25

156 12 0
                                    

Mi tía me llama por enésima vez, mínimo.

—¡Lindsay, baja de ahí o tendré que buscarte yo misma!

Huy, que miedo.

—Seh.

Dejo a un lado mi revista y me dirijo a la puerta. Cuando llego hasta la cocina, mi cena ya está puesta en la meseta de la cocina. Mi tía me da la espalda, sirviendo su plato, me imagino.

—¡Lind!

—Estoy aquí. Jesús.

Me siento y empiezo a comer sin si quiera esperar a Sasha. Tengo un hambre que me muero. Mi tía se sienta frente a mí y me acompaña a comer. Pero hay algo en su actitud desde esta tarde que es muy rara. Aún no he podido descifrar por qué.

—¿Por qué me miras así? —pregunta.

—Uh... así, ¿Cómo?

—Como si quisieras ver a través de mí, o algo así.

—Es que estás rara.

—No, la rara eres tú.

—Es que... no sé, noto como que... —busco las palabras—. ¿Has Estado más amable que de costumbre esta tarde?

Excepto ahora, claro.

Mientras estuvimos en la floristería, no había dejado de tratarme como bebé. Eso me ha exasperado más de lo que debe, aunque hasta ahora no había dicho nada.

Hace un sonido extraño con la boca.

—Chorradas tuyas, hija —asiente—. Sí. Chorradas.

Aunque que no son chorradas mías, lo dejo ir. Por ahora.

—Oye, y... ¿Cómo te ha ido el día de hoy?

—Sasha, estuve todo el día contigo en el local.

—Sí, lo sé, tontita —pero la tontita es otra—. Me refiero a qué ha pasado contigo, con tus amigos. Ya sabes, Ansel, Shannon, Zaid, Louis... tus amigos.

Claro. ¿Cómo no lo pensé antes?

—Ah, lo dices por la discusión con Zaid, ¿no? —ella me mira algo avergonzada—. No te preocupes, no es nada.

—Lo siento, ya sé que no es mi problema y...

—No, no lo es —interrumpo.

Me mira reprobatoriamente, pero no dice nada al respecto.

—Como decía, no es de mi incumbencia, pero ustedes gritaban tan alto que fui a ver lo que pasaba. Pensé que era con un cliente, ya que eres tan amable con ellos—hace una pausa—. Pero eran ustedes y...

—Decidiste quedarte a escuchar —termino por ella, incomoda.

Pero ella luce aún más.

—Solo al principio —se encoje de hombros—. Luego me fui, asi que no escuché la razon exactamente. Aún seguían los gritos, y luego cesó abruptamente.

Sé que muere por saber por qué, y sobre todo, la razón de la discusión, aunque tengo por seguro que piensa que fui yo la culpable. La dejaré con la duda.


Después de darme una ducha de por lo menos hora y media, me pongo unos shorts negros y una blusa de tirantes blanca. Cepillo mi cabello, lo recojo en un chongo mal hecho y me tumbo en la cama, conecto mi iPod y me pongo a escuchar Imagine Dragons.

Una, dos, tres... quince, dieciséis, diecisiete, y cuando está a punto de empezar la dieciocho, escucho un ruido por encima de la melodía.

Abro los ojos y me encuentro con un cuerpo masculino frente a la cama, mirándome fijamente. Su pelo tiene estilo, con volumen y es rojo oscuro. Zaid.

Always MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora