20

134 14 2
                                    


Al tercer tono, contesta.

—¿Lindsay?

—La misma —contesto.

—¿Cómo has estado, chiquita?

— Bien, gracias —le digo amablemente—. Oye, JJ, necesito un favor tuyo.

—Dispara.

—Hay una página que habla blasfemias de Sunny Flowers y necesito saber quién es.

—Eso es pan comido.

—Bien, sabía que podría contar contigo, JJ —murmuro—. Gracias.

—Nah, no agradezcas. Mejor dime, ¿Cómo se llama el blog? ¿Algún sospechoso? ¿Para cuando quieres la vuelta?

Le explico todo, y después de media hora, terminamos la conversación.

En ese instante, Sasha sale del invernadero y me mira, para luego fruncir el ceño.

—¿Pasa algo?

—Nada. No te preocupes.

Veo que se debate entre si seguir insistiendo o no, pero al final solo dice:

—¿No ha venido nadie aun? —con voz extraña.

Me tenso.

—uh... claro que sí, es que ya se han ido.

—Está bien —dice, y no se ve muy convencida.

Ay, Dios. ¿Cómo le diré que sabotean su negocio? ¿Con que palabras debería decírselo? ¿Iría a cerrar el local? ¡Nah! Eso es una exageración.

La puerta del local se abre, llamando mi atención y veo como Zaid entra. Su olor invade mis fosas nasales tan pronto entra y se cierra la puerta de cristal. Viste con vaqueros negros y suéter del mismo color con unas botas. Me gusta cómo le queda el suéter, tapa la mitad de sus manos y el cuello es algo caído. La tela del suéter, a pesar de su grosor, es fina. En cuanto a los vaqueros, le quedan muy bien. Muy ajustados...

—Hola —murmura sonriente.

—Hola.

A pesar de que su sonrisa parece sincera, hay algo decaído en su rostro. Lo miro extrañada.

—¿Cómo estas hoy? —pregunto.

Él me mira sorprendido por mi pregunta, sabiendo que nunca la he hecho antes, luego sonríe y se acerca al mostrador.

—Estoy bien, gracias. ¿Qué tal tú?

—Mal.

—Claro, me imagino. ¿Ella lo sabe? —susurra.

—No, me da terror decirle.

—Ya. Aun no le digas nada —me dice.

—¿Por qué?

—Debemos estar seguros antes de decirles, saber quién ha hecho eso. Lo más probable es que se desespere por saber todo lo demás.

—Claro. De todas maneras no pensaba hacerlo, al menos no ahora.

—¿No has sabido nada más?

—Aun no.

—¿Aun? O sea que, ¿Pronto sabrás?

—Si —digo en modo solemne—. Más tarde me reuniré con un amigo que es especialista en la materia.

—¿Cuándo, exactamente?

—En la noche...

—Iré contigo. Puede ser peligroso.

—Él vendrá a buscarme.

Always MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora