Shannon, con una actitud rebelde, de líder y osada que jamás he visto, le explica todo a Chuck, JJ, Mark y los otros chicos de Ángeles Oscuros lo que sucedió y lo que sucederá. Está bien la sed de venganza cuando te lastiman, está bien darle un poco de su propia medicina a esa persona, está bien saciar tu sed. Y aunque estuve de acuerdo desde el principio, creo que exagera en hablar con todos los chicos acerca de esto. Ahora creo que entiendo a lo que se refería Ansel. Estaría mejor si lo atacaran tres o cuatro de los chicos. Sería menos obvio y más normal. Levantaría menos sospechas. Además, sería poner en peligro a Los Ángeles con la policía.
—...Y lo atacarán cuatro personas. Creo que todo está claro aquí. ¿Cierto? —cuestiona Shannon.
Definitivamente esta recuperada.
—Elige a alguien que sepa cómo hacer el trabajo, nena —dice Chuck.
—Mark, tú y JJ.
—Falta alguien más.
—Yo.
—De ninguna manera —dicen Chuck y Ansel al unísono.
—¿Qué? —espeta ella.
—Estás convaleciente aún, Shannon —dice Ansel.
—¿Y? igual iré. No me siento débil.
—Haz caso, Shannon —digo con voz aburrida.
—Dije que voy. Fin de la discusión.
—De acuerdo —dice Chuck—. Yo estaré ahí para ti.
Eso, es cursi.
—No seas bobo, Chuck—dice ella—. No puedes estar entretenido. Debemos hacer las cosas bien.
—Dije que lo haré. Fin de la discusión.
Shannon rueda sus ojos.
—Bien.
—¿Ya han terminado? —dice Ansel, un poco demasiado brusco.
—Uh... ¿Si? —murmura Shannon, con el ceño fruncido.
—Genial —digo yo—. Debemos irnos. Bruno llegará y no te encontrará.
—Me importa una mierda.
—Sí, Sí. A mí también. Debemos irnos —la empujo suavemente por los hombros.
Nos despedimos de Chuck y los chicos y emprendemos nuestro camino. Ansel se fue directamente a su casa, por si encontramos a Bruno buscándola. Ella y yo regresamos a casa.
—Tengo hambre —dice.
—Tienes razón, hay que comer algo. Vamos.
Cruzamos la calle y luego caminamos en dirección opuesta para doblar la próxima esquina. Encontramos un local muy coqueto varios sitios después. Es como un pequeño bus blanco con comida chatarra dibujada en el exterior. Tiene sillas y mesas por todo su alrededor, con manteles rojos y blancos a cuadros. Hay un chico en el interior muy mono que le hace ojitos a Shannon. Pedimos dos hamburguesas y sodas y nos sentamos en la silla más apartada, para comer mientras vemos a la gente pasar.
Observo a Shannon. Hay pequeñas bolsas debajo de sus ojos y su piel está un poco más clara, nada más ha cambiado después de que estuvo en el hospital. Está como siempre, hermosa. Y con su Cat Eye que nunca se quita.
De repente, abre los ojos de par en par y me mira, exaltada.
—¿Qué? —frunzo el ceño.
—¿Recuerdas cuando me contaste sobre un chico, ese que te molestaba?
ESTÁS LEYENDO
Always Myself
Teen FictionElla estaba vacía y triste. llena de oscuridad. El era como la luz del alba, quien andaba iluminado todo a su paso.