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Un golpe me despierta. Abro los ojos y veo que estoy en el suelo. Bufo. Shannon me ha empujado al suelo mientras dormíamos. Tiene la costumbre de hacerlo. La empujo yo a ella al suelo y me subo a la cama nuevamente. Es como si no hubiera hecho nada. Sigue durmiendo.

Pero ya el sueño se esfumó. Estoy despierta. Me levanto de la cama y voy al baño. Cojo mi cepillo que tengo en esta casa por si decido quedarme y lavo mis dientes. Cuando termino, lavo mi cara y recojo mi cabello en una cola alta y desordenada.

Esperaba ver a Shannon despierta cuando saliese del baño. Pero no. Me quito la blusa prestada de ella y me pongo mi ropa. Cojo mi celular y veo que tengo ocho llamadas perdidas. Una de Ansel, cuatro de Sasha y tres de un número desconocido.

Llamo a Sasha.

—¿Lindsay?

—Hola, Sasha.

—¡Por Dios, niña descarriada! ¡Me he vuelto loca llamándote toda la noche! No sabía dónde estabas y no dormiste en casa. ¿Dónde diablos estás?

—En casa de Shannon, Sasha. Perdón por no avisarte. Se me ha olvidado.

—Que insolente —Espeta y cuelga.

Con un bostezo le devuelvo la llamada a Ansel.

—Hola, guapa.

—bobo.

—¿Dónde estás? Tu tía me ha llamado muy preocupada preguntándome por ti. Pensaba que estabas conmigo.

—Con Shannon. No te preocupes.

—Dios, volverás loca a Sasha.

—Bien, si no tienes nada más interesante que decir, entonces adiós.

Ahora ese número desconocido.

—¿Lindsay?

Frunzo el ceño. He debido confundir la voz.

—¿Quién es?

—Soy Zaid. ¿Te acuerdas de mí, al que le pateaste las bolas?

No puede ser. Ese lunático no me deja en paz. Y que nombre tan raro tiene el chico.

—¿Para qué me llamas? ¿Cómo conseguiste mi número, pedazo de pelmazo?

Oigo como ríe. Idiota.

—Oye, eso rimó. Sonó gracioso.

—Si no tienes algo bueno para decir, colgaré...

—Tranquila, fiera. Tu tía me pidió ayuda para encontrarte, por eso tengo tu número. Eres una niña traviesa, Lindsay. Te has portado mal —dice, burlón.

—Jódete.

Dios, ¿Mi tía también habrá llamado al papa?

—No soy yo quien te ha llamado ahora.

—Ya hablé con ella. Así que no vuelvas a llamarme, ni aparecer en mi vista. ¿Entendido?

—No. Tendrás que venir y decírmelo en la cara.

Y cuelga.

¡Pelmazo!

—¿Quién era?

Shannon ha despertado y me mira curiosa. Ha oído la conversación.

—El tipo del que te hablé. Mi tía le dio mi número porque pensaba que estaba perdida y por eso pensó en Superman.

—Pero, ¿Quién es ese tío?

Always MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora