night Vale en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora