Al otro día mi tía me hace levantar temprano para ir a ver el peritaje en la floristería. Con gana, me levanto y me visto. Para mí tía está un poco tarde para estar aún en casa, así que no me deja ni desayunar. Rápidamente cojo una banana de la frutera y me la como en el auto, camino a Sunny Flowers.
Cuando llegamos, debemos esperar un poco pues el perito aun no llega. Miro a mi tía con cara de póquer y ella dice que no la mire así, que es mejor que lleguemos nosotras temprano que tarde. Abre el local, sin tocar absolutamente nada.
Cuando está a punto de hacer un berrinche por la irresponsabilidad del perito, llegan dos elegantes hombres. Están trajeados y muy formales. Al llegar observan todo a su alrededor con sumo cuidado. Al ver ese gesto, algo viene a mi mente, pero no termina de hacerse la idea.
—Buenos días, señoritas.
—Hola.
—Muy buen día, inspector —Sasha le tiende la mano—. Qué bueno que han venido. Ya pensaba que no lo harían.
Eso es una indirecta.
—Pasen adelante. Les mostraré todo.
Los hombres siguen a Sasha a todos lados, y yo los sigo a ellos, que toman fotos, enumeran cosas, graban, apuntan cosas y retazos de conversaciones con mi tía.
Ahora están observando el mostrador, y mi tía está al lado.
—Hey, Sasha —susurro, me mira—. ¿Por qué hacen eso?
—Necesitan pruebas contundentes. Harán una investigación acerca de todo esto. Y si ven que es verdad, que lo es, entonces nos darán el dinero.
Me limito a asentir, sin apartar la mirada de ellos.
Dos horas después, ya han terminado y se han ido. Así que, después de pelear con mi tía para que cerrara el maldito local, nos vamos a casa. Cuando mi tía le quita el seguro al cerrojo, mi móvil suena.
—¿Sí?
—Hola, fiera.
Su voz suena suave, persuasiva.
—Pelmazo, bueno oírte.
—No puedo decir lo mismo.
—¿Disculpa?
—Tu voz no tiene esa incomparable chispa de siempre. ¿Qué ha pasado?
—Oh... bueno, la aseguradora nos ayudará.
—¿Pero?
—Fui a ver a Gretta. No quiso decirnos el nombre. Estamos jodidos.
—Te equivocas.
Frunzo el ceño.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ella cree que estoy interesado en ella. Ella está interesada en mi —trato de no vomitar—. No sé, podría sacarle información...
—¿Y qué pretendes? —Soné muy ruda—. ¿Ir y decirle «oye, dime quien es tu cómplice. Soy adivino, así que no me preguntes como sé que estás aquí y tienes uno»?
—Tú tranquila, que yo me encargo de inventar una explicación, en caso de que fuera.
—Mmm... no lo sé.
—No tienes más opción.
Resoplo.
—Ven aquí y lo hablamos.
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Always Myself
Teen FictionElla estaba vacía y triste. llena de oscuridad. El era como la luz del alba, quien andaba iluminado todo a su paso.